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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Quién tutela a ETA?

Su brazo político podría convencer a la banda de que se retire, pero no se atreve a hacerlo

A la detención por orden del juez Garzón de Otegi y otros dirigentes de la izquierda abertzale ha seguido la captura de quien parece ser el jefe del aparato político de ETA. Garzón sostiene en su auto que los detenidos constituían el órgano de aplicación de la estrategia político-militar decidida y controlada por ETA. La respuesta de ese mundo ha sido difundir un texto de debate presentado como documento de reflexión "profunda", con elementos autocríticos respecto al proceso de paz de 2006 y otras novedades "de calado".

No es la primera vez que en situaciones de debilidad de ETA se llama la atención desde su entorno sobre la trascendencia supuesta de ciertos documentos o propuestas, y tampoco lo es que un sector del nacionalismo quiera ver novedades donde nadie más las observa. Se cita una frase del texto según la cual el proceso que se plantea iniciar deberá "desarrollarse sin ninguna violencia ni injerencia externa". Habría sido una novedad de no ser porque la inclusión de una cláusula similar en, por ejemplo, el discurso de Otegi en Anoeta, en 2004, no impidió a ETA volver a matar y a su brazo político callar cuando la banda decidió romper el alto el fuego de 2006.

Cambian algunas metáforas, pero si hay alguna autocrítica sobre ese proceso es no haber sido más radicales: impulsando movilizaciones que hicieran "moverse al PSOE", por ejemplo. Se afirma que su estrategia consiste en "llevar la confrontación a los términos Euskal Herria / Estado con el objetivo de "conseguir el poder". Frente a la represión se propone "hacer las dos cosas: responder y seguir en la apuesta política". Apuesta que según adelantó Otegi hace meses tiene como eje la constitución de un polo soberanista, sin el PNV, en el que ellos serían la fuerza hegemónica; y cuyo fin sería "reconstruir la negociación".

Otegi no puede ignorar que tras el fracaso del proceso de 2006, ningún Gobierno, y menos el que participó en ese ensayo, va a arriesgarse a repetirlo; precisamente porque fue muy lejos en el diálogo, ahora puede extremar su dureza, con el apoyo de la opinión pública. Además, lo único que no se ha ensayado para conseguir el fin de ETA es mantener una misma política antiterrorista durante el tiempo suficiente. Sin interrumpirla ante expectativas abiertas por lo que ETA (o sus intérpretes) dicen en un momento dado.

El auto de Garzón ofrece indicios de la continuidad entre los planteamientos de ETA y las iniciativas que despliega su entorno político, lo que parece confirmar que Batasuna está tutelada por ETA. Pero a la vista de la debilidad actual de la banda y del perfil de sus sucesivos jefes, es posible que, a su vez, sean los políticos quienes tutelan a ETA, indicándoles la estrategia que ellos van a aplicar. Si de verdad quieren hacer política sin el refuerzo de la violencia, tendrían que aprovechar esa debilidad para convencerles bajo amenaza de ruptura de que su hora ha pasado. Pero eso es lo único que siguen sin intentar.

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