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Análisis:DESDE MI SILLA DE RUEDAS | TOUR 2009 | 18ª etapa
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Última contrarreloj

Si el día anterior terminé diciendo que era un día de ilusiones, ayer fue el día en el que esas ilusiones se hicieron realidad. Y no hablo ni de la victoria en la etapa de Contador, ni de la vuelta al podio provisional de Armstrong, ni de la amenaza de que Wiggins sea uno de los integrantes del cajón de París. Lo siento porque quizá a algunos no les interese, pero hablo de mí.

Ayer yo gané la contrarreloj que tenía programada en mi agenda, la retirada del aparato cervical ese del que me venía quejando tiempo atrás. Una etapa que podía considerarse como una de las reinas en la carrera que estoy corriendo para volver a montarme en una bici de competición. Fue una crono larga y dura, de un mes y medio de duración con dificultades varias. Los primeros días, algo así como la arrancada que hacían ayer los corredores, lo más complicado no era el esfuerzo en sí, sino saber coger el ritmo. Yo tuve mis pequeñas y confesables crisis, pero tras varios días conseguí adecuar mis gestos a las limitaciones del aparato, y me adapté al esfuerzo.

Ayer yo gané la crono que tenía programada en mi agenda, la retirada del aparato cervical
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En otra dimensión

Después de una semana, yo y el aparato -mejor el aparato y yo- sellamos nuestra amistad, estábamos condenados a entendernos, como Armstrong y Contador en este Tour. Las horas de descanso nocturno comenzaron a aumentar y el sueño se podía calificar como reparador, ya iba siendo hora. Entonces pensaba en ese mes y medio, seis semanas y me parecía hasta poco.

"Podría aguantar mucho más tiempo si me lo propusiese", me decía, iluso, sin darle demasiadas vueltas. Estaba en esa meseta a la que llegan los corredores tras el calentón de la salida. Esa zona en la que calculas el ritmo que puedes soportar hasta el final, un ritmo duro pero no agotador que parece sencillo de llevar, pero que te va minando poco a poco sin darte cuenta.

Tras tres o cuatro semanas, y ya cansado, me vi cerca de la recta final. Algo así como los corredores ayer en lo alto del puerto de tercera categoría. Todo bajada hasta el final. "No te agobies, que si has llegado hasta aquí puedes aguantar hasta el final", me repetía internamente.

Y conseguí llegar al final victorioso, aunque, como a Contador, aún me quedan fases por quemar para poder gritar de alegría. París está a un día menos de camino. Ganamos la batalla pero aún queda guerra, Alberto. Al final me quitaron el aparato, aunque ahora me han puesto un collarín convencional, uno de esos con un velcro de quita y pon, por el simple hecho de no pasar del blanco al negro de un solo salto. "Dale tiempo a tu musculatura cervical a que se adapte", fue el consejo del traumatólogo. "Buscaré matices como lo pintores", me prometí.

En fin, que llegó el día en el que, por circunstancias, apenas pude ver la etapa del Tour. Así que, una vez delante del ordenador y después de ojear la clasificación del día, me dije que sería mejor hablar de mí mismo que no hacer cábalas sobre lo que no había presenciado. Contador batió a Cancellara por solo tres segundos, pensé, eso es muy poco, tiene que haber sido emocionante.

Sí, pero más emocionante para mí es poder girar el cuello para mirar hacia los lados, y no tener que hacerlo tan sólo con los ojos o acompañando el gesto con todo el cuerpo, como hasta ahora. Sí, la emoción vino porque ambos cumplimos con nuestras ilusiones. Ahora son realidades, así que habrá que buscar otras.

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