Reproches a Bar Refaeli por eludir el servicio militar
A guantazo dialéctico se ha enzarzado la modelo israelí Esti Ginzburg con la más cotizada de sus colegas compatriotas, Bar Rafaeli, que para más inri ha preferido otros lares -Los Ángeles- para fijar residencia. El asunto es de los que despierta sentimientos de rabia y desprecio en el israelí medio, ese que se viste de caqui nada más abandonar la adolescencia. A Ginzburg no le hace ni pizca de gracia que su colega Rafaeli eludiera -mediante matrimonio y divorcio inmediato- el servicio militar de dos años que muchas mujeres cumplen en Israel.
Rafaeli no es de las chicas piadosas que por motivos religiosos o de las jóvenes que por razones familiares pueden legalmente evitar el servicio en el Tsahal. Simplemente, tenía otras prioridades. Salirse del carril tiene su precio en Israel. Y Ginzburg prefiere seguir el patrón. Preguntada por el diario Yediot Ahoronot por el mensaje que enviaría a su afamada rival, portada de revistas prestigiosas, respondió: "Para ayudar y ser parte del Estado de Israel, alistarse es una obligación, no una elección", arremetió la joven de 19 años.
Aunque, ciertamente, no es así. A los chavales ultraortodoxos, que no son pocos, se les pone en bandeja la posibilidad de continuar sus estudios de la Torá en lugar de enfundarse el uniforme. Más del 30% de los mozos y mozas, y no sólo los que se dejan crecer los tirabuzones, se escaquean. No es extraño saber de estudiantes laicos que escogen largarse a otro país antes que ingresar en el Ejército. "El servicio militar", continuó Ginzburg, "es parte de las cosas en las que creo, de los valores en los que fui educada". Rafaeli, que ha padecido campañas de boicoteo a los productos que promociona por eludir el servicio militar, ya dijo hace años que no entendía qué es eso de dar la vida por la patria.

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