Cocina inglesa
Narrativa. Precedida por la fama de su comedia étnica Siete mares, trece ríos, y la sutil orquestación de tipos y economía de lenguaje de Azul Alentejo, su segunda novela, tan diferente a la anterior que parecía escrita por diferente mano, llega ahora En la cocina, donde Monica Ali (Dhaka, Bangladesh, 1967) intenta un nuevo registro con la ambición de retratar la sociedad londinense desde el vientre de una cocina. Gabe Lightfoot, 42 años, chef del hotel Imperial, se enfrenta a una crisis existencial. Tiene a su cargo un irritante lumpen multirracial y debe tratar con jefes sin escrúpulos. Se ha asociado con un cínico diputado laborista y un empresario aburrido para abrir su propio restaurante. Y entonces un friegaplatos muere en un sucio rincón de sus dominios. Este hecho, junto con el cáncer terminal de su padre, le golpean y despiertan. Tal vez por eso refugia en su casa a Lena, inmigrante que pasó por su cocina tras huir de la mafia de la prostitución. A partir de ahí, la caída de Gabe se vuelve inminente y conmueve al lector.
En la cocina
Monica Ali
Traducción de Eugenia Vázquez
Duomo ediciones. Barcelona, 2009
561 páginas. 19,50 euros
Monica Ali quería hacer una novela de ideas trufada de personajes vivos, una metáfora del Londres contemporáneo; quería mostrar la pérdida de identidad británica y el empuje sordo de las masas foráneas que sobreviven en el sótano. Lo ha conseguido a medias. Su modelo podría ser Casa desolada, del gran Dickens, donde una mansión se convierte en el espejo de un mundo imperial que empieza a desmoronarse. El problema es que la escritora partió de una idea o varias -cocinadas a fuego lento o rápido, según los casos-, dejando en segundo plano la verdadera sustancia novelesca, el pulso negro de la vida, tan dickensiano. Los diálogos la traicionan y algunos personajes (el pastelero Albert, la jamaicana Oona, el pérfido maître Gleeson, la novia cantante Charlie) rezuman estereotipos. Sobran páginas y tramas secundarias. La tensión inicial se va diluyendo y el protagonista pierde consistencia a medida que gana heroísmo de manera un tanto forzada. En contrapartida, la novela tiene buena prosa, brillantes escenas de cocina (tema que podría haber hecho más "visible", en detrimento del tema borroso del padre), páginas divertidas, y deja intacto el prometedor futuro de Ali para la comedia.
![Monica Ali retrata el Londres multirracial de la actualidad.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/JRGSO6JZZPB52PXPJU3PROYHFI.jpg?auth=a034f4b72bbad7ca7211c228709b8b7a8fbb613c13e44e27e47ed44e35f71a75&width=414)
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