Una mujer generosa y única
El miércoles fue uno de esos días que te da un vuelco el corazón al pasar por la página de obituarios de EL PAÍS. Y es que me acababa de enterar del fallecimiento de Reyes García de Castro, la fundadora de Sevilla Acoge, y de ésta me vuelvo agnóstico perdido.
Ahora lo justifico: la traté muy fugazmente con ocasión del certamen literario que convocó su Cepaim para promover la interculturalidad y la convivencia con la emigración, pero fue suficiente para comprobar la pasta de humanidad de la que estaba hecha esa maravillosa mujer. Su menudo cuerpo escondía a un ser excepcional, preocupada siempre de los más desfavorecidos tras su paso por África, y encima con una sempiterna sonrisa que se le había pegado a la piel de sus labios.
Así es que si no es para abonarme a la causa de los agnósticos que venga Dios y lo vea. Y por cierto, en caso de existir quiero que me explique por qué se ha llevado a Reyes con tan sólo 62 primaveras cuando aquí nos era tan necesario su ejemplo de mujer generosa, bondadosa, única...
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