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Medina Azahara se explica a sí misma

Un nuevo centro museográfico y de gestión cambia las visitas al yacimiento

La manera de visitar Medina Azahara, uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del mundo, está a punto de cambiar. El viernes que viene, la Reina inaugurará en Córdoba la Sede Institucional y Área de Gestión Integral del conjunto histórico. Una celebración que durará semanas y contará con conciertos como los del sábado de Noa, Miguel Poveda y el músico argelino Rachid Taha. A partir de entonces, quien se asome a los restos del palacio califal más importante de la España Omeya, descubrirá el verdadero significado de las ruinas que ahora lo componen.

"La inauguración va a cambiar Medina Azahara en varios sentidos", confirma el director del complejo, Antonio Vallejo. "Por un lado, va a variar en la percepción del lugar, ayudando a los visitantes en la comprensión, explicación y posterior visita al lugar". Y es que algunos aspectos esenciales de Medina Azahara son fácilmente comprensibles por el visitante, como la importancia que para los habitantes del lugar tenían la naturaleza, el paisaje y su traducción en el uso y disfrute de los jardines.

"Enterramos el edificio, casi como si fuese una parte del yacimiento"
La arquitectura del recinto y el uso de la luz y el agua evocan el mundo árabe

"Pero, por otro lado, hay otros valores mucho más complejos que no llegan directamente y que tienen que ver más con un conocimiento y una explicación más profunda. ¿Qué es, cómo se formó, por qué, cuál es su importancia social, cómo era su arquitectura y cómo se representaba, cómo se destruyó y cómo se ha recuperado?", plantea Vallejo. "Todas esas preguntas sólo pueden responderse con la instalación museográfica que hemos añadido", contesta. El propio Vallejo ha sido, junto a Manuel Acién, profesor de Historia Medieval de la Universidad de Málaga, y un equipo de cuatro personas de Medina Azahara, quien ha dotado de contenidos al nuevo centro.

Para albergar la muestra y todos los servicios del complejo edificio, los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano han planteado un diseño de casi 10.000 metros cuadrados enclavado al lado de las ruinas y con vocación de pasar inadvertido. Después de caminar por sus salas, los huéspedes se desplazarán en autobús lanzadera hasta el yacimiento. En unos años, también será posible pasear a pie, de manera más natural, desde el museo, al enclave del palacio, que ya estarán plenamente integrados.

La idea de los arquitectos era jugar con la analogía del trabajo de los arqueólogos, que buscan historias bajo tierra. "Por eso decidimos hacer una excavación imaginada y enterramos el edificio, casi como si fuese una parte del yacimiento", explica Sobejana. También, en los materiales empleados y en el diseño, se mantuvo un diálogo con el pasado de Medina. "Nuestra arquitectura es plenamente contemporánea, pero el edificio está iluminado gracias a los patios, como en las casas árabes tradicionales. En nuestro caso, la piedra la sustituimos por el hormigón, recordando a los estucos blancos de Medina. Para recordar a los estucos rojos originales, usamos el acero oxidado". Todos estos componentes arquitectónicos, unidos al uso de la luz y el agua, permitirán al visitante vivir una sutil sensación de reminiscencia árabe en cada rincón.

Cuando se inaugure, la exposición se articulará en torno a los periodos más relevantes de Medina Azahara. Primero, como ciudad califal entre los años 936 y 1013. La muestra proseguirá centrándose en los habitantes de Medina, ilustrando su vida a través de piezas interesantes como la Cajita de Wallada o el Candil con forma de Rasiqu. La exhibición contará con una interesante muestra epigráfica y decorativa de la mezquita del yacimiento. Elementos vitales como el agua se representarán en piezas centrales, como el surtidor en forma de Cervatillo. La muestra sigue con los habitantes del Alcázar; con la vida del califa y su príncipe heredero, y la destrucción del complejo palaciego y posterior recuperación.

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