Porvenir y peligros
Es bien positivo el afianzamiento de un partido como Aralar, pues no se hablará más, si no se pretende la confusión, de una izquierda abertzale única. Ya nadie en el mundo nacionalista vasco -con violencia o no- tiene el monopolio de la idea independentista de izquierdas; y tampoco Aralar la posee en exclusiva por mor de las ilegalizaciones de otros (aunque sean a perpetuidad, según Rubalcaba). Por eso, hará mal Aralar, en la Comunidad Autónoma Vasca y en Nafarroa, si se cree que todo el monte es orégano y que va a captar mecánicamente todos los votos abertzales.
Un poco de prudencia es aconsejable para atemperar el crecimiento propio y la política de alianzas, que en Navarra adquiere otra dimensión compleja por la existencia de la coalición NaBai. La imagen de Aralar es, en general, moderna y su propaganda también. Si bien se echa de menos en Aralar (y en toda NaBai donde trabaja) una inquietud crítica por las inhumanas leyes de extranjería, que en Italia ya consideran a los sin papeles como delincuentes y en España llevan camino de hacerlo. Algo más de europeísmo bien entendido y universalidad de los derechos humanos no les vendría mal a Aralar, y no digamos a NaBai.
Y ya que hablamos de la coalición navarra, Aralar ha tratado a los independientes de NaBai (que no son pocos y la propia Uxue Barkos lo es) como unos competidores que le fueran a cercenar sus círculos de poder o su influencia dentro de la coalición. El resultado no es beneficioso para nadie, tampoco para el propio Aralar, que tendría que corregir esos recelos. Por su propio interés, como nos dicen en los aeropuertos para que no perdamos de vista nuestras maletas. Así mismo, debería saber consultar con el resto de las fuerzas políticas de la coalición y evitar el bochorno de los desacuerdos públicos, que en nada enriquecen a NaBai.
Aralar hace una ágil propaganda, de izquierdas y nacionalista. Pero tiene sus inercias del pasado -se vio en un reciente comunicado- y todavía no percibe que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad son, cierto, del Estado español, pero que éste es hoy un Estado social y democrático de Derecho; con todos sus criticables defectos (como los que hace poco ha indicado Amnistía Internacional), pero el español no es el Estado franquista, como creen, de modo enloquecido e irreal, los partidarios de la violencia.
Le deseo un buen futuro a Aralar en la CAV y en su trabajo en NaBai. Todos los males de la política -y de las guerras- provienen de sobreestimarse y subvalorar a los demás, aliados y adversarios. Deberían aprenderlo las huestes de Zabaleta, amén de no soñar siquiera que Nafarroa es igual que la Comunidad Autónoma Vasca; pues, para bien y para mal, está sobradamente demostrada la especificidad navarra y su diferente conciencia política y social.
José Ignacio Lacasta Zabalza es catedrático de Filosofía del Derecho.
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