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Análisis:EL CORNER INGLÉS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Ni mitos ni superhombres

- "Si Jesús tropezó, ¿por qué no habría de hacerlo yo?". Letra de una canción que Diego Maradona cantó en televisión en agosto de 2005.

El fiasco Maradona ha acabado de una vez y por todas con un mito al que nos deleita aferrarnos a los aficionados de a pie, aquél que dice que cualquier forofo del bar de la esquina podría ejercer de entrenador igual o mejor que un profesional curtido. Bueno, Maradona es el forofo del bar de la esquina -en este caso el que más ruido hace y el que más opina- y en su papel de seleccionador la está, como dicen en Argentina, recagando. La selección que entrena juega como él piensa, de manera impulsiva y caótica; de noche y con las luces apagadas.

La desastrosa experiencia argentina ha puesto punto final, de paso, a otro mito, el del superhombre: esa fantasía de que existen figuras redentoras en el fútbol, entrenadores o jugadores mágicos que con su mera apariencia en el escenario garantizan el triunfo. Ni Diego Maradona ni Leo Messi son Dios. El primero ha estado tan perplejo fuera del campo en los partidos clasificatorios para el Mundial (contra Bolivia, Ecuador y Paraguay) como el otro dentro de él. Tampoco Cristiano Ronaldo, el gran rival de Messi para el título de divinidad futbolística contemporánea, ha sido capaz de evitar las calamidades en las que ha caído la selección portuguesa en su intento de clasificarse para el Mundial.

Maradona ha demostrado de manera irrefutable que el trabajo de entrenador no lo puede hacer cualquiera

Propongamos otro mito, entonces, uno más humilde quizá: que un equipo de fútbol es un fiel reflejo del cerebro y la personalidad del entrenador. Inglaterra, donde los entrenadores suelen durar en sus puestos más que en España (o sea, algo más que el ciclo de vida de un mosquito), ofrece dos o tres buenos ejemplos. Alex Ferguson es un personaje peleón, agresivo, poco dado a la reflexión. Los cuatro o cinco equipos que ha armado desde su llegada al Manchester United en 1986 siempre han jugado según su forma de ser. Tácticamente poseen poca sofisticación (Ferguson ni siquiera entendió en la última final de la Champions que la única posibilidad de victoria contra el equipo de Pep Guardiola era por el camino de la defensa en masa y el contrataque). Pero luchan como los rusos en la batalla de Stalingrado y atacan con la bruta insistencia de las olas en el mar.

Arsène Wenger es un señor fino, estudioso y, en el contexto inglés, romántico. El francés del Arsenal es el único entrenador de la la Liga inglesa al que se le ha oído decir que en el fútbol debe premiar el espectáculo. Durante sus 13 años al mando del equipo londinense a veces ha triunfado, a veces no, pero en casi todos los partidos sus jugadores han tenido la mayor posesión del balón, han intentado mezclar el ritmo del juego, han demostrado afecto por la pelota.

Para el Liverpool de Rafa Benítez el balón es un objeto molesto que hay que quitarse de encima lo más pronto posible. Si con tres o, como mucho, cuatro patadas al esférico no se llega al gol, pues a replegarse todos, en perfecto orden, como los regimientos ingleses (también vestidos de rojo) cuando les asediaban en el siglo XIX las hordas del ejército zulú. Benítez (cambiando abruptamente de símil) piensa como un jugador de ajedrez que se cree capaz de vencer a rivales mejores que él con tal de organizar minuciosamente la defensa y esperar a que el rival se desconcentre y deje un hueco mortal.

A veces Benítez lo logra, y por eso se le considera, a su manera, un buen entrenador. Como mínimo, es un tipo serio, que ha sabido administrar inteligentemente el limitado talento del que dispone. A diferencia de Maradona, que resta, no suma. Está donde está porque sus compatriotas siguen siendo esclavos de un mito que se debería de haber enterrado cuando dejó de ser jugador. Hoy, y hace ya tiempo, destruye todo lo que toca, demostrándonos de manera tristemente irrefutable que el trabajo de entrenador no lo puede hacer cualquiera.

LIGA INGLESA: Arsenal, 4 (uno de Cesc); Wigan, 0. West Ham, 2; Liverpool, 3 (dos de Fernando Torres). Burnley, 3; Sunderland, 1. Aston Villa, 2; Porstmouth, 0. Bolton, 1; Stoke, 1. Hull City, 0; Birmingham, 1. LIGA ITALIANA: Nápoles, 0; Udinese, 0. Juventus-Livorno. LIGA ALEMANA: Bayern, 2; Núremberg, 1. B. Moenchengladbach, 2; Hoffenheim, 4. Stuttgart, 0; Colonia, 2. Hannover 96, 1; B. Dortmund, 1. Bochum, 2; Mainz 05, 3.

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