Pistoleros (de agua) toman Vallecas
Aires reivindicativos en la fiesta por la disputa con la concejal de distrito
Miles de pistoleros recorrían ayer por la tarde las calles del distrito de Vallecas. Todos llevaban las armas cargadas y ni uno solo de ellos estaba dispuesto a tener piedad con sus víctimas. Había truco: las pistolas disparaban agua; había condición: prohibido enfadarse; había razón: "Vallecas, puerto de mar", y había una consecuencia inapelable: imposible salir seco de allí.
Una vez más los vecinos de Vallecas se dieron cita en un recorrido que iba desde la calle de Peña Gorbea hasta la calle del Payaso Fofó para asistir a la tradicional batalla naval del barrio. Por el asfalto bajaban ríos, los globos de agua surcaban el cielo en cualquier dirección, francotiradores armados con todo tipo de ingenios armamentísticos disparaban chorros indiscriminadamente, camiones cisterna rociaban con sus mangueras al personal, y aun así, la gente pedía "¡agua, agua!", a lo que los vecinos respondían con grandes barreños desde sus balcones.
"¿Miedo? He sido más listo y he traído chubasquero", dice Javier Pico
"Yo nunca había visto tanta gente aquí", dice Luis, un joven que viene cada año para disfrutar de la batalla. El festejo, que surgió por casualidad cuando un verano de hace 28 años unos chicos decidieron emprenderla a cubazos para aliviar el sofocante calor, se ha convertido en un reclamo que atrae a gente no sólo de Madrid sino de todos los puntos del país."Lo siento, te veía muy seco", decía Sara mientras sujetaba en biquini un cubo ya vacío. Nadie se libraba de un buen remojón si osaba adentrarse en territorio de combate. A las cinco de la tarde de ayer, el director de cine Juan Vicente Córdoba, presidente de honor de la Batalla Naval vallecana y vecino del barrio, leía el pregón en el bulevar de la calle de Peña Gorbea y daba el pistoletazo de salida a la pelea más refrescante de la región.
Los asistentes -"más que ningún año", según muchos de los presentes (en 2008 acudieron cerca de 6.000 personas)- mojaban y eran mojados sin reservas ni derecho de reclamación. Daba igual la edad, el sexo o la procedencia. Todos los participantes acabaron calados. "Nosotros estamos aquí en representación de los cojos", comentaba con gracia Javier Pico. A él y a su amigo José Miguel, las sillas de ruedas de las que dependen para moverse no les impidieron sumergirse entre la masa de personas que subían por la calle de Monte Perdido. "¿Miedo? No, hombre, hay que ser valiente. Me han mojado muchísimo, como a todo el mundo, pero yo he sido más listo y me he traído un chubasquero", afirmaba Pico.
A algunos no les importa hacer cientos de kilómetros para disfrutar del chapuzón. Como Gonzalo, Miguel y Juan, que desde hace siete años vienen con su peña desde Vilagarcía de Arousa (Pontevedra) para apoyar las fiestas vallecanas y alegrar al barrio con música celta. "Allí tenemos otras fiestas iguales, y venimos porque estamos hermanados", dice Gonzalo, impertérrito mientras sus compañeros le calan desde el camión piscina de la peña.
Además, el remojón de este año era reivindicativo, y no sólo por la utopía que plantea la Cofradía Marinera de Vallecas de que el barrio sea considerado puerto de mar, sino por los problemas que surgieron entre las asociaciones de vecinos y la Junta de Distrito por las fiestas de la Karmela. La batalla del agua es parte de esa celebración.
La disputa surgió cuando la Asociación de Alto del Arenal, que se encarga junto al colectivo Ateneo Republicano de Vallecas de organizar las fiestas de la Karmela -una alternativa popular y autogestionada a las fiestas del Carmen de la Junta Municipal-, no obtuvo respuesta a la solicitud de espacio público para celebrar los festejos como cada año. Fue entonces cuando algunos vecinos se presentaron en el pleno para protestar a la concejal del PP, Eva Durán. La iniciativa acabó a golpes y con tres detenidos, lo que impulsó un movimiento vecinal, manifestación incluida, en contra de Durán, a la que acusan de querer acabar con la Karmela. Al final las reivindicaciones dieron resultado. La junta concedió el espacio en el que siempre se habían celebrado las fiestas y los conciertos y demás actividades se pudieron dar con normalidad desde el pasado día 16, hasta su clausura, ayer por la noche.
Por eso este año había una razón para mojarse, dice Sara, "por nuestra Karmela".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.