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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El poder no hace huelga

El poder corrompe, el poder impone, el poder domina; somete, subyuga, avasalla, vence, sojuzga, oprime, esclaviza, conquista y tiraniza; abusa, invade, ocupa, asalta, pelea, asedia, apresa, reprende, molesta y mortifica; humilla, ofende, persigue, ultraja, atropella, maltrata, profana, obliga, violenta, irrumpe, ataca, acomete, bloquea, captura, arremete, lucha, acorrala y machaca, pero no hace huelga.

El poder cautiva, encanta, seduce, atrae, emboba, embelesa, absorbe y maravilla; pervierte, vicia, deprava, daña, malea, degenera, adultera, contamina, arruina, deteriora, perjudica, estropea, inutiliza y menoscaba; pero no hace huelga.

El poder amonesta, riñe, regaña, increpa, reconviene, predica y sermonea; fastidia, incomoda, carga, importuna, aflige, atormenta, martiriza, tortura, apesadumbra, doblega, agravia, escarnece, hostiga, atosiga, apremia, aprieta y acosa, pero no hace huelga.

La mayoría de los jueces no siente que encarnan un poder del Estado

El poder conspira, traiciona, manipula, se regodea, conjura, confabula, concierta, castiga, sanciona, escarmienta, multa, inflige, perdona, indulta, condona, exime, se enriquece y reparte prebendas y favores, pero no hace huelga.

El poder, entre otras muchas cosas, construye, dirige, administra, tutela, edifica, propone, premia, recompensa, ensalza, preside, pacta, negocia, gobierna y, sobre todo, manda. Pero no hace huelga.

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Los jueces constituyen uno de los tres poderes del Estado: el poder judicial. Cada uno de los jueces y magistrados encarna el poder e imparte justicia directamente. Y ustedes se preguntarán: Si cada uno de los jueces es un poder en sí mismo y el poder no hace huelga, ¿por qué muchos de los jueces hicieron huelga el 18 de febrero pasado y algunos menos también la han hecho ahora?

Pues verán, al margen de la cuestión política de que una asociación de talante conservador, próxima al Partido Popular, quiera apretar las clavijas a un Ejecutivo socialista o de lo razonable de la mayoría de las reivindicaciones formuladas en febrero -redefinir la carga máxima de trabajo por cada órgano judicial, mantener la facultad de señalar juicios, incrementar los medios materiales para ejercer la función, suprimir el traslado forzoso por ascenso y mejorar los salarios- y casi todas atendidas, lo que se aprecia desde fuera es que la mayoría de los jueces de a pie no siente que encarnan un poder del Estado.

No me refiero a los magistrados del Tribunal Supremo, ni a la mayoría de los de la Audiencia Nacional, ni a los que integran las cúpulas de los tribunales superiores de justicia, sino a los demás, al resto de los 4.573 jueces en activo de toda España, que llevan juzgados de instrucción, de primera instancia, de lo social o de lo contencioso, en muchos casos sobrecargados de trabajo, cuando no atascados.

Parece que esos jueces no se consideran un poder del Estado, sino unos funcionarios, más o menos privilegiados, pero funcionarios. Quizá porque tienen que negociar con el Ministerio de Justicia sus exigencias pero ellos no tienen semana caribeña, de martes a jueves, ni coche oficial, ni escoltas. En muchas ocasiones se tienen que llevar el trabajo a casa para poder sacar el juzgado adelante y su imagen se ve perjudicada por los errores de otros en casos mediáticos.

Sin embargo, a pesar de todas las dificultades, la Constitución establece que "la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por jueces y magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley".

Decía Nietzsche: "Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes", y concluía: "Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo".

Quizá los jueces, no sólo unos pocos, deberían ser conscientes de la alta función que desempeñan en beneficio del ciudadano. Porque el poder no necesita demostrar que lo es y tampoco hace huelga.

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