Brad Pitt, tu vecino de habitación

La luz ha vuelto al palacio de Seteais. Durante un año, más de 30 técnicos restauradores de la Fundación Ricardo Espírito Santo y 14 talleres de artes y oficios trabajaron en la rehabilitación de uno de los mejores edificios del patrimonio del Estado portugués. Este recinto imponente del siglo XVIII, en la ciudad de Sintra, ha reabierto las puertas como un hotel de ensueño, el Tivoli Palácio de Seteais, con 29 habitaciones y una suite, y una inversión total que asciende a seis millones de euros.

Estamos en un lugar privilegiado rodeado de bosques, próximo al Atlántico y a menos de una hora de Lisboa. Cuando Portugal era una potencia imperial, la Corte se trasladaba en verano a Sintra y organizaba las fiestas más suntuosas de Europa. Aquí recalaron escritores, artistas y creadores. Escenario privilegiado del romanticismo, Lord Byron pasó temporadas en el hotel Lawrence, el más antiguo de Portugal. También el compositor Richard Strauss eligió este refugio natural con un microclima envidiable.

El rey consorte Fernando II de Saxe-Couburg Gothe, marido de la reina María II, hizo construir el palacio Nacional de la Pena, exponente de la arquitectura romántica en Portugal. Está encaramado en lo alto de la sierra de Sintra, que se extiende desde la ciudad hasta el cabo Roca, extremo más occidental de Portugal. Buena parte de los palacios diseminados en la región de Sintra fueron construidos en los siglos XVIII y XIX, periodo arquitectónico de gran inspiración. Estas joyas arquitectónicas le han valido a la ciudad el título de patrimonio mundial de la Unesco.

El palacio de Seteais fue construido en el último cuarto del XVIII por voluntad de Daniel Gildemeister, cónsul de Holanda en Portugal. Más tarde fue adquirido y ampliado por el quinto marqués de Marialva. Desde el año 1955, la cadena Tivoli tiene la concesión del palacio de Seteais, hasta que en el 2000 fue adquirido por el grupo Espírito Santo, que ya posee otros tres hoteles en el Algarve. Tivoli tiene 14 hoteles en todo el mundo, aunque Seteais es, sin duda, el buque insignia del grupo, el referente. "No puede imitarse, porque no hay hoteles como éste", dice Rita Alves, ejecutiva de Hoteles Tivoli. "Este hotel es nuestra mejor tarjeta de visita: el siglo XVIII".

Cuando visitamos el hotel, los restauradores de la Fundación Ricardo Espírito Santo Silva, entidad fundada por el banquero y coleccionista de arte, daban los últimos retoques a los frescos ochocentistas y a las molduras.

De las 2.000 obras y piezas de diferentes estilos artísticos fueron intervenidas 1.122. Los frescos originales de Jean-Baptiste Pillement, pintor francés del XVIII, cuyas obras decoran importantes palacios europeos, muebles, tapices, lámparas, textiles, pinturas de caballete, dibujos, porcelanas... las cenefas de las paredes, los dorados de las puertas, así hasta el último rincón. "Ha sido una obra épica", resume Rita Alves.

Recorremos los salones del palacio con música clásica de fondo, y empezamos por el salón Dom João VI, en honor al rey portugués que estuvo casado con doña Carlota Joaquina de Borbón. Es la sala de lectura. Se han recuperado la alfombra y los muebles. Seguimos por el salón Pillement, en honor al pintor francés. Es una sala de estar para grupos pequeños. A continuación, el salón Gildemeister, que da al jardín de los Laberintos, de estilo francés. La sala del piano. Las cenefas Seteais están presentes en todas partes, en las alfombras, en las piezas de la vajilla Dona Maria, más conocida como vajilla Seteais, de Vista Alegre.

En el comedor hay un salón privado, de forma oval, para 20 personas. El hotel tiene 29 habitaciones y una suite presidencial, todas diferentes. Desde las ventanas, la vista es en ocasiones al bosque, a la sierra de Sintra, o al valle con el mar al fondo. Los suelos, de varias maderas, son los originales. Al igual que las camas, que se alargaron. Los frescos repiten en muchos casos los diseños de las alfombras. En la suite, el fresco se imita en el papel de la pared. La vista es al jardín de los Limoneros, a un bosque natural que está justo enfrente y a la piscina.

Los colores románticos de la época, entre los que sobresale el pastel típico de Seteais, son elegantes, leves, suaves. El hotel combina lo clásico con lo moderno. Los lienzos de la escuela flamenca conviven con las cafeteras Nespresso, que hay en cada habitación. Símbolos de nuestra época, las máquinas -desde el ascensor hasta el aire acondicionado- están ocultas discretamente. El hotel ha ganado comodidad, manteniendo su estilo, dice el director, João Corte Real, que habla de la discreción tradicional de Seteais y del bajo perfil que ha mantenido tradicionalmente su clientela. Un buen lugar para refugiarse y pasar un fin de semana como un rey sin que se entere nadie, o casi nadie. Que se lo pregunten a Brad Pitt o David Bowie, que estuvieron alojados en la habitación número 5, o a Roger Moore, Gerard Depardieu, Roman Polanski o Johnny Depp, entre otros clientes famosos del hotel.

Salimos del recinto y dejamos atrás la fachada neoclásica con el arco de triunfo que liga las dos alas. Atravesamos los jardines de acceso, que durante el verano son escenario de varios conciertos. Al fondo, en lo más alto, se divisan el palacio de la Pena y el castillo de los Moros, recortados en el cielo azul de Sintra.

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