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Quedan cuatro días para una velada cultural en blanco
Columna
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Pandemia de desamor

Septiembre es el fin del amor. Al menos es el momento de la separación de muchas parejas, no sólo de esas que se abandonan tras un romance veraniego, sino de matrimonios longevos. En este mes aumentan un 30% los divorcios, una de cada tres rupturas conyugales se produce entre maridos y mujeres desengañados, dolidos y aún morenos.

Durante el año gran parte de los matrimonios llevan vidas más o menos independientes, cada contrayente atiende a un trabajo, a unas obligaciones domésticas, a unos intereses televisivos diferentes y en habitaciones distintas. La escasez de diálogo evita las fricciones y los días pasan mientras los niños crecen y los padres duermen espalda con espalda. Pero llega el verano y la intensa convivencia, la necesidad de compartirlo todo: la sombrilla, el coche, el aftersun, el silencio... Y entonces ese hombre y esa mujer descubren que ya no se aguantan o no soportan a la familia política (según la asociación de divorciados SOS Papá, la suegra o el cuñado rompen más parejas que la infidelidad). Y se acabó.

La Comunidad de Madrid es la región en donde más han crecido los divorcios

La Comunidad de Madrid es la región en donde más han crecido las rupturas; y la tercera, por detrás de Andalucía y Cataluña, en número de divorcios en el primer trimestre de este año. Pero lo más alarmante es la decreciente edad de las parejas fracturadas. Cada vez son más frecuentes los divorcios entre treintañeros, muchas veces con un niño. Los que estamos en esta edad empezamos a presenciar cómo se quiebran relaciones que vimos nacer, historias de amor que nos parecieron incombustibles entre amigos a los que visitamos en el hospital cuando tuvieron hace nada un bebé. Somos la primera generación de hijos de padres separados y divorciados y quizá por eso afrontamos precozmente y sin complejos el trámite del divorcio. Pero lo que resulta inevitable es el trauma del adiós, la sensación de fracaso, de ruina emocional, de soledad. Es cierto que se están poniendo de moda las "despedidas de casado", pero no deja de ser atípico festejar con champagne el abandono de una pareja y un hijo.

En España el número de divorcios prácticamente iguala al de matrimonios. De cada cuatro "hasta que la muerte nos separe" se traicionan tres, una ruptura conyugal cada cuatro minutos. El desamor es una pandemia que ataca con especial virulencia en septiembre y contra la que no existe vacuna. Sólo contamos con el analgésico del olvido y con el energizante de una nueva pasión. El divorcio es la cirugía de las relaciones amorosas enfermas y hay que dar gracias por su existencia. El divorcio express aprobado hace cuatro años y que permite la nulidad matrimonial sin separación previa y abaratando los costes ha liberado a multitud de personas con la celeridad y la energía de una bomba de fisión.

Pero ahora la crisis ha frenando el número de divorcios condenando a muchas parejas a seguir soportándose, a que los vecinos y los jarrones sufran sus desavenencias. Sólo en Murcia continúan separándose como en la era pre-Madoff, probablemente ellos tampoco sepan por qué. Lo que está claro es que hoy cuesta mucho vender la casa y eso dificulta el reparto de los bienes y el estreno de una nueva vida por parte de quien abandona el hogar. Estamos viviendo, pues, un septiembre especialmente duro.

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Es obvio que las penurias no lubrican ninguna relación, pero pueden convertirse en pólvora cuando ya hay una mecha prendida. Quienes no pueden separarse por la crisis agudizan su malestar y quienes lo han conseguido a pesar del cataclismo financiero lo han hecho con mayor conflicto. Parejas que no se ponen de acuerdo sobre las escasas o devaluadas pertenencias a repartir. Muchos padres no pueden pagar las pensiones alimenticias de sus hijos, se encuentran con deudas o incluso en el paro. Un divorcio cuesta unos 1.800 euros y hasta el doble si es contencioso. Un drama.

Así que si a usted le va bien, si no está atravesando una situación económica especialmente asfixiante, si todavía quiere a su pareja, si ella le quiere a usted, si su relación ha sobrevivido a un verano de diminutos apartamentos alquilados o de fatigantes viajes al extranjero, de suegras y cuñados, y todavía se siente enamorado... No se descuide, es septiembre, vacúnese contra la gripe de los estornudos y contra la otra, la que no tiene cura, practique el tratamiento preventivo de los besos.

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