Un miércoles peligroso
La etapa de mañana, la considerada etapa reina, está subrayada en rojo por Alberto Contador en su camino a París en la dura semana que, según él, le espera. Es la semana que debería devolver el glamour perdido al Tour, más dominado por asuntos mediáticos y psicológicos que deportivos, cuyo fuego abrió el ciclista español con su victoria en Verbier. La última semana sólo tiene dos etapas sin historia. La del viernes y la final de París. Hoy, el Grand y el Petit Saint-Bernard son las dos cimas que endurecerán la carrera, pero nadie espera ataques decisivos, sino una escapada que tranquilice las aguas en el pelotón, ya muy castigado por estas fechas. El Grand Saint-Bernard tiene 24,4 kilómetros de ascensión a un promedio del 6,2% de desnivel. Su hermano pequeño, 22,6 al 5,1%. El primero se coge de salida y el segundo, a 31 kilómetros de la llegada, es demasiado tendido como para prever ataques decisivos.
El Tour disputa mañana la considerada etapa reina, la que más teme Contador para defender su maillot. "Tiene un puerto exigente de salida [Cormet de Rosseland, 1ª] lo que permite que haya guerra desde el principio". Luego, otros tres, Col des Saisies, Col de Romme y el Col de la Colombière. Una etapa apta para batalladores, para jugarse la última bala. Sería la propicia para que el Saxo Bank y su líder, Andy Schleck, declarasen la guerra a Contador. "Andy ha demostrado una gran fortaleza", afirma Contador.
Dos etapas importantes a las que sigue la contrarreloj de Annecy (45,5 kilómetros). Ahí el hombre a batir es Wiggins. El británico es tercero a 1m 46s del español. La distancia entre Contador y el segundo (Armstrong, 1m 37s) es casi la misma que entre Armstrong y el décimo, (Frank Schleck, 1m 48s). Tres etapas que pueden convertir la del sábado, con final en Mont Ventoux, en una epopeya o en una anécdota.
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