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Crítica:MUSICAL | 'Hoy no me puedo levantar'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Que reaparezca Mecano, por favor!

Pocas veces una historia tan corta, chicos de provincias extraviándose y triunfando en la urbe, necesita tanto tiempo, tres horas, para ser explicada. Pocas veces un repertorio tan atractivo como el de Mecano, necesita menos tiempo para ser destrozado, pues en apenas dos canciones se intuye lo que se avecina. Pocas veces resulta tan patente la perversa consecuencia de programas televisivos sobre aprendices de cantante y de bailarín, capaces de poner sobre un escenario a vocalistas que consideran la interpretación una exhibición atlética de voz y a bailarines que confunden elasticidad, cuando la tienen, con expresividad y plasticidad. Y pocas veces, muy pocas, se echa tanto en falta al grupo que hizo famoso un repertorio. Si la finalidad de Hoy no me puedo levantar era reivindicar a Mecano, se puede asegurar que este musical lo logró plenamente. Tras verlo se lamenta que para escuchar sus canciones en vivo sea preciso ir al teatro en pos de un musical.

HOY NO ME PUEDO LEVANTAR

Teatro Tívoli. Barcelona, 8 de septiembre.

Nostalgia al margen, pese a que no se puede olvidar que el gancho fundamental del espectáculo son las canciones de Mecano, se hace difícil encontrar sentido a un montaje en el que la interpretación teatral es tan endeble y amateur, el guión tan consabido y ramplón, los personajes tan lineales, la coreografía tan poco imaginativa y la escenografía tan parca. La presunta reivindicación de los ochenta queda en una sarta de tópicos sólo superada en su grosería por la vulgar contraposición de un homosexual -por supuesto artista, sensible y alocado- con un heavy -por supuesto bruto, cateto y corto- como motor humorístico de la obra.

Aun con todo, este desaguisado escénico podría sobrellevarse si las canciones de Mecano sonasen con un mínimo de verosimilitud. Pero no es el caso. Entre muchos ejemplos posibles, las interpretaciones a grito pelado de temas tan delicados como Mujer contra mujer, el cambio de registro de Perdido en mi habitación, el aflamencado turístico aplicado a Una rosa es una rosa o la recia interpretación de la hermosísima Cruz de navajas no hacen sino agrandar en el recuerdo a Ana Torroja. Aun con todo, la obra muestra un activo: la primera parte es tan rematadamente endeble que la segunda, en la que la acción se precipita acelerada en un descenso a los infiernos del drama, parece mejor. Algo es algo.

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