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Millet invirtió en Bolsa con el dinero de las cuentas del Palau de la Música

En 2003, desvió casi un millón de euros en acciones e imposiciones a fondos

Lluís Pellicer

La presidencia del Palau de la Música sirvió a Fèlix Millet para usar a su antojo las cuentas de la asociación y la fundación del Orfeó Català. El imputado y su mano derecha, Jordi Montull, no sólo utilizaron los fondos y el capital de las entidades para realizar transacciones inmobiliarias, sino que también eran una plataforma para inversiones financieras. La auditoría que investiga las cuentas de las entidades ha hallado ya numerosas operaciones de compraventa de acciones e imposiciones en depósitos a plazo fijo y fondos de inversión. Sólo en 2003, Millet desvió cerca de un millón de euros en inversiones.

La auditoría del Palau ha confirmado varios movimientos que apuntó la inspección de Hacienda de 2003. Para ello, Millet se valió de la doble contabilidad de las entidades. En una cuenta fuera de control de Banco Santander Millet realizó dos compras de valores en 2003, una por valor de 222.274,48 euros y otra por 91.954,85 euros. En ambos casos, tres días antes Millet había realizado dos ingresos por esas cantidades con dinero de la asociación. Las fuentes consultadas rechazan indicar los valores en los que invirtió Millet y sostienen que la compraventa de acciones se produjo en más ocasiones. Estas fuentes se limitan a comentar que, en algunos casos, las inversiones fueron un auténtico fiasco.

En algunos casos, las compras de valores fueron un auténtico fiasco
Las entidades han de destinar el 70% de sus ingresos a fines fundacionales

Ese mismo año, además, se realizaron tres imposiciones en un fondo de inversión de Caixa Manresa: una de 199.232,41 euros, otra de 298.974,07 y la última, de 165.277,42 euros. En total, las operaciones de compraventa de valores e imposiciones en fondos suman 977.812,38 euros que forman parte de los 20 millones que la auditoría y el fiscal señalan que se desviaron. Todas ellas se realizaron desde la Asociación Orfeó Català, la que en principio era la entidad que menos dinero manejaba de las tres que servían para gestionar el Palau. Pero al final, las transacciones desde la fundación y el consorcio hacían que en la asociación se manejaran ingentes cantidades de dinero.

La auditoría ha ido hallando más fondos de inversión a medida que se examinaban las 94 cuentas corrientes que tenía el Palau de la Música. Además del de Caixa Manresa, al menos hay tres más: uno en Bancaja, otro en Banesto y uno en Caixa Catalunya.

Por ejemplo, el Orfeó contrató un fondo de inversión en activos del mercado monetario (FIAMM), que por ley deben invertir en valores a corto plazo y, a la vez, puso capital en un fondo de inversión mobiliaria (FIMM), que se dedican a la compra de valores de renta fija a largo plazo.

La fundación, además, tenía un depósito en Altae Bank, la banca privada de Caja Madrid, cuyos clientes son, sobre todo, grandes fortunas. Y por otra parte, la auditoría de 2002 de la Intervención General de la Generalitat indica que el consorcio tenía un depósito de 63.427 euros que correspondían a una imposición a corto plazo que se iba renovando desde 1995.

¿Son normales todos estos movimientos en una entidad como el Palau de la Música? Dos auditores consultados lo tienen claro: no. Y de hecho, la mayoría de estas operaciones se hicieron al margen de la contabilidad oficial, por lo que no pudieron ser examinados por los auditores de la fundación. Las cuentas de la entidad presentadas a Justicia así lo señalan: las cantidades que se declararon como depósitos o fianzas a largo plazo siempre estuvieron entre los 2.400 y los 5.800 euros. Un auditor, que pide no ser citado, señala que una entidad debe gastar siempre el 70% de los ingresos en los fines fundacionales. Si hay excedente, añade, se hacen imposiciones en depósitos a plazo fijo, que anualmente dan un rendimiento. Pero el dinero nunca se arriesga.

Fuentes cercanas al nuevo equipo gestor del Palau explican que las operaciones financieras de Millet han causado malestar y estupor entre sus miembros. Éstos están convencidos de que las operaciones fuera de la contabilidad oficial se destinaban a fines personales, porque así lo demostraban algunas de las operaciones que sí recogió la inspección de Hacienda, cuyos informes tiene en su poder el juez Juli Solaz.

Aún en el caso de que fueran para obtener recursos para el Orfeó, estas fuentes recuerdan que hay suficientes precedentes, como el caso Gescartera, que desaconsejan inversiones de riesgo en asociaciones y fundaciones.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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