Sin libertad y sin consuelo

"Lo malo no es no ver las estrellas, sino no tener estrellas que alcanzar". El futuro es un espacio vacío pero lleno de incertidumbre, que se sostiene gracias a la familia, a esas personas que incondicionalmente se mantendrán al lado de uno. Pero, ¿qué esperar si la familia desaparece? Esta es la pregunta que parece responder el largometraje Estrellas que alcanzar, que finaliza su rodaje este fin de semana en el fuerte de Guadalupe de Hondarribia.

Con la Guerra Civil y la cárcel de Saturrarán de fondo, el filme relata las vivencias de varias mujeres comunistas y de izquierdas que fueron recluidas y separadas de sus hijos pequeños por el régimen franquista. La prisión, dirigida por religiosas, experimentó las teorías delirantes del doctor Vallejo-Nájera, inspirado en la Alemania nazi, que pretendía purificar la raza eliminado el gen rojo que la contaminaba. Con este fin, estableció un programa consistente en separar a las madres infectadas de comunismo de sus hijos para evitar que se contagiaran.

El rodaje se está llevando a cabo en el fuerte de Guadalupe, en Hondarribia

Vallejo defendió la separación de madres e hijos para combatir el comunismo

Mikel Rueda, el joven cineasta que dirige el proyecto, explica en un momento entre el ensayo y la grabación de una escena que se trata de un filme sobre la esperanza y sobre "la pequeña luz que te impulsa a seguir cuando todo lo demás está a oscuras". El director, que se estrena con este largometraje después de una larga y reconocida trayectoria en el mundo del corto, afirma que las historias que cuenta son el resultado de una labor de documentación que ha incluido entrevistas con reclusas de la época. Son recreaciones de realidades y de personas que, como defiende Bárbara Goenaga -actriz principal-, "lo vivieron de verdad, lo sufrieron en sus carnes".

El reparto, predominantemente femenino, ha contado con cerca de cien figurantes. Entre todas han representado diversos dramas individuales que, según Goenaga, son complicados de transmitir al espectador porque "hay que empatizar con una persona que ha vivido cosas que yo, por suerte, no he vivido".

El rodaje de la película, filmada en euskera, avanza lenta pero constante hacia su final. Será mañana cuando el material rodado se pondrá en manos de los estudios de producción. Para entonces, los cánticos de La Internacional, el vestuario prácticamente harapiento que contrasta con las níveas túnicas de las religiosas y el dolor de las protagonistas esperarán el momento del estreno en las salas de cine. Será un tributo a aquellas mujeres que vivieron en primera persona la crueldad que puede generar una guerra y una visión fascista de la realidad. "Aunque te pongas ropa rota o te mojen de verdad, porque había mujeres que pasaban tres días en un pozo como castigo, es arriesgado decir que hemos sentido lo que sintieron", sentencia Goenaga.