John Hughes, rey de las comedias adolescentes
Las películas para adolescentes, ubicuas en los años ochenta, tenían un padre. Y ese padre falleció el 6 de agosto. El guionista, director y productor John Hughes, de 59 años, salió a dar una vuelta matutina por Nueva York cuando un ataque al corazón dejó huérfano al cine de instituto. En su historial quedan dramas y comedias con actores jóvenes para una audiencia aún más joven, algunos largometrajes de culto, otros alabados por la crítica, casi siempre éxitos de taquilla.
Hughes nació en Detroit en 1950. Durante su adolescencia, su familia se mudó a los suburbios de Chicago, donde se convirtió en un observador privilegiado de la evolución de la sociedad estadounidense de los años sesenta a los ochenta. Comenzó como redactor de anuncios, cerca de la redacción de la revista satírica National Lampoon. Al demostrar sus dotes cómicas a algunos de sus trabajadores, le dejaron publicar. Allí comenzó una carrera consagrada a la comedia y al cine, a la que los adolescentes de los ochenta le deben horas frente a la pantalla.
En Hollywood se le conocía como "el rey de los adolescentes". El Club de los Cinco, de 1985, es la quintaesencia del género. Narra la historia de cinco estudiantes de instituto, cada uno la encarnación de un estereotipo. El empollón, el deportista, la princesita mimada, el rebelde y el caso perdido se encuentran un sábado en la escuela castigados, y allí se preguntan quiénes son y qué relación les une. Una especie de drama existencialista adaptado a los adolescentes de la América de suburbio y centro comercial.
"Cuando creces, tu corazón muere", es una de las perlas nihilistas de ese filme de culto entre una generación de adolescentes que ya ha superado los 30. El crítico del diario The New York Times alababa al reparto y el hecho de que Hughes "dejara a los niños desafiarse, insultarse, enfrentarse, como si fueran Doce hombres sin piedad. Las personalidades quedan diseccionadas, se derraman lágrimas".
Valor comercial
Era consciente del valor -comercial- de sus largometrajes. "Esas películas valen mucho dinero", dijo en una entrevista al Times en 1991. "Y más en el futuro, porque se reproducen de forma imparable y son una parte muy valiosa del catálogo de alguien. Se alquilan mucho. Una chica cumple 16, y alquila Dieciséis velas [que dirigió en 1984]
. Es el filme número uno en las fiestas de pijamas".
Su estela se apagó, poco a poco, en los noventa. Dos de sus últimos largometrajes como productor y guionista fueron las dos primeras entregas de Solo en casa, con el niño prodigio Macaulay Culkin. "Siempre fui un fan de su trabajo y de él", dijo el jueves Culkin. "El mundo ha perdido no sólo a un director esencial cuya influencia durará generaciones, sino a un gran hombre decente".
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