Baucus y el umbral
El senador Max Baucus, presidente del Comité de Economía del Senado de EE UU, ha dado a conocer su valoración sobre la legislación propuesta, lo cual, por lo general, constituiría la base de la ley que finalmente surja de su comité. Y los partidarios firmes de la reforma sanitaria pronto se enfrentarán a su temida hora de la verdad.
Hace meses que está claro que cualquier ley para la reforma sanitaria que acabe siendo aprobada se quedará muy lejos de las esperanzas de los reformistas. Pero hasta una ley mala podría ser mucho mejor que nada. La pregunta es dónde trazamos la raya. ¿Cómo de mala tiene que ser una ley para que resulte demasiado mala como para votar por ella?
Pero la hora de la verdad no ha llegado del todo: tal y como está, la propuesta de Baucus tiene suficientes fallos como para hacerla inviable e inaceptable. Pero, dicho esto, la valoración del senador Baucus es mejor de lo que muchos de nosotros nos esperábamos. Si sirve como base para unas negociaciones, y el resultado de esas negociaciones es un plan más fuerte en vez de más flojo, los reformistas van a tener que tomar algunas decisiones difíciles respecto al grado de decepción con el que están dispuestos a vivir.
El borrador de reforma sanitaria del presidente del Comité de Economía del Senado debe cambiar
Como es lógico, aquellos que insisten en que debemos tener un sistema de pagador único -Medicare para todo- no aceptarán ningún plan que pretenda engatusar y coaccionar a las aseguradoras privadas para que cubran a todo el mundo. Pero aunque muchos reformistas, entre los que se incluye un servidor, preferirían un sistema de pagador único si estuviéramos partiendo de cero, la experiencia en otros países demuestra que ésa no es la única senda. Varios países europeos, entre ellos Suiza y Holanda, se las han apañado para tener una cobertura universal con un sistema de seguro médico esencialmente privado.
Y en el propio EE UU tenemos el ejemplo de la reforma sanitaria de Massachusetts, muchas de cuyas características se ven reflejadas en el plan de Baucus. El sistema de Massachusetts, introducido hace tres años, presenta muchos inconvenientes. Pero, como se afirma en un nuevo informe del Urban Institute, "ha conseguido gran parte de lo que se proponía hacer: casi todos los adultos del Estado tienen seguro médico". Si pudiéramos lograr lo mismo para la nación en su conjunto, aunque fuera con un plan que diste de ser ideal, constituiría una enorme mejora con respecto a lo que tenemos ahora.
De modo que algo que se parezca en líneas generales al plan de Baucus podría resultar aceptable. Pero los detalles son importantes. Y la mala noticia es que el plan, a estas alturas, es inadecuado o está mal concebido en tres aspectos importantes.
Primero, desvirtúa el denominado "decreto empresarial". La mayoría de los planes de reforma incluyen una cláusula en la que se exige a las grandes empresas o bien ofrecer a sus empleados cobertura sanitaria o bien sufragar un fondo que ayude a los asalariados no asegurados a través de su trabajo a pagar su propio seguro. Sin embargo, Baucus se pasa de listo al intentar vincular las cuotas de cada empresa a los subsidios que sus empleados acaban obteniendo.
Ésa es una idea terrible. Como señala el Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas, haría que las empresas se mostraran reacias a contratar a empleados de familias de ingresos bajos, y también originaría una pesadilla burocrática. Esta cláusula tiene que desaparecer y ser sustituida por una simple regla de o pagas o juegas.
Segundo, el plan es demasiado tacaño en lo que se refiere a ayuda financiera. Las familias de clase media baja, en concreto, acabarían pagando mucho más en primas de lo que se paga conforme al plan de Massachusetts, lo cual da a entender que en realidad muchos no podrán pagar el seguro. Arreglar esto supone gastar mucho más de lo que Baucus propone.
Tercero, el plan no crea una verdadera competencia en el mercado de los seguros. La forma correcta de crear competencia es ofrecer una opción pública, un sistema de seguro dirigido por el Gobierno que los ciudadanos puedan contratar como alternativa a un seguro privado. En cambio, el plan de Baucus propone una alternativa falsa, cooperativas de seguros sin ánimo de lucro, y pone tantas trabas a estas cooperativas que, según la Oficina de Presupuestos del Congreso, "no parece probable que establezcan una presencia significativa en el mercado en muchas zonas del país".
Naturalmente, el sector de los seguros está encantado con el plan de Baucus. ¿Hace falta decir más?
Por tanto, este plan tiene que cambiar. Lo importante ahora es en qué sentido cambia. Sería un desastre que la sanidad siguiera el mismo derrotero que el plan de estímulo económico a principios de este año. Como posiblemente recordarán, ese plan -que era claramente demasiado flojo incluso cuando se propuso en un principio- tuvo que hacerse todavía más flojo para conseguir el apoyo de tres senadores republicanos. Si sucede lo mismo con la reforma sanitaria, los progresistas deberían irse, y se irán.
Pero a lo mejor las cosas van por el otro camino y, por una vez, Baucus (y la Casa Blanca) presta atención a las pegas de los progresistas y hace la ley más fuerte.
Incluso si el plan de Baucus mejorara, en vez de empeorar, el resultado no será una ley que agrade a los reformistas. ¿Será, no obstante, una ley que supere el umbral de lo aceptable, una ley por la que puedan votar? Ya veremos.
Paul Krugman es profesor de Economía en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008. © 2009 New York Times Service. Traducción de News Clips.
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