Un Lorenzo estelar
El español suma su cuarta victoria y recorta 12 puntos a Rossi, que termina cuarto
Diez minutos antes de que la carrera de MotoGP diera comienzo en el circuito de Estoril, todos los pilotos estaban formados en la parrilla de salida, subidos a sus motos o al lado de ellas, realizando estiramientos o esos ejercicios de concentración que les sirven de interruptor, que les enchufan, les concentran y les aíslan de todo lo que sucede a su alrededor. Jorge Lorenzo, colocado en la pole position, realizaba ejercicios de estiramiento, una pierna encima de la moto, mientras escuchaba, gracias a unas gafas equipadas con un sistema de mp3, a los Linkin Park. A su lado, Valentino Rossi se introducía los tapones en los oídos. Esta vez, el italiano apenas tuvo un gesto de complicidad con la multitud que le aclamaba desde las gradas. Detrás de sus gafas de sol negras, de pasta, esas que tan de moda se han puesto últimamente, Rossi observaba fijamente a Lorenzo. Estaba preocupado porque sabía que lo iba a tener más peludo que nunca para terminar por delante de su compañero de equipo, que había dominado las tres sesiones de ensayos del fin de semana y había confirmado que esta pista le chifla. Fue aquí dónde el año pasado estrenó su casillero de victorias en la categoría de las motos pesadas, gracias a un adelantamiento de película en la chicane que preside el trazado, en una maniobra que prácticamente ridiculizó al mejor piloto de todos los tiempos.
Al italiano se le acumularon los problemas; el balear fue inalcanzable
Ayer, el triunfo de Lorenzo fue mucho menos vistoso, puestos a definir de forma educada una carrera lineal y perezosa, aunque mucho más importante que aquél. Que los demás no estuvieran a su altura no debería ser un impedimento para reconocer que Lorenzo estuvo estelar. A nivel estadístico, se puede recalcar que se trata de su cuarta victoria de la temporada, un triunfo que, además, le otorga a Yamaha el título de constructores de forma automática. Sin embargo, aún más relevante es la cuarta posición de Rossi, un resultado que alimenta el pulso de brazo fuerte que mantienen los dos motociclistas más entonados del momento.
La experiencia que acumula Il Dottore en las carreras hace que, muchas veces, emplee los 20 minutos del warm up (calentamiento previo) para corregir los últimos desajustes que pueda tener su moto. Ocurre que, en Estoril, los problemas se le amontonaron. Para rematarlo, la temperatura de la pista a las diez de la mañana era de 22 ºC, muy lejos de los 40ºC que se registraron durante la sesión de clasificación del sábado o los 38ºC que hubo a la una de la tarde, momento en que cayó el telón. Ese factor acabó siendo determinante, porque Rossi no pudo probar los retoques que había planeado antes de salir a la pista. En esas condiciones, Lorenzo era inalcanzable.
Por una vez, el español arrancó bien, se zampó a Dani Pedrosa por el interior de una curva a la derecha (primera vuelta), casi sin inmutarse, y comenzó una escapada que terminó, al cruzar por debajo de la bandera de cuadros, 28 giros después. Entre medias, Casey Stoner, que reapareció tras haberse quedado en casa las últimas tres carreras, pasó por encima de Rossi en la segunda vuelta, por velocidad, y después se fue a por el catalán, al que abrasó en la siguiente, pero frenando. Para entonces, Lorenzo ya rodaba solo, sin nadie que le entorpeciera, a más de un segundo del australiano, una diferencia que fue in crescendo hasta llegar a los seis que clavó el cronómetro tres cuartos de hora después.
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