La última dentellada de los canónigos

Algo había cambiado. Los seis canónigos que forman parte del Consejo de Administración de Cajasur se dieron cuenta hace unos meses. En concreto, en febrero de 2009. La caja cordobesa tenía que elegir a un nuevo director general, el quinto en menos dos años. Y los curas tenían su candidato. Pero no lograron sacarlo adelante y finalmente fue elegido Antonio Barral, que sí contaba con el visto bueno del Banco de España. La relación de poderes dentro del Consejo de Administración era curiosa. La Iglesia controlaba este órgano. Además de los seis votos de los canónigos, podían contar con el de Andrés Hens (IU), el del representante de los trabajadores y los cuatro o cinco de los impositores. En total, alrededor del 70% del Consejo. En el otro lado, se situaban los cinco con los que cuenta el PSOE y los dos del PP.

El bloque formado por PSOE y PP en Cajasur ha sido clave para la fusión

Este bloque formado por socialistas y populares, encabezados por Salvador Blanco (PSOE) y Juan Ojeda (PP), ha sido una de las claves para que se haya podido fraguar la fusión con Unicaja. Pero lo cierto es que en el Consejo de Administración de Cajasur se ha votado poco en los últimos cuatro años, cuando la caja ha vuelto a estar bajo la tutela autonómica tras la salida en 2005 del sacerdote Miguel Castillejo. "Ha habido sólo dos o tres votaciones", reconoce un miembro de este órgano.

El martes tampoco se votó. El presidente de Cajasur, Santiago Gómez Sierra, llevó ese día su órdago contra la Junta, a la que reclamaba que blindase la representación de la Iglesia en Unicajasur frente a futuras fusiones. Pero el Banco de España advirtió a la Iglesia que no había más opciones que la fusión con Unicaja. La Junta también hizo esfuerzos por intentar reconducir la situación, aunque no cedió ante el desafío de Gómez Sierra. Quien se ha encargado de las negociaciones en este proceso ha sido la consejera de Economía, Carmen Martínez Aguayo. Y el obispo de Córdoba, Juan José Asenjo, intentó puentearla el lunes, cuando llamó al presidente de la Junta para reconducir la situación. José Antonio Griñán no desautorizó a Martínez Aguayo y le remitió a ella.

La de esta semana ha sido la última dentellada que ha dado la Iglesia en este proceso, al que nunca fueron muy convencidos pero sí obligados por el supervisor. El 20 de julio se selló el acuerdo entre Cajasur -que antes había intentado unirse con Cajamurcia- y Unicaja en el llamado pacto del Oriza. Entonces parecía que estaba todo encarrilado. Pero, según fuentes de la negociación, en los siete días siguientes las conversaciones llegaron a romperse en dos o tres ocasiones. Los negociadores volvieron a tener que emplearse para salvar las reticencias de la Iglesia, que no se resignaba a perder el poder. La paz se selló y finalmente los consejos de administración de las dos entidades aprobaron la fusión. El siguiente desencuentro fue un tiempo después, cuando Gómez Sierra propuso que Unicaja y Cajasur fueran a negociar juntas la reforma de la ley de Cajas. Pero Braulio Medel tenía ya decidido ir por su cuenta. El último zarpazo contra la fusión se ha producido esta semana. Tras perder este pulso, las fuentes consultadas creen que no habrá más órdagos de la Iglesia, pero se sabrá cuando dos tercios de la asamblea ratifique la fusión.