Matices
Hay dos clases de trabajos: aquellos en los que uno no desea jubilarse, y esos otros en los que uno desea jubilarse cuanto antes. Con todos los matices que se quiera. Los primeros suelen estar bien remunerados, sirven para el desarrollo personal, merecen la consideración de la sociedad y, a veces, reciben aplausos y premios. Los segundos suelen estar mal pagados, no son reconocidos por casi nadie, son onerosos para la salud física y psíquica, y más parecen la condena de un penado que una actividad laboral. Por qué a unos les tocan los primeros trabajos y a otros los segundos es una cuestión casi metafísica ya que muchos no están donde les correspondería según sus méritos. Ni es justo que se pueda abusar de quienes sean menos inteligentes, condenándoles a perpetuidad a los peores trabajos y a los sueldos más bajos, cuando no al paro.
En general, cuando quienes viven a cuerpo de rey, precisamente a costa de esa masa ignorada, piden que se retrase la jubilación, que se trabajen más horas, que se abarate el despido y que se bajen los sueldos, no es para los buenos trabajos, sino para esos otros que nadie desearía para sus hijos.
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