_
_
_
_
Editorial:editorial
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El retorno de los incentivos

Los bancos de EE UU son los principales responsables de la crisis financiera detonada por las hipotecas basura y de la recesión que padece la economía mundial desde 2008. Una de las causas reconocidas de ese desastre fueron los incentivos perversos que se autoconcedieron los directivos de la banca en forma de bonus, premios variados, stock options y primas extraordinarias, a cambio de inflar artificialmente los balances con activos basura, sin valor ni garantías reales. En las cumbres financieras convocadas para coordinar el rescate financiero y luchar contra la recesión, algunos países (concretamente Alemania y Francia) exigieron una regulación estricta de las retribuciones de los directivos de aquellas instituciones que se salvaron de la quiebra con dinero público. Pero ha bastado que la crisis financiera se haya alejado (la recesión, sin embargo, sigue ahí) y que los bancos ayer al borde de la desaparición vuelvan hoy a los beneficios para que reaparezcan los blindajes millonarios, los bonus descomunales y los paracaídas dorados. Los ejecutivos bancarios ya no recuerdan la perversión de los incentivos que contribuyó al crash ni los dólares y euros de capital público que hubo que enterrar para evitar la catástrofe sistémica; han vuelto a la feliz normalidad de las primas suculentas recibidas a cambio de manipulados beneficios trimestrales.

Más información
Este bolsillo no se toca

La Unión Europea sí ha comprendido el valor político y económico de sujetar los bonus de los banqueros a un orden empresarial que minimice los riesgos del sistema. El jueves pasado, los 27 decidieron en Bruselas proponer en la próxima cumbre del G-20 en Pittsburgh que los bancos que no limiten los salarios de sus directivos sean sancionados. Ésta será la posición europea, pero Wall Street no comulga con la prudencia salarial. Así que el equipo de Obama se conformará con sugerir que se refuercen los poderes de los accionistas para controlar las retribuciones variables. Éste es el método que ha fracasado hasta el momento, porque la alta dirección de los bancos -y de casi todas las compañías- encuentra siempre el modo adecuado de premiarse a sí misma por méritos reales, dudosos o inexistentes.

En pura lógica, la retribución extraordinaria de un directivo debería estar relacionada con el aumento del valor de la empresa a largo plazo. Por tanto, el bonus no debería pagarse del todo inmediatamente, sino en plazos acompasados a la variación del valor de la sociedad. También es de lógica elemental que la mecánica retributiva debería ser de ida y vuelta; si un ejecutivo se embolsa una prima por aumentar el valor de su compañía, también debe ser penalizado si el valor disminuye. No es necesario subrayar que esta condición nunca se cumple. Y, por último, la remuneración, presente y futura, de todos y cada uno de los consejeros y de todos y cada uno de los directivos de una empresa o entidad bancaria deben ser aprobados públicamente por los accionistas, previo examen de conformidad por una comisión de retribuciones debidamente constituida con consejeros independientes. Tales exigencias chocan con las prácticas salariales arbitrarias y deshonrosas que han contribuido al crash financiero, y son motivo más que suficiente para pronosticar una feroz batalla subterránea en la cumbre de Pittsburgh alrededor del sueldo de los banqueros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_