El Ejército aplasta la rebelión islamista en el norte de Nigeria
El líder integrista muere acribillado a balazos mientras estaba detenido
Después de cinco días de combates, las fuerzas de seguridad nigerianas aplastaron ayer la rebelión de los milicianos de la secta islamista radical Boko Haram, responsables de las violencia que ha causado más de 300 muertos desde el pasado domingo. El Ejército y la policía han lanzado una gran ofensiva en la ciudad de Maiduguri, en el Estado septentrional de Borno, escenario el miércoles de un bombardeo que acabó con la vida de unos 40 milicianos. Las fuerzas de seguridad tomaron ayer el control de una mezquita en la que se escondían al menos 60 seguidores de la secta.
El asalto a sangre y fuego de las fuerzas policiales contra el feudo islamista se cobró la vida de decenas de milicianos, según informaron fuentes oficiales sin especificar el número exacto de víctimas. Entre ellas se encuentra el número dos de los radicales, según informó el general del Ejército Saleh Maina. El líder de la secta, el mulá Mohamed Yusuf, que había logrado escapar durante los combates, fue capturado horas después y trasladado a un cuartel y, luego, a la comisaría principal de la ciudad, donde murió, según confirmaron fuentes policiales. "Ha sido asesinado en la comisaría central [de Maiduguri]", informó un portavoz policial.
Los soldados llamaron puerta por puerta y arrestaron a decenas de supuestos seguidores del grupo radical. "El personal de seguridad ha tenido éxito y ha pedido a todo el mundo que siga con sus actividades normales. Mientras tanto, la búsqueda casa por casa continúa y cualquiera que esconda a los radicales será tratado de acuerdo con la ley", advirtió el gobernador de Borno, Alí Modu Sheriff.
El Gobierno local aseguró que la situación en la ciudad estaba bajo control y redujo las horas del toque de queda establecido durante los últimos días. El portavoz del Ejército, Chris Olukolade, declaró a la cadena BBC que ya había sido restablecido el orden y que la población podría volver en poco tiempo a hacer su vida normal.
La ofensiva de ayer representa un duro golpe para la secta Boko Haram, cuyo nombre significa "la educación está prohibida". Desde que surgió en 2004, el grupo ha sido conocido como los "talibanes de Nigeria", aunque no se tienen pruebas de relaciones con el movimiento talibán de Afganistán. Lo que sí les une es la voluntad de imponer en todo el país la sharia, o ley islámica, ya en vigor en los Estados del norte de Nigeria. La población del sur, casi la mitad de los 150 millones de habitantes del país, es cristiana.
Como los talibanes, los seguidores de Boko Haram rechazan el sistema educativo de corte occidental y obligan las mujeres a vivir bajo las normas de la ley islámica. Más de 180 mujeres y niños, esposas e hijos de los milicianos islamistas, fueron puestos en libertad por el Ejército tras la intervención contra los integristas.
El presidente de Nigeria, Umaru Yar'Adua, ordenó a los servicios de inteligencia y a las fuerzas de seguridad que acabaran con la secta.
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