Poesía contra una dictadura
Un encuentro recuerda en Sevilla el homenaje a Machado en Collioure
Hace medio siglo un grupo de poetas españoles rindió homenaje a Antonio Machado en Collioure (Francia). El acto se celebró el 22 de febrero de 1959 en la ciudad donde murió el poeta sevillano tras salir al exilio. Aquellos escritores homenajeaban a Machado en el 20º aniversario de su muerte. La imagen del poeta que llegó junto a su madre, ambos al borde de la muerte, a la ciudad francesa tras la derrota republicana de 1939 se erigía como un símbolo moral. Antonio Machado representaba un referente cívico, un ejemplo a seguir, para aquellos jóvenes poetas antifranquistas.
La Universidad Internacional Menéndez Pelayo acogió entre el pasado miércoles y ayer el encuentro Bajo el signo de Colliure (1959-2009): Antonio Machado y la poesía española en la Casa de los Pinelo, en Sevilla. El encuentro, dirigido por la profesora Araceli Iravedra, recordó a los escritores que se reunieron en Collioure para honrar a Machado y que dan forma a una parte importante del grupo poético de los años cincuenta.
La ciudad francesa acogió la gestación del grupo poético de los años cincuenta
Caballero Bonald evocó su participación en el acto de 1959
Blas de Otero jugó el papel de hermano mayor del resto de poetas (José Agustín Goytisolo, Ángel González, José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald). De todos ellos hoy sólo vive Caballero Bonald. Y fue, precisamente, el poeta jerezano el que recordó ayer algunas de las cosas que pasaron en la ciudad francesa hace 50 años.
"En Collioure nos reunimos un buen número de escritores de dentro y de fuera de España implicados en la oposición al régimen franquista. Aparte de las ceremonias en el cementerio, que fueron austeras y breves, y en el hotel donde murió Machado, empleamos el resto del tiempo en paseos, en conciliábulos de improvisada gestión política y en desenlaces etílicos", relató el poeta jerezano.
"En Collioure cristalizó la estrategia del grupo del 50 y se esbozó alguna maniobra conducente a la mayor difusión de unos poetas poco conocidos todavía", detalló Caballero Bonald, que recalcó que la editorial de Carlos Barral aportó un decisivo soporte a este proyecto.
"Fui un lector un poco deficiente de Machado. Lo leí justo cuando los vencedores intentaron manipular al poeta a su conveniencia", explicó Caballero Bonald, que, tras aquella primera lectura, juzgó "demasiado sentenciosas las maneras expresivas" del poeta sevillano. Con todo, el escritor del grupo poético de los años cincuenta volvió a leer a Machado y esto cambió su visión. "Lo que de veras me sedujo entonces es la lectura de Juan de Mairena, ese texto elegante, irónico, inteligente", añadió Caballero Bonald, que elogió "la ejemplaridad moral intachable" del escritor sevillano. "He acabado siendo un lector razonable de Machado", concluyó Caballero Bonald.
El ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra clausuró el encuentro. "Se ha pasado de la exaltación al menosprecio para recuperar el aprecio en los últimos años", dijo Guerra sobre el legado literario de Machado. "En su obra se da una esencial relación dialéctica entre la soledad y el mundo exterior. Es en esa relación dialéctica en la que cobra pleno sentido su intimidad y su afán de que esa intimidad sea comunicable. La intención de que la poesía sirva para cantar en coro o no sirva para nada", agregó Guerra.
Sus palabras pusieron punto final a un encuentro que reivindicó la dimensión ética de Machado y que sirvió también para recordar un hito del grupo poético de los años cincuenta. El recuerdo de Machado regresó a su ciudad natal, la misma que evocaba en sus últimos días. Guerra citó al final de su intervención el último verso de Machado: "Estos días azules y este sol de la infancia".
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