La ciudad que quería ser grande
Sintra se enfrenta al desempleo, la inseguridad y la inmigración irregular
Sintra ostenta desde 1995 el título de Patrimonio de la Humanidad otorgado por la UNESCO. Decenas de miles de turistas visitan cada año esta ciudad portuguesa, en busca de la belleza de sus palacios y tras las huellas de monarcas y escritores. El centro histórico es la cara amable. Hay otra bien distinta, donde vive medio millón de personas (300.000 electores), que ya es la segunda circunscripción electoral de Portugal, después de haber rebasado a Oporto. Sintra ha experimentado en los últimos años una explosión demográfica, que no ha estado acorde con una mejora de las infraestructuras. Situada a media hora de Lisboa, está constituida por 20 freguesías (distritos) en crecimiento permanente, no tiene un hospital, ni un complejo deportivo digno de tal nombre, ni un Plan Director Municipal que responda a las necesidades actuales. Acumula, eso sí, buena parte de los problemas que padece Portugal, desempleo, inmigración ilegal, marginalidad, desintegración social, inseguridad
"Sintra es un ejemplo, pero un ejemplo negativo de Portugal", precisa Ana Gomes, 55 años, candidata socialista a alcalde de la ciudad en las elecciones municipales del próximo 11 de octubre. Las legislativas del 27 acaparan toda la atención de los medios de comunicación, sobretodo la televisión, y apenas hablan de las elecciones locales, lamenta Gomes, diplomática de carrera con una larga trayectoria política en la esfera internacional. Como diputada del Parlamento Europeo desde 2004, cargo que todavía ocupa, fue la primera en denunciar los vuelos secretos de la CIA y las prisiones clandestinas de EE UU. Anteriormente, fue embajadora de Portugal en Yakarta, donde lidió con el conflicto de Timor oriental.
Gomes está decidida a dejar las reuniones en Estrasburgo y las misiones de paz para presidir el Ayuntamiento de Sintra, ciudad en la que ha vivido muchos años y en la que está empadronada. Enfrente tiene un adversario difícil de batir. Fernando Seara, alcalde de Sintra desde hace ocho años y candidato a la reelección por el conservador Partido Social Demócrata (PSD), domina la política mediática gracias a su presencia habitual en televisión. Comenta semanalmente la actuación del equipo de fútbol del Benfica en el programa Prolongamento (Prórroga) del canal TVI24, y antes lo fue de la cadena SIC. Además, es el marido de la conocida periodista televisiva Judite de Sousa, lo que le facilita una exposición adicional en los medios.
Ana Gomes no tira la toalla en su nuevo desafío político. "Sintra ha ido hacia atrás mientras Portugal ha avanzado. En muchos aspectos está más rezagada que el país", insiste. "Quien más se beneficia del potencial cultural y turístico de Sintra son Cascais y Lisboa, porque la mayoría de visitantes duermen fuera por falta de hoteles".
Algunos distritos de esta circunscripción tienen más habitantes que muchos municipios de la gran Lisboa. Y siguen creciendo, en muchos casos con pobladores ilegales. Varios de los núcleos de Sintra son esencialmente ciudades dormitorio. El tren suburbano es de los más concurridos de Europa, y la autopista Lisboa-Sintra, de las más congestionadas. Basta ver los tremendos atascos en horas punta.
Isidoro Rocha, portugués, de 59 años y vecino del distrito de Rio de Mouro, de 60.000 habitantes, dice que "la seguridad es uno de los problemas más graves. La gente tiene que aprender a vivir en comunidad, pero eso tiene que venir de allá arriba, de quien manda". Geovane Teles, brasileño de 21 años, reclama trámites "más fáciles y rápidos" para legalizar a los inmigrantes brasileiro, y billetes de tren "más baratos".
Ana Gomes recorre las freguesías, donde reparte pasquines, entra en comercios, participa en debates públicos Una actividad frenética con el objetivo primordial de darse a conocer. "No tengo la televisión", recuerda. El día en que se realizó este reportaje visitó diversas fábricas de mármoles, la principal industria en distritos como Pero Pinheiro y Montelavar. Son negocios familiares que, pese a los efectos de la crisis, sobreviven gracias a la demanda exterior, procedente sobretodo de los clientes de Oriente Próximo. "El Ayuntamiento sólo nos complica la vida, nunca nos ayudó en nada", comenta Manuel Broas, dueño de Marmores da Granja, empresa fundada en 1986.
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