Lorenzo sigue siendo un 'niño'
Tras la infantil caída del mallorquín, Rossi, segundo tras Stoner, será campeón de MotoGP el domingo en Sepang si termina entre los cuatro primeros
Un error garrafal de Jorge Lorenzo, "de júnior", como él mismo definió después, puso ayer el punto y final al Mundial de MotoGP de esta temporada, un curso que encumbrará a Valentino Rossi, una vez más, como el mejor de todos los motociclistas. El segundo puesto del italiano, que terminó pegado a Stoner y 20 segundos antes que Pedrosa, le proclamará campeón el domingo, en el circuito de Sepang, siempre que cruce la meta entre los cuatro primeros clasificados o si Lorenzo no consigue subirse al podio. Tal y como respira actualmente este campeonato, dividido entre los cuatro que pueden ganar (Rossi, Lorenzo, Stoner y Pedrosa) y los demás, el Gran Premio de Malaisia huele a fiesta gorda de Il Dottore, que sumaría su novena corona, la séptima en las motos pesadas. Si eso no ocurre será que le ha ocurrido algo gordo, un descalabro monumental parecido al que le sobrevino a Lorenzo en Phillip Island.
"Todavía no estoy preparado para ganar el Mundial", admitió el piloto español
Colocado en la segunda fila de la parrilla, el mallorquín arrancó fuerte, por el exterior, aunque vio cómo dos de sus rivales, Hayden por el exterior y Kallio por el interior, se le colaban delante. Con el acelerador enroscado, el mallorquín se despistó, se echó encima de la Ducati del norteamericano y lio una buena. El golpe resquebrajó el disco de freno de su Yamaha, que al ser de carbono se rompió entero, de forma que Lorenzo se vio a más de 160 kilómetros, sin frenos, a la entrada de la primera curva, una de las más rápidas de todo el certamen (a vuelta lanzada se toma a más de 260 km/h). A pesar de que intentó meter la moto, los neumáticos, aún fríos, no aguantaron, así que Giorgio se fue recto, se desequilibró, cayó al suelo, dio varias volteretas, primero por la hierba y después por la arena, hasta que se quedó clavado junto a su Yamaha. El costalazo le provocó una erosión en el dedo meñique de la mano derecha y otra rascada en la nariz, aunque el dolor más intenso no fuera físico sino psicológico. A Lorenzo no le sabe mal haber perdido el título; lo que le destroza es habérselo servido en bandeja de plata a Rossi, quitarse de en medio.
"Lo que más me duele es haber cometido un error de júnior, no sé si ha sido un problema de concentración o de precisión", explicó el mallorquín, con un vendaje en el dedo y una gasa en la nariz. "No sé por qué me he caído. He salido bien pero me han adelantado, y no sé si me he ido demasiado hacia el exterior o qué ha pasado. Me sabe muy mal por Hayden, porque le he arruinado la carrera", reconoció el corredor de Yamaha, muy tocado, en una de las casetas prefabricadas que el circuito australiano pone a disposición de los equipos. El golpe psicológico fue tan fuerte que Giorgio llegó a asegurar que aún es pronto para afrontar sin miedo el último desafío que le queda, que está verde y que le falta recorrido. "Éste era un año para terminar subcampeón o tercero. Todavía no estoy preparado para ganar [el Mundial]", concluyó Lorenzo, que inicialmente tenía previsto pasar un par de días en alguna isla de Tailandia antes de viajar el jueves a Kuala Lumpur, pero que ahora, como las heridas le impiden tomar el sol, prefiere cambiar de planes, "reflexionar un poco", según dijo.
"Éste ha sido uno de los segundos puestos más divertidos de mi vida", soltó Rossi. Antes de tomar la salida, el italiano habló, como de costumbre, con Jeremy Burgess, su jefe de mecánicos. Le pidió que le informara en todo momento, desde el muro y con la pizarra, de la posición que ocupaba Lorenzo. "Me ha dicho que no iba a hacerlo. Que si yo podía verle significaría que estaba cerca, que iba rápido, y que si no lo veía, que todo iba bien porque estaba más atrás. Así es Jerry", dijo Il Dottore. Nada más caerse el español, el técnico australiano dio la orden a uno de sus mecánicos, que sacó la pizarra con la inscripción Lorenzo out (fuera). "El principal objetivo ahora es conseguir el título en Malaisia. Antes de la carrera habría firmado con sangre poder recuperar 20 puntos", convino el 46. Una de las virtudes que han hecho de él un mito viviente es su inconformismo. Es por eso por lo que a finales de semana se plantará en Sepang con la intención de ganar la carrera el domingo. Así es Rossi, y que dure.
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