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Barcelona ya bebe agua procedente de la desalinizadora de El Prat

La nueva instalación evitará restricciones ante futuros episodios de sequía

La desalinizadora de El Prat de Llobregat ya está en marcha y abastece de agua de boca al área metropolitana de Barcelona. La obra, tan esperada hace un año cuando la situación de los pantanos catalanes era muy crítica y se estuvo a punto de padecer graves restricciones, se inauguró ayer con la tranquilidad de saber que los pantanos están al 90% de su capacidad, cuando en abril de año pasado rondaban el 21%.

Tranquilidad, que no relajación: las autoridades reiteraron la necesidad de ahorrar pese al aumento de los recursos. Hay agua, sí; pero no sobra, y hay que seguir consumiendo con responsabilidad. Sin embargo, la advertencia no fue en forma de reproche, sino de alabanza. Ayer era día de felicitaciones, y todo fueron parabienes: a todas las administraciones, a la lucha frente a la sequía, y -en un discurso poético del alcalde Jordi Hereu- al cielo azul y al clima mediterráneo, tan soleado.

Aporta 60 de los 360 hectómetros cúbicos que consume el área metropolitana

La planta ha costado 230 millones de euros -el 75% aportados por la Unión Europea- y abastecerá a 4,5 millones de catalanes: "Se aleja el fantasma de la sequía. Cataluña no padecerá nunca restricciones en el consumo de agua", proclamó el presidente de la Generalitat, José Montilla. La ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, se sumó al optimismo: "Es una de las obras más importantes y esperadas de Cataluña. La planta resuelve la garantía de suministro del sistema hidráulico que abastece Barcelona".

La alegría y las felicitaciones iban acompañadas de un negro recuerdo, los últimos periodos de sequía, y un agradecimiento unánime a la ciudadanía por su tenacidad para ahorrar agua en momentos críticos: "Los catalanes hemos demostrado un nivel muy alto de responsabilidad en el consumo responsable de agua. La reacción y la actitud de la población son unas de las mejores lecciones de la sequía, un ejemplo de madurez de los catalanes", celebró Montilla, que señaló: "desde 2007, el consumo de agua ha bajado el 16%. Los barceloneses gastan tres veces menos agua que los ciudadanos de Tokio, y cinco veces menos que los de Nueva York". "Somos un referente mundial en este apartado", remachó el consejero de Medio Ambiente, Francesc Baltasar.

El ahorro debe continuar: la capacidad de desalinización aún es poca: 60 hectómetros cúbicos al año por los 360 hectómetros que consume el área metropolitana. Los recursos procedentes del mar aumentarán con las desalinizadoras de Tordera (Maresme) y Cunit (Garraf) y el aprovechamiento de los acuíferos, lo que puede suponer 300 hectómetros cúbicos anuales más.

La apelación principal al ahorro viene por el coste del sistema: desalinizar agua del mar es elevado. El coste en energía se reduce gracias a un sistema de equilibrios que aprovecha la propia presión del agua para generar fuerza, y la instalación sólo requiere tres kilovatios por metro cúbico de agua, una cifra menor a la habitual. El precio, sin embargo, no se salva: el agua que se consume cuesta 0,32 euros el metro cúbico, y la misma cantidad de agua desalada, 0,60 euros. Las autoridades ya han reconocido que la factura subirá, aunque no demasiado, y de forma paulatina.

SUSANA SÀEZ

Barcelona aleja el espectro de la sequía

En abril del año pasado, cuando las lluvias todavía no habían acudido en socorro de los ciudadanos -y de los políticos-, cuando los pantanos rozaban el límite histórico de falta de agua y se estaba al borde de drásticas restricciones, todas las esperanzas estaban depositadas en la desalinizadora de El Prat, que tenía que servir para alejar de una vez por todas el espectro de la sequía en el área metropolitana de Barcelona, donde viven 4,5 millones de personas. Ayer, la desalinizadora entró en funcionamiento. Las autoridades mostraron sus rostros más optimistas y señalaron que, pese a este caudal de 60 hectómetros cúbicos anuales que se podrán sumar a los 360 hectómetros de los pantanos, hay que proseguir con la cultura del ahorro de agua.

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