Un nuevo Río para 2016
Lula asegura que la palabra favela desaparecerá para los Juegos - Unos 8.500 millones de euros transformarán la ciudad y se plantarán 24 millones de árboles
Los cariocas ya se han despertado del sueño de la victoria olímpica, pero siguen soñando. Ahora, con la metamorfosis que va a sufrir Río de Janeiro ante los Juegos de 2016. Que todo Brasil siente la victoria como suya lo demuestra el hecho de que todos sus ciudadanos tienen un deseo concreto para la ciudad más risueña del país.
Hasta el presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, gran artífice de la victoria ante el Comité Olímpico Internacional (COI), tiene un sueño para Río que va más allá de los Juegos: que desaparezca de su diccionario la palabra favela. Quiere que con ocasión de la cita olímpica ya nadie hable, por ejemplo, de la favela de la Rosnha o de la triste favela del Compleso Alemão, sino de otros tantos "barrios" de la ciudad. "Va a surgir una nueva ciudad dentro de la ciudad", dijo ayer.
Brasil pretende alejar de la droga a miles de jóvenes mediante el deporte
Todos los gastos y las inversiones podrán seguirse a través de Internet
Incluso el gobernador de São Paulo, ciudad tradicionalmente enfrentada a Río, el socialdemócrata José Serra, que disputará seguramente las elecciones presidenciales el año que viene, ha puesto a disposición de Río los recursos de su rico Estado, que recoge el 25% del PIB nacional, sin rivalidades y con espíritu de verdadera colaboración. Se calcula que con motivo de los Juegos se invertirán 22.000 millones de reales (unos 8.500 millones de euros).
Los ecologistas también están exultantes ante el anuncio de que Río será de verdad una ciudad verde, en la que, según ha anunciado ya el alcalde, Eduardo Paes, serán plantados nada más y nada menos que 24 millones de árboles. Ello, a pesar de que Río ya es una ciudad con mucho verde y la selva llega a lamer las playas más famosas del mundo.
Todas las obras que serán realizadas con motivo de los Juegos llevarán el sello verde: deberán ser ecológicamente correctas, usando energías alternativas, como la solar o la eólica, o mediante el aprovechamiento del agua de lluvia. Está prevista la descontaminación de la degradada bahía de Guanabara, que diera el nombre a la ciudad de Río, y de las lagunas de la Barra de Tijuca, eternamente abandonadas. Todos los edificios con más de 180 metros cuadrados construidos para los Juegos deberán sujetarse a los criterios ecológicos para disminuir la emisión de CO2
y también será compensada, por ejemplo, con la plantación de árboles el área usada para la construcción. Será construido también un pabellón de cambios climáticos en el Parque Olímpico con un espacio científico para que los visitantes puedan tomar conciencia de la importancia del medioambiente.
El apartado de la construcción civil será una de las metas más importantes con motivo de los Juegos. Deberá contarse con un 50% más de la actual capacidad hotelera además de con innumerables nuevos edificios para el uso de nuevas empresas. Los Juegos, además, se van a juntar a los proyectos ya en curso de la alcaldía de Río, que prevé la total transformación de la degradada zona del puerto, en la línea de lo que se hizo en Barcelona en 1992. Allí surgirán museos, centros culturales y miles de nuevas tiendas y oficinas.
Los Juegos van a transformar totalmente el caótico sistema actual de transportes de la ciudad, de 10 millones de habitantes, que cuenta hoy con más de 40.000 autobuses públicos, más miles de piratas, y prácticamente sin metro. Precisamente, está prevista hasta 2016 la construcción anual de una nueva línea de metro y serán levantados nuevos corredores rápidos de tránsito con espacios verdes y el mínimo de cemento.
Se calcula que en Río se hará durante los siete años que faltan para la gran cita olímpica lo que no se ha hecho durante 50, muchas veces por la parálisis a la que llevaban las luchas políticas internas entre los partidos que gobernaban el Estado y la ciudad. Esta vez, el gobernador, Sergio Cabral, y el alcalde, Paes, que en Copenhague lloraron abrazados al conocer la victoria, van a estar en total sintonía y con ellos los otros gobernadores de estados importantes y ricos del país, y el mismo Estado Federal, para hacer de Río la joya de la corona.
El reto, claro, es también deportivo. Al estilo de China con los recientes Juegos de Pekín, Río y Brasil pretenden remodelar la política de ayudar al deporte y llegar a 2016 con un grupo de atletas que eleven el número de medallas del país. Se trata además de un proyecto de inserción de miles de jóvenes que van a recibir a través del deporte una salida contra las tentaciones de entrar en las filas del tráfico de droga ante la falta de alternativas profesionales.
El 50% de las instalaciones olímpicas van a surgir en la zona de Jacarepaguá y el resto se distribuirá por toda la ciudad. El mítico estadio de Maracaná será totalmente transformado ya para la Copa del Mundo de 2014. La preocupación es que en el futuro dichas instalaciones puedan seguir siendo usadas y no abandonadas a su suerte. Otra de las preocupaciones de Paes es que las cuentas de los miles de millones que se gastarán en los Juegos sean publicadas oficialmente para evitar desvíos ilegales en un país en el que la corrupción a todos los niveles forma parte casi de la cultura nacional. Para ello ha sido ya anunciada la creación del programa Transparencia Olímpica. Los ciudadanos podrán seguir a través de una página de Internet todo el movimiento de cuentas de los gastos realizados o por realizar.
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