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Columna
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Dinero, poder y corrupción

Hay días, ¿o son años?, en los que uno prefería no echarle un vistazo al periódico. Ayer, por ejemplo. La primera página de este diario anunciaba seis informaciones. Cuatro hablaban de dinero y poder. De ellas, tres contenían el venenoso ingrediente de la corrupción.

Dinero, poder, corrupción. ¿Los dos primeros desembocan inevitablemente en el tercero? ¿Dinero mas poder es igual a corrupción? Así parece. O así es en muchos más casos de los deseados.

El origen de las noticias era variado: Afganistán, Madrid, Valencia, Andalucía.

En la primera noticia, se nos informaba de que el corrupto presidente Hamid Karzai aceptaba a regañadientes una segunda vuelta en las elecciones presidenciales, tras reconocer que la tercera parte de los votos que recibió en la primera eran fraudulentos.

Karzai quería seguir al frente de un país que recibe cientos de millones en ayudas varias, muchos de los cuales se quedan en sus bolsillos. Para ello, Karzai no dudó en manipular la votación del 20 de agosto. Mientras, el pueblo se muere, de hambre y de bombas.

De Madrid nos llegaba el culebrón de su caja de ahorros. La presidenta de aquella comunidad, Esperanza Aguirre, pretende colocar a su brazo derecho, Ignacio González, al frente de Caja Madrid. ¿Quizá por las extraordinarias dotes financieras de González? No. No tiene ninguna experiencia. Pero así, Esperanza Aguirre controlará una inagotable fuente de poder: la segunda caja de España.

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Lo de Valencia era consecuencia de hechos anteriores: los socialistas se han decidido por fin a poner una querella contra el PP por financiación irregular. El informe de la Brigada de Blanqueo de la policía, rechazado en su día por el magistrado De la Rúa (íntimo amigo de Camps), es demoledor: el PP organizó actos que fueron pagados con dinero negro o por empresas constructoras de la comunidad a las que se les devolvía el favor con suculentos contratos con la Administración.

La aportación de Andalucía a este apestoso panorama informativo estaba fechada en El Ejido (Almería). Su alcalde, Juan Enciso, y 19 personas más, entre familiares, empresarios y testaferros, fueron detenidos por la policía. El listado de presuntos delitos abarca casi todo el catálogo de las tramas corruptas: blanqueo, cohecho, trafico de influencias, falsedad documental, malversación. El botín, 150 millones de euros robados al erario. Presuntamente, claro.

Andalucía aportaba un granito más de arena a este desolador panorama. En páginas interiores, se nos informaba de que en otro pequeño municipio de Málaga, Almogía, la Guardia Civil irrumpía en el Ayuntamiento en busca de documentación sobre la construcción de viviendas en suelo rústico no urbanizable. Se investiga si el alcalde socialista Cristóbal Torreblanca o cualquier otro funcionario, obtenían algún beneficio propio.

Aunque en España hay más de 8.000 municipios, 771 de ellos en Andalucía, y la inmensa mayoría están limpios de toda sospecha, le reiteración de casos de corrupción debería obligar a los partidos políticos a plantear una política común de tolerancia cero con los corruptos.

Pero no. Lo primero que hizo Javier Arenas fue recordar "el pacto de hierro" en la Diputación almeriense entre el PSOE y el Partido de Almería (PAL), fundado por el ahora detenido alcalde de El Ejido, aunque los socialistas rompieran ayer mismo ese pacto.

¿Olvidaba Arenas los 14 años de pacto de acero que mantuvo su partido con Enciso? Porque Enciso fue alcalde entre 1991 y 2005 bajo el estandarte del PP.

¿No les gustaría ver en la primera página de este periódico mañana mismo que los dos grandes partidos han firmado un pacto de titanio para expulsar sin contemplaciones a los corruptos que, casi con toda seguridad, irán surgiendo en el futuro? Porque ya está bien del y tú más. ¿O no?

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