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Crónica:1ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Acto de fe de Toquero

Una cabalgada desesperada del delantero da al Athletic un triunfo que no mereció ante un Espanyol que extrañó a Jarque

Languidecía el partido en San Mamés con la apatía y parsimonia con que se apagan los tibios veranos de Bilbao. Sesteaba el personal con un Athletic plomizo, denso, repetitivo, y un Espanyol blando, ligero, conformista. Sólo Clos Gómez, atinado en la aplicación de la ley de la ventaja y calamitoso en todo lo demás, y los malabarismos del imberbe Muniain, todos prodigiosos, ninguno provechoso, lograban alterar el biorritmo de una afición, la bilbaína, que si se reprimió a la hora de exteriorizar su descontento fue únicamente para que a su entrenador no le diera una pataleta como la de la víspera, día que eligió Joaquín Caparrós para reivindicar la vigencia de su obra en Bilbao y pintar un horizonte terrible, apocalíptico, si todos, jugadores, aficionados y periodistas, no reman en la misma dirección en Bilbao, ese sitio tan excéntrico donde futbolistas de la tierra retan a selecciones mundiales.

ATHLETIC 1 - ESPANYOL 0

Athletic: Iraizoz; Iraola, Ustaritz, Amorebieta, Castillo; De Marcos (Susaeta, m. 53), Gurpegui, Javi Martínez, Muniain (Gabilondo, m. 89); Toquero (Yeste, m. 87) y Llorente. No utilizados: Armando; Koikili, Iturraspe y David López.

Espanyol: Kameni; Pillud, Roncaglia, Pareja, David García (Chica, m. 61); Nakamura, Moisés, Verdú, Luis García; Iván Alonso (Callejón, m. 87) y Tamudo (Ben Sahar, m. 77). No utilizados: Cristian Álvarez; Márquez, Coro y Forlín.

Gol: 1-0. M. 77. Toquero.

Árbitro: Clos Gómez. Amonestó a Amorebieta, Susaeta, Roncaglia, David García, Nakamura, Verdú, Moisés y Luis García.

Unos 32.000 espectadores en San Mamés. Ningún acto en memoria de Dani Jarque.

Al conjunto catalán le faltó agresividad en el primer tiempo y fuelle en el segundo

Cuando mayor era el tostón, cuando más absurdo resultaba el ir y venir de futbolistas, cuando más patente era la impericia rojiblanca y más evidente la pájara blanquiazul, un acto de fe iluminó la Catedral. Envió Susaeta un zurriagazo que el hombro de Toquero, prodigioso, transformó en balón. De inmediato vio el delantero alavés el camino hacia la redención y creyó Toquero, sin que importara que estuviera reventado de tanto tajo, que 30 metros y un esfuerzo bárbaro le separaran de Kameni, que no hubiera dado una a derechas, que Caparrós se dispusiera a mandarlo a la caseta. Allí se fue, con la determinación de los conversos, el más agonístico de los futbolistas, un tipo con trazas de mediofondista castellano, un estajanovista en la pasarela del buen vivir. Ganó Toquero el pulso a la zaga catalana, penalizada por el calamitoso Roncaglia, y ajustició a Kameni. El gol premió en exceso a un Athletic que no mereció la victoria y sancionó en demasía a un Espanyol que no se decidió a ir a por ella.

Con seis partidos oficiales en las piernas, el Athletic planteó un pulso físico al Espanyol, equipo sacudido por el drama en la pretemporada y, por tanto, muy justo de fuelle. La apuesta de Caparrós pareció acertada de salida, pues el Athletic generó hasta tres ocasiones en un pis pas a un Espanyol que se defendía de modo lastimoso. Sin embargo, que el ataque bilbaíno orbitara en torno a Gurpegui no acababa de ser un buen síntoma, pues el centrocampista navarro siempre estuvo más dispuesto para lo grueso que para lo fino. Su omnipresencia contrastaba con la inactividad de Muniain, la torrija de De Marcos y la desidia de Llorente.

Diez minutos le duró al Athletic la inspiración, el tiempo que tardó en brotar un Espanyol virtuoso. A lomos del imperial Verdú y del sutil Nakamura, un zurdo que hizo diabluras por la derecha, el conjunto de Pochettino hizo que el Athletic se arrugara, sin que las prodigiosas irrupciones de Muniain lograran sacarlo del brete. Al Espanyol, tan purista, tan armónico, le sobró en ese primer tiempo afán estético y le faltó remangarse para ajusticiar al Athletic, al que tuvo contra las cuerdas también en la segunda mitad, pero las fuerzas no eran ya las mismas. Tampoco le sobraban a Toquero, pero su fe y su galopada alegraron la tarde a San Mamés.

Toquero intenta un remate entre Pareja y David García.
Toquero intenta un remate entre Pareja y David García.TXETXU BERRUEZO

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