La batalla del tercio de varas
La cuadra francesa de Alain Bonijol se estrena en Bilbao con monturas más toreras y menos pesadas
Los ganaderos han sido su mejor aval. Los picadores, acostumbrados al pesado caballo percherón, sus principales enemigos. Con todo, el francés Alain Bonijol ha logrado entrar en las plazas españolas de la mano de la casa Chopera, que le ha contratado para San Sebastián, Bilbao y Logroño. Este antiguo torero francés, quien se retiró de los ruedos hace casi dos décadas, decidió dedicarse en la Camarga a la doma y cría de caballos para la fiesta de los toros, con especial énfasis en un equino que fuera torero en el tercio de varas.
Desde hace unos años, los ganaderos hablan maravillas del tercio de varas en las plazas del sureste francés. En cosos como el de Ceret, donde se cuida con celo al toro, la presencia de la cuadra de Bonijol empezó a revolucionar el primer tercio de la lidia.
Los petos se realizan con material antibalas del Ejército francés
Huyó de los caballos percherones de los ruedos españoles. Ha buscado nuevas razas que tengan menos peso y permitan una mayor movilidad. Apostó por caballos de raza bretona, selle, trait, cruzados con árabes, siempre persiguiendo la ligereza. Y ha basado su preparación en el entrenamiento. Sólo hay que observar la suavidad, muestra de buena doma, con que se mueven en la arena de Vista Alegre.
La otra novedad destacada son los elementos protectores de la montura. El peto de Bonijol presenta mucho menos kilos. Tras varios años de investigación, encontró en los materiales antibalas del Ejército francés el secreto para confeccionar un peto mucho más ligero. La solución recibió primero el beneplácito del Gobierno del país vecino y luego ha superado las pruebas realizadas en España. Menos peso para el caballo y menor impacto para el toro. Además, coloca cuidadosos detalles para evitar cornadas en las patas o la capucha que usa para tapar los ojos de los caballos, con un velcro rápido de quitar si es derribado, mucho más discreta que las telas utilizadas hasta ahora.
Un aspecto que llama la atención de los espectadores es que los monosabios sólo salen al ruedo cuando la seguridad obliga en un percance. Nunca le sujetan el caballo al picador y ni mucho menos utilizan la vara para arrear al caballo.
Los picadores son los menos contentos cuando llegan a una plaza con caballos de Bonijol, ya que están acostumbrados a dejar que el toro se estrelle contra el muro que supone el percherón con el peto español para luego imprimir el castigo con mayor tranquilidad. Pero los del castoreño deben ser toreros y acometer su labor con la importancia que realmente tiene. Por algo son los únicos, junto a los matadores, que pueden lucir adornos de oro en su vestimenta.
De Francia llegan muchos aspectos interesantes a la fiesta de los toros y la mejora del tercio de varas desde la cuadra de Alain Bonijol es uno de ellos.
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