México sucumbe a su propia crisis
A la dependencia de EE UU se suman décadas de problemas estructurales
Fábricas cerradas y trabajadores despedidos. Eso es lo que se ve hoy en Monterrey, la capital industrial de México, a ojos del empresario Fernando Turner. "Estamos atrapados en ideas muy equivocadas de los tecnócratas. De un lado tenemos a los monopolios y a los oligopolios internos, que están en todas las ramas de la economía, y por el otro tenemos la liberación al exterior. Entonces, los empresarios que competimos con el exterior lo hacemos con el Gobierno, los monopolios privados y los públicos colgados de nuestros hombros, y así es muy difícil".
Turner fabrica convertidores catalíticos y es todo menos un proteccionista. Tiene plantas en Venezuela, Polonia, Suráfrica y en Estados Unidos. En México están operando a la tercera parte de su capacidad y, según sus cálculos, el gremio de las autopartes ha despedido en Monterrey en un año a un 50% de los trabajadores. Es miércoles 25 de agosto y mientras con una voz pausada Turner describe la situación, en Internet los medios de comunicación informan de la más reciente de las malas noticias que ha traído el verano sobre la economía mexicana: en julio, la cifra de desempleados llegó a 2,8 millones. Unos días antes se había conocido que el producto interior bruto (PIB) cayó en el segundo trimestre del año un 10,3% con respecto al mismo periodo de 2008.
La gran duda es si el Gobierno dejará que los gastos disparen el déficit
La reforma fiscal y la energética son dos asuntos siempre aplazados
En México, cuando de economía se trata, hay dos bromas de mal gusto. La primera es recordar que, en febrero de 2008, el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, vaticinó que los efectos de la crisis internacional iban a representar apenas un "catarrito". La segunda, el "ya tocamos fondo" que entonan los portavoces del Gobierno. Distintos analistas consultados coinciden en que el problema no es si ya se tocó o no fondo, sino que la crisis internacional ha desnudado la realidad en la que vivía México y que sus autoridades se empeñaban en negar: 73.587 millones de dólares en reservas, una inflación que Hacienda calcula que con crisis y todo no llegará al 4%, una moneda que en el último informe oficial se había apreciado en lo que va de año un 7% -gracias a los 29.000 millones de dólares inyectados por el Banco de México- y la abundancia de recursos que trajo el encarecimiento del petróleo previo a 2008 permitieron que por años se sobrellevara la situación. Pero los costes de la crisis han empezado a llegar y, con ellos, las voces que llaman a discutir las medidas para salir de la misma con una respuesta que vaya más allá de la coyuntura.
El primer paso lo tiene que dar el Gobierno. Antes del 8 de septiembre presentará su paquete económico para el ejercicio 2010. Los 32 Estados reclaman más recursos, mientras el Gobierno calcula que, por la crisis y la caída de las ventas petroleras, el agujero fiscal de 2010 será de 300.000 millones de pesos (más de 16.000 millones de euros). Y mientras, se acumulan las señales de alerta: las remesas de los inmigrantes mexicanos en junio pasado fueron un 15,1% menores a las del mismo mes del año anterior, el impacto sobre el turismo por los efectos de la gripe A fue del 0,3% del PIB y las cifras del desempleo rompen barreras.
La gran pregunta es si el Gobierno de Felipe Calderón se atreverá a plantear un déficit histórico o si, como apuntan analistas y empresarios, seguirá en su tendencia de administrar la crisis, mantener a toda costa la estabilidad financiera macroeconómica (el déficit de este año, después de recortes y redistribución de fondos, fue del -1% del PIB). En términos llanos, si se limitará sólo a "nadar de muertito", como se dice en México cuando alguien se limita a flotar, pero no decide ni su rumbo ni su ritmo de navegación.
"Lo que estamos viviendo hoy es una crisis y lo que vivimos anteriormente es lo que algunos hemos dado en llamar, un poco por provocar, un estancamiento estabilizador, queriendo decir con esto que un crecimiento muy lento, muy por debajo de los requerimientos de esta sociedad tan grande, tan desigual y tan joven [...] que en buena medida responde a una política económica orientada a garantizar la estabilidad financiera al coste que sea. Los resultados ahí están". El análisis es de Rolando Cordera, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México. "Lo que a mí me da mucho temor es que se vuelva a imponer este criterio prácticamente único de estabilización financiera a ultranza y esto nos lleve a una situación en la que ni siquiera podamos decir que ya estamos en el fondo, sino que empecemos a cavar otro fondo".
Por su parte, el economista Gerardo Esquivel señala que el Gobierno va "a tener que plantear un déficit, quizá no muy grande, quizá dos puntos del PIB, quizá un poquito más, y así van a tratar de administrar la crisis. Eso es una forma de evadir la discusión de fondo, que implica dos cosas: una es la falta estructural de recaudación fiscal del Estado mexicano, y dos, el exceso de gasto en el que haya incurrido el Gobierno en los últimos años".
México es uno de los países que menos recauda. Si se le quita el rubro petrolero, la renta apenas rebasa el 10% del PIB, la mitad que países como Brasil o Chile. Por si fuera poco, lo captado por el impuesto sobre la renta cayó un 13,6% entre enero y julio de este año. Si algo se ha filtrado de los planes de Hacienda para 2010 es que podrían proponer que el impuesto predial [impuesto anual sobre la propiedad] sea un nuevo motor de la recaudación, y también el fin de subsidios en precios de gasolina, gas y electricidad.
"El tema de impuestos no es el principal, es el del déficit. [...] No deberíamos tenerle miedo a un déficit del 5% o 6% para el año entrante. Y salir al paso de esta mala puntada de la Secretaría de Hacienda de hacer recortes en medio de la contracción. [...] Porque parar los proyectos de infraestructura, incluso los más elementales, es algo que no entiendo, no creo que quepa en ninguna de las doctrinas económicas en boga", insiste Cordera.
Desde Monterrey, Turner se suma a esa crítica: "Los mexicanos llevamos 25 años viviendo en un mundo al revés, haciendo lo contrario de lo que hacen países exitosos como China o la India; por eso el estancamiento del país", reclama Turner, que pierde el tono calmado al subrayar que incluso en este país la patronal se comporta distinto: esta misma semana ha pedido un alza de impuestos al consumo.
Hora del debate
El 1 de septiembre se renueva la Cámara de Diputados. Quinientos nuevos legisladores se integran en ese órgano que formula en solitario el presupuesto nacional de gastos y que cada año aprueba, junto al Senado, la ley de ingresos. Por mandato legal, además, el presidente Felipe Calderón tiene que informar ese mismo día sobre el estado de la nación. La duda de este año es si los datos positivos que se presentarán en el segundo semestre, al cobijo del inicio de la recuperación de Estados Unidos, aunados con la resistencia cultural de los políticos a debatir a fondo en materia energética, permitirán discutir reformas estructurales como las que no se han visto en muchos años.
"Si no hubiéramos descubierto Cantarell [el principal yacimiento petrolero de México] en los años setenta, ya habríamos hecho muchas reformas modernizadoras. El no encontrar yacimientos importantes de petróleo [Cantarell va a la baja] va a obligar a México a tomar decisiones importantes y quizá se convierta en el catalizador político que logre la auténtica modernización del país", aventura Luis de la Calle, analista y socio director del despacho de consultoría De la Calle, Madrazo y Mancera.
"En México tenemos esta tendencia a decir que necesitamos una gran crisis para hacer una reforma importante; bueno, ésta es la crisis más grande de los últimos 70 años, debería producir algunos cambios. Y sería un avance no solamente que se aprobaran reformas en el Congreso, sería un avance que al menos se propongan. Generalmente hemos sido renuentes a proponer reformas que no tienen un consenso previo; entonces, en realidad, no se debaten, o se debaten en un círculo tan pequeño que se inocula a sí mismo diciendo que esta reforma no la podemos presentar porque no va a pasar. Debemos quitarnos ese tabú de que las reformas deben pasar en el primer intento y de que tienen que pasar por consenso", agrega De la Calle. -
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