"Quiero que se huela el dolor de los niños iraquíes"
La periodista fue una de las primeras en dar voz a los 'yihadistas' suicidas
Esta mujer coqueta con rebeca fucsia, sofisticadas gafas de sol y varias alhajas -reloj, anillo, pulsera, colgante, pendientes- fue una de las primeras periodistas que dio voz a los yihadistas suicidas. "Nunca justificándolos; para que se les escuche y cada uno juzgue por su cuenta".
A caballo entre el mundo árabe -es libanesa- y el occidental -vive en Londres y está casada con el fotógrafo inglés Steve Bent, su compañero de batallas-, Hala Jaber ha exprimido su ventaja comparativa: es corresponsal de guerra en países árabes. Tiene 48 años ("demasiado mayor", sonríe) y firma sus crónicas en The Sunday Times.
Vía e-mail, Jaber informa de sus preferencias gastronómicas con dos pistas: no come cerdo y prefiere picotear. La citamos pues en la Bodega de la Ardosa, en Malasaña (Madrid). La corresponsal pide vino tinto (y repite), prueba el atún y el salmorejo y se entrega con la tortilla de patatas, especialidad de la casa. Premio de la prensa británica en 2005 y 2006, Jaber acaba de publicar Alfombra voladora sobre Bagdad (Roca editorial), en el que se abre de par en par y narra su encuentro con dos huérfanas de guerra iraquíes. Las pequeñas Hawra y Zahra, de tres meses y tres años y medio respectivamente, sobrevivieron de milagro a un misil estadounidense que impactó en el coche familiar. Sus padres y sus cinco hermanos murieron por las quemaduras. Ellas se salvaron gracias a que su madre las lanzó por la ventanilla. Hawra salió ilesa. Zahra, con quemaduras en gran parte de su pequeño cuerpo. "Me entregué para intentar salvarla y me olvidé de que era periodista. Un día no tuve más remedio que preguntarme '¿por qué me estoy involucrando tanto?".
La periodista fue una de las primeras en dar voz a los 'yihadistas' suicidas
En el libro Jaber explica el motivo: ella no ha podido tener hijos. Lo intentó sometiéndose en vano a todo tipo de tratamientos. Acababa de tirar la toalla cuando Zahra y Hawra se cruzaron en su camino. "Esas niñas no tenían padres y yo no tengo hijos, por eso me volqué tanto. Es una historia muy personal, pero eso es bueno. La gente lee demasiadas noticias de Irak. Diez muertos en un atentado, 30 muertos... Ya no reaccionamos, estamos saturados. Quizá a través de mi historia logre que la gente huela el dolor de estos niños".
Con la complicidad de The Sunday Times y la fuerza de sus crónicas, Jaber acaba de lanzar una campaña para recaudar dinero para víctimas de la guerra de Irak (no es la primera que lo hace). Víctimas como Shams Kareen, que al año y medio perdió a sus padres y ambos ojos. "Ya hemos recaudado 140.000 euros", explica. "Está ciega, pero se pueden reconstruir sus ojos y mejorar un poco su calidad de vida. Es duro. Por cada niño que ayudamos hay 10 a los que no podemos atender. Irak es un pozo sin fondo de dramas y nadie hace nada por ellos. ¿Cómo compensar a un niño al que han mutilado y que se ha quedado huérfano?".
Jaber baraja la opción de montar su propia fundación de ayuda a niños y explica que ya no anhela de la misma forma tener los suyos propios. "Ya no lo pienso todo el rato. Ahora creo que la vida también puede ser genial sin hijos, aunque no puedo evitar que la pena me asalte de vez en cuando. No es algo que pueda elegir. Pero la vida es demasiado corta y hay que disfrutarla", dice sin separarse de la tortilla, cuyo autor no conoce la frustración de miles de cocineros. ¿Cómo les sale tan perfecta?
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