Más triste es tener que robar
Es triste tener que pedir, pero más triste es tener que robar. Posiblemente inspirados por esta máxima que hizo furor hace unos años entre los mendigos españoles, 16 de los 21 vocales del Consejo del Poder Judicial han firmado un escrito -aunque dos ya se han retractado- para que les suban el sueldo entre 600 y 1.000 euros al mes a los que viven fuera de Madrid, que son 14, con el argumento, de que ¡la vida está muy cara en la capital!
Quizá usted no lo sepa, pero ese cargo, que es muy codiciado, es voluntario. Ninguno de los seis presidentes y 135 vocales elegidos en los seis consejos que ha habido en los 28 años que el organismo lleva en funcionamiento ha sido forzado a aceptarlo y en la actualidad está dotado con la irrisoria cantidad de 6.300 euros netos al mes -algo más de un millón de las antiguas pesetas- más los gastos de desplazamiento y de representación.
Vocales del Poder Judicial piden aumento de sueldo para los que viven fuera de Madrid
Decía Quevedo: "Para las judicaturas se han de escoger los doctos y los desinteresados. Quien no es codicioso, a ningún vicio sirve, porque los vicios inducen al interés a que se venden". Pero seguro que alguno de los vocales argumentará que Quevedo sabría de escribir, pero ¿qué iba a saber de jueces, dinero o de la naturaleza humana?
La sede del Consejo del Poder Judicial, mal que les pese a algunos, está en Madrid y ahí debería desarrollarse la mayor parte de su actividad. Por eso resulta un tanto esperpéntico que la semana laboral de la mayoría de los vocales de la periferia -como ocurre con algunos magistrados del Tribunal Supremo- quede restringida a tres días: martes, miércoles y jueves. Quizá sea para no coincidir con el resto de los ciudadanos en los atascos de entrada y salida de los fines de semana, aunque probablemente no, porque ellos viajan gratis total y en bisnes.
El viernes pasado sólo cuatro de los 21 vocales acudieron al Consejo, lo que plantea un nuevo dilema: si la generalidad de los vocales de la periferia y alguno de los de Madrid se acoge a la semana caribeña de tres días, ¿no deberían restringir esa "indemnización por residencia" que reclaman a los días que realmente pasan en Madrid representándose a sí mismos en el organismo? En fin, tampoco hace falta ponerse quisquillosos. La generosidad es un gran valor.
La excusa para tan exigua tarea en la capital, según fuentes del Consejo, es que durante el tiempo que pasan en sus lugares de residencia esos vocales también trabajan visitando los juzgados de provincias. Según me cuentan algunos amigos jueces, que todavía conservo, parece que tan extenuante labor se ha desarrollado sólo ocasionalmente, porque ellos no les ven, aunque también puede ser que siempre visiten los mismos juzgados.
Ya en el siglo III antes de Cristo, Epicuro sostenía que no hay cosa que sea suficiente para aquel que no queda satisfecho con un poco. El consejo de 1996 a 2001 se subió el sueldo hasta equipararlo con el de magistrado del Supremo y se suponía que los emolumentos eran tan importantes que sufragaban el inconveniente de tener que trasladarse a la villa y corte. Sin embargo, no parece que aquella legendaria equiparación fuera bastante para las pretensiones de algunos.
La petición de "indemnización" la han formulado en uno de esos días que van a trabajar al Consejo, y la han firmado el vicepresidente, Fernando de Rosa, y los vocales Pío Aguirre, Félix Azón, Miguel Carmona, Gemma Gallego, Concepción Espejel, Carles Cruz, Miguel Collado, Antonio Dorado, Ramón Camp, Antonio Monserrat, Inmaculada Montalbán, Manuel Torres Vela y Claro Fernández. La portavoz, Gabriela Bravo, y el vocal Manuel Almenar, que inicialmente apoyaron el escrito, al parecer por error, han retirado su firma y se han desvinculado de la iniciativa. El presidente, Carlos Dívar, y los vocales Margarita Uría, Margarita Robles, José Manuel Gómez Benítez y Almudena Lastra siempre se han mostrado contrarios a la misma.
No han trascendido los comentarios que la propuesta de los vocales del Poder Judicial ha suscitado en las colas del paro -la crisis nos afecta a todos y el desempleo alcanza ya a cuatro millones de españoles-, pero es muy probable que a los parados, siempre solidarios, no les parezca mal que todo el que pueda trate de redondear a su aire tan ajustado salario. El célebre escritor y periodista Josep Pla afirmaba: "El dinero no da la felicidad, ciertamente; pero tampoco es un serio obstáculo". ¿A que sí?
Por otro lado, espero impaciente el momento en el que el Consejo haga un llamamiento a la austeridad cuando a la vuelta del verano los jueces y sus asociaciones planteen sus reivindicaciones y amenacen con otra huelga. Promete ser un jolgorio.
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