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Crítica:PURO TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Roncando con Ronconi

Marcos Ordóñez

Nunca pensé que escribiría un titular así sobre Luca Ronconi, pero la verdad es que su Sogno di una notte di mezza estate ha sido una de las grandes decepciones del Grec y un latazo de los que hacen época, sobre todo tras el espléndido Ventaglio que también le vimos en el Nacional catalán. De aquel equipo sólo repiten, que yo sepa, Raffaele Esposito (allí Evaristo, aquí Teseo/Oberón) y la escenógrafa Margherita Palli. No han acudido a la cita ni la gran Giulia Lazzarini, ni el formidable Massimo de Francovich, inolvidable Conde de Rocca Marina: ¡qué Titania y Bottom hubieran sido! Con dos o tres excepciones actorales, ésta parece la típica "compañía B" que en el pasado se enjaretaba, deprisa y corriendo, para hacer la no menos típica "tou hacer la no menos típica "tournée pour l'Espagne et le Maroc". Pero no echemos la culpa a los cómicos sino a quien les manda y les marca. De Ronconi aplaudiría, y con reservas, la escenografía encomendada a Palli y, también con reservas, las escenas de Príamo y Tisbe. El decorado es original, brillante, pero considerablemente gélido, algo así como un cruce entre Lars von Trier y una versión provincial de Guys and Dolls. No hay bosque, sino unas letras luminosas, en verde, que indican "Bosque" (bueno, "Foresta", en italiano). Lo mismo para la luna: un rótulo, con bombillitas de cabaret. Otras letras (blancas, de yeso) señalan que estamos en Atenas. A veces las letras son más grandes y tratan de parecerse a un árbol. O la "S", vencida y a media altura, se convierte en el lecho de Titania. La lástima grande es que Ronconi parece haber concebido su Sogno como una farsa oscura y degradada. Las actuaciones van a contrapié del texto, todo está igualado a la baja. Las tiradas poéticas, los discursos amorosos. Todo es ridículo, histriónico, forzado. Desde el principio: El Teseo de Raffaele Esposito parece una mala parodia de Gassman en L'Armata Brancaleone; Hipólita (Elena Ghiaurov, que también dobla como Titania) parece una Medea de baratillo. A su alrededor hay soldados a la moderna, y Egeo (Sergio Leone), el padre de Hermia (Silvia Pernarella), grita como si llamara a un taxi. Los amantes se ven impelidos a buscar la risa al precio que sea, convirtiendo a sus personajes en marionetas: no hay nada más triste que unos actores intentando ser graciosos, intentando demostrar que este enredo es la monda. El problema es que ni es la monda ni es "sólo" la monda. Lo diré en dos frases: mi principal reproche al señor Ronconi es que no se toma en serio ni la pasión ni la magia. La pasión en Shakespeare siempre es transgresora, siempre es una fuente de caos, de trastorno. Llámenle pasión, llámenle deseo. No sólo nos dice que el deseo es voluble y a menudo no correspondido, sino que con frecuencia se trata de una construcción mental, un juego de espejos que encubre su naturaleza multidireccional y cambiante. Durante una noche, cuatro amantes desearán a quien desea el otro. O desearán ser el otro, como Helena desea ser Hermia. En Shakespeare el deseo es siempre violento, irracional: Lisandro y Demetrio (Francesco Colella, Pierluigi Corallo), amigos del alma, se enfrentarán espada en mano; sólo la deliberación del tono -estamos en una comedia- evitará que la sangre llegue al río. El Sueño sólo funciona si los amantes se ven sacudidos, trastornados por el deseo. ¿Que hacen estupideces? Claro, como cualquiera de nosotros cuando nos enamoramos. La gracia es que han de estar convencidos (como nosotros) de que obran con absoluta racionalidad: los actores no pueden telegrafiar "mira qué boberías hago" a cada paso, so pena de provocar el más absoluto desinterés. Ronconi entendió muy bien los efectos vendavalescos de la pasión en Il ventaglio: por eso sorprende tantísimo el patinazo que nos ocupa. Tres cuartas de lo mismo con la magia. Hacia 1910, el señor Gordon Craig ya advirtió que había que tomarse muy en serio los elementos sobrenaturales de Shakespeare. Es decir, que o te los crees o no montas el Sueño. Aquí Ronconi no sabe qué hacer con lo mágico. Es más, se diría que le molesta. Las hadas visten un atavío entre punkie y neogótico y son tan aburridas como indistinguibles. Y Puck (Riccardo Bini) es un personajillo irritante, que camina a saltitos grotescos y hace constantes volatines con su bastón. Mi piedra de toque para saber si un director del Sueño sabe lo que tiene entre manos es su forma de tratar a Bottom: si, como es el caso, le considera literalmente un asno y que los rebuznos son su única fuente de gracia, más vale que ocupemos nuestro tiempo en otros menesteres. Bottom es una preciosidad de personaje. Es un verdadero artesano que quiere hacer la mejor función posible, y en el bosque experimenta un absoluto "transporte amoroso", un literal arrebatamiento que acepta con ingenua y maravillada curiosidad. Dice la única frase sensata de la función ("la razón y el amor no hacen muy buenas migas estos días") y su deliciosa epifanía, su diálogo con las hadas, anticipa al Disney más puro y conmovedor. Su romance con la reina del bosque rara vez se hace bien, porque casi nunca vemos a una Titania realmente enamorada de Bottom. Fausto Russo Alesi compone un Bottom previsible hasta decir basta, y Elena Ghiaurov es una Titania de vodevil descacharrado. Funcionan, como decía, las escenas de Príamo y Tisbe, pero Ronconi confunde también clowns con payasos a secas, sin darles el sentido original de Shakespeare: rústicos, campesinos, que no quiere decir precisamente idiotas. Por cierto que entre los clowns hay un actor que por su dulzura y su encanto hubiera sido un estupendo Bottom: Giovanni Crippa, al que, vaya por Dios, le han repartido el papel de Quince. Del cuarteto de amantes cabe destacar a una cómica notable, Melania Giglio, que interpreta a Helena como un cruce entre Carol Burnett y Mary Santpere: hasta le aplaudieron un mutis, algo insólito en Barcelona. Y hablando de aplaudir, casi diez minutos de ovaciones clausuraron Esta noche, zarzuela, de Pasqual, en el Lliure. Gran éxito. Ya les contaré.

Mi piedra de toque para saber si un director del 'Sueño' sabe lo que tiene entre manos es su forma de tratar a Bottom: Ronconi le considera literalmente un asno
Escena del montaje <b><i>Sogno di una notte di mezza estate</b></i>, de Luca Ronconi, sobre la obra de Shakespeare, que se ha representado en el festival Grec de Barcelona.
Escena del montaje Sogno di una notte di mezza estate, de Luca Ronconi, sobre la obra de Shakespeare, que se ha representado en el festival Grec de Barcelona.JOSEP AZNAR

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