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Croft presenta en Santiago su nueva poética de lo inestable

El escultor portugués, hasta diciembre en la galería SCQ

El tema fue cambiando, "como una composición musical", hasta adaptarse al espacio de la galería santiaguesa. "Podría definirlo como campos energéticos en movimiento, cambiantes... Más que el desequilibrio, de lo inestable me interesa el movimiento perpetuo, la circulación de las personas en su vida cotidiana".

El tema de José Pedro Croft (Porto, 1957), uno de los artistas de referencia del panorama ibérico, se sustancia esta vez a través de seis esculturas de pared y cuatro obras sobre papel, a entender por separado o como una pieza única ocupando la SCQ hasta el 4 de diciembre. En los volúmenes planificados se incluye collage. El color sobre hierro galvanizado atenúa el vacío, pero Croft desecha afiliaciones. Ni minimal (economía), ni povera (reciclaje) ni conceptual. "Todo plan implica un trabajo conceptual".

"Me interesa el movimiento perpetuo, la circulación de las personas"

"Es escultura bien tradicional, un registro más manual que otra cosa. Cortar, soldar, pintar con marcadores...". Ahí sitúa el juego de perspectivas y el diálogo con su propia obra -el CGAC organizó en 2003 su primera retrospectiva en España-, que remite al boceto, allí donde todavía se decide el núcleo del objeto y la composición del espacio vacío a su alrededor. En esta "memoria de la planificación", el metal funciona como trazos de dibujo, y las planchas de color sustituyen a los cristales y espejos que partían el espacio en muestras anteriores, habituales en la obra que Croft reparte entre las colecciones de la Fundación Gulbenkian -Paisagem interior- o Serralves. En la Illa das Esculturas de Pontevedra fijó en 1999, compartiendo escenario con Giovanni Anselmo, Leiro o Dan Graham, una cabaña de granito sin puertas ni ventanas.

En la muestra creada expresamente para la SCQ es "el color contra el vacío". "Aquí esos espacios fueron sustituídos por pintura brillante". Contra lecturas excesivamente geométricas, recuerda que el arte le gusta tanto como la poesía o el cine. Las seis esculturas sobre pared pueden verse como "pantallas emergentes". "De hecho, la pieza doble horizontal, naranja y azul, se puede explicar como un libro abierto. Sostiene la pared mirándose a sí misma".

El alejamiento de los objetos reconocibles, incluidos los de consumo industrial, es aparente porque, dice, "los mido a escala humana". El tema vuelve y se repite, pero en la obra de Croft también está la reformulación del legado posmoderno. Todo es manual -como en sus grandes pinturas sobre papel-, pero los ready-made hablan igual de lo lleno y de lo vacío. Una reconstrucción a escala del espacio que falta.

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