El paro, una consecuencia
Señalaba Cristóbal Montoro que esta crisis tiene como único problema el paro. Creo que para un catedrático en Hacienda Pública, es un dictamen demasiado simplista, a no ser que lo que se pretenda sea otra cosa.
Quisiera recordarle que el problema contrastado que arrastra nuestra economía no es otro que la demolición controlada de la economía productiva que empezó con la Ley del Suelo de 1998, en plena era Aznar; ley que entre otras cosas dejaba las puertas abiertas a la urbanización de todo lo que no estuviera protegido de manera especial. O sea, que menos los parques regionales o nacionales, todo es aprovechable. Esto hizo que nuestra economía se apalancara en posiciones fáciles, simplemente abastecer al ladrillo, dejando en la cuneta a la industria tradicional manufacturera, que tan buenos resultados nos dio en las décadas de los años sesenta, setenta y ochenta y al I+D básico.
Es cierto que mientras funcionó, las arcas del Estado se llenaban y parte del tejido productivo ganaba dinero, pero el ladrillo es la economía que menos dinero retorna a la industria para la renovación tecnológica, formación, I+D, etcétera y la que más circulante inmoviliza, dato éste muy importante con los actuales planteamientos impositivos, que dependen en gran medida del consumo.
Todavía recuerdo el "España va bien" de José María Aznar y ahora vemos que, efectivamente iba bien, pero para los que se forraban con su política; no exculpo al Gobierno de Zapatero, pero ¿se podía hacer algo? Posiblemente, no; la inercia dejó poca maniobra y reconvertir a más de dos millones de trabajadores de la construcción es poco menos que una misión imposible. Aunque ya que Montoro tiene muy claro cuál es el problema, ¿tendrá igual de clara la solución?
Concluyo, el paro no es el problema, es la consecuencia.
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