Vuelve el rugido de Benicàssim
Cifras de mareo y el estrellato de Oasis marcan el arranque del gran circo musical
Se apagan las luces. Liam Gallagher, cantante de Oasis, sube al escenario con cara de pocos amigos. Escupe y el público ruge. Suena Rock and Roll Star y los últimos sorbos del vaso de cerveza vuelan por los aires. Su hermano Noel se mantiene en un discreto segundo plano mientras el cantante luce orgullo, indolencia y macarrismo rockero. Con ese soberbio comienzo -el concierto fue igual- las primeras filas se convirtieron en un horno tan caliente que los de seguridad tuvieron que descargar botellas de agua y pedir tranquilidad por megafonía.
El concierto de Oasis fue uno de los primeros momentos emocionantes de los que se esperan en esta decimoquinta edición del festival FIB Heineken de Benicàssim, que comenzó ayer. Entre las once de la noche y la una de la madrugada ése era el sitio donde había que estar. La hora y el lugar adecuados. Aunque Liam, a mitad de Wonderwall, se enfadara con el mundo y dejara la canción a medias -al final se suavizó y la tocaron entera otra vez-.
En cuatro días se podrán ver 100 conciertos, 40 de grupos españoles
El 65% del público asistente es extranjero, en su mayoría británico
La música había comenzado seis horas antes, cuando el DJ Aldo Linares subió al escenario. "Es uno de los pocos momentos de relax que tengo", decía. Peruano de 39 años, su historia va ligada al festival español de música internacional con más solera. Aldo llegó a Madrid en el 92, y sólo tres años después programaba y pinchaba en la desaparecida Sala Maravillas -ahora Nasti-. En ese garito, oscuro, caluroso y con capacidad para 200 personas, se gestó el FIB. Aldo, que desde 2000 forma parte de la organización, pinchó ayer la primera nota que se oyó en el festival. Una hora antes todavía no sabía qué iba a sonar. "A mí me encanta el rockabilly pero no llevo nada preparado. Forma parte de la tensión del momento y del sueño del pop", explicaba minutos antes de subir al escenario, el mismo al que volverá a subir el domingo para cerrar el festival. A las 18.30 en el plato de Aldo sonó Niño Unicornio, de Silvania, un rebuscado y psicodélico tema del dúo peruano de 1994.
Quedaba así inaugurado, bajo un todavía sol de justicia, el gran espectáculo de la música independiente. Cuatro días en los que se podrán ver 100 conciertos (en su primer año, hubo 29), de los que 40 serán de grupos de grupos españoles. Y por el que pasará un total de 50.000 personas (5.000 acreditados). Casi todas las cifras que el festival deja este año son abrumadoras. Los abonos llevan agotados dos meses, se maneja un presupuesto de nueve millones de euros y contará con casi 300 agentes de seguridad. Pero la cifra más portentosa, habitual desde hace tres años, es que el 40% de los asistentes son españoles frente al 60% de público extranjero, en su mayoría británico, según la organización.
La afluencia de asistentes de fuera de España deja dos interrogantes. La primera es la transformación del fiber. ¿Cómo ha cambiado el público del festival en estos 15 años? Ya no es tan habitual ese indie apocado y gafapasta que hacía malabarismos con la programación para no perderse ni un concierto. Los hay, en su versión siglo XXI, pero la fauna más extensa la compone la pandilla inglesa; más lúdica y colorida. Lo hace Sophie, británica de 24 años, que, además del tono rojizo gamba de su espalda, luce unas estrellas en la cara de color naranja fosforito. "Llevo en Benicàssim desde el lunes y ya estoy hecha polvo", dice nada más cruzar la puerta del festival. "A ver si empieza la música pronto y me repongo". La segunda interrogante es cómo recibirá el público inglés a los músicos españoles: al pop enmarañado de Los Planetas, el folk de Russian Red o al casticismo malasañero de Josele Santiago. Para responder a esa pregunta habrá que esperar a mañana, pero según lo visto ayer el público inglés es respetuoso, pero indiferente a la música española.
Lo que sí es seguro es que todos acogerán con los brazos abiertos a los cabezas de cartel durante estos cuatro días. Ayer se pudo ver el apoteósico recibimiento a Oasis, que con canciones como (What's the sory) Morning glory dejaron el nivel muy alto. Kings of Leon y Paul Weller (mañana), Franz Ferdinand (sábado) y The Killers (domingo) completan el cartel en letras grandes. Pero no conviene quedarse en la superficie: con letra mediana encontramos joyas como Glasvegas, Maxïmo Park, los adolescentes de negro The Horrors, el huracán Lily Allen, los siempre efectivos TV on the radio, Calexico, o The Psychedelic Furs. Y luego está Pete Doherty, que pisará tierras levantinas el domingo, y un barco atracado en el puerto de Castellón, escenario extraoficial donde se dice que actuarán durante el día grupos como Franz Ferdinand junto a Tv on the radio o Amaral.
La maquina indie está en marcha. Piscina de camerinos incluida, el sitio donde cada uno de los VIP han vivido momentos intensos. Los del DJ Aldo son tres: "Bromear con Pet Shop Boys sobre la película Casanova, de Federico Fellini, unos meses antes de que ellos publicasen Casanova in Hell; los brindis con Richie Hawking y que Kraftwerk movieran sus robots para mí". También cuenta Aldo Linares que todos los años repite el mismo ritual. Tras su actuación, la última del festival, da un paseo por el escenario principal. No se oye nada. "Es una sensación extraña. Desasosegante como un vacío, un hueco". Un momento que ayer sonaba lejano. Todavía quedan 72 horas y cientos de momentos pendientes.
Producto nacional
Por mucho que La Bien Querida, alias Ana Fernández se pusiese una rosa en el pelo. Por mucho que luciese falda de lunares, por mucho que su música esté inundada de pop sureño, la española anoche no llegó a emocionar al público británico. Algunos despistados contestaban políticamente. "No está mal. Toca muy bien la guitarra", sin saber que la protagonista ha aprendido a tocarla hace poco.
El primer día del festival se saldó con una discreta actuación de los grupos españoles. Los británicos prefieren pasear, comer, beber y disfrazarse. Ya sea de señoritas de alterne, de luchadores de sumo o de Hulk Hogan. Ellos ganan. Pero hay que reconocer que esfuerzo le ponen. Al mismo tiempo que La Bien Quería presentaba su primer disco, Los Coronas, otro grupo madrileño que retumbaron el tercer escenario con sus sombreros de cowboys, arrancaban los bailes del público extranjero. Eso sí, conviene recordar que su música, sacada de una spaguetti western es instrumental.
Hoy le toca el turno de defender su directo a Los Planetas, que aunque en España sean una institución en el ahora raquítico indie pop nacional, pocos lo conocen fuera. Una curiosidad: el influyente semanario musical NME los llamó en una ocasión Los Planetos. Y claro, así no hay forma.
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