Un extraño día de la Bastilla
Después de las pertinentes investigaciones, tras un no muy largo proceso deductivo, llego a la conclusión de que los corredores han tenido dos días de descanso, uno activo y otro inactivo; o más bien uno real y activo de corta distancia, el lunes, y otro fingido y activo de larga distancia -ayer martes- con un simulacro de carrera en los últimos 15 kilómetros, resuelto -cómo no- con una nueva victoria de El expreso de Man, indiscutiblemente el hombre más rápido de esta edición del Tour de Francia.
Tengo un amigo que además me lee, que me dice que ya me vale, que hay días en los que no menciono nada de la etapa hasta el último párrafo. No sé si es cierto, no tengo ahora tiempo de repasar otras columnas, pero no es premeditado y, por si acaso, hoy ya he mencionado en el primer párrafo al ganador de la etapa.
Yo, ya lo he dicho otros días, estoy inmerso en un largo proceso de recuperación. Todas las mañanas voy durante dos horas y media al centro de rehabilitación para dejar que Uxue, mi fisioterapeuta -la semana pasada era María- me torture con la excusa de hacerme mejorar. Y, como es lógico, vuelvo a casa cansado, me atrevería a decir por experiencia que incluso más que los que están por Francia corriendo el Tour. Entonces me llevo algo al estómago e inevitablemente, el sueño me vence y termino cediendo a la tentación de la siesta. "Despertadme si están a 20 kilómetros de meta", dejo encargado. Y así lo hicieron ayer, así que entre un bostezo y algún estiramiento, y comprobando que eran más de las cinco de la tarde vi la primera imagen de la carrera: cuatro escapados, Ignatiev y tres franceses, 14 kilómetros para meta y sólo 40 segundos de ventaja; por detrás, muchos equipos tirando con cierta organización. Terreno abonado para Cavendish, pensé, me parece que habrá sido una etapa sin mucha historia.
Me acordé entonces de la fecha, 14 de julio, y de cómo influye la celebración del día de la Bastilla en la etapa. Y algo no cuadraba. Suelen ser días en los que la fuga se hace más por agotamiento general que por pasividad del pelotón; se ataca desde el kilómetro cero y los equipos franceses ponen toda la carne en el asador. El resultado suele ser una fuga numerosa e incontrolable para los equipos de sprinters.
Pero entonces me acordé de la polémica de los pinganillos, del famoso "día sin radios" que había planteado la organización, y de la oposición de muchos equipos a tal medida. Entonces entendí que la etapa había sido un farsa. No me hubiese perdido nada de haber seguido durmiendo, pensé dolido, aunque espero que sea el último día de este Tour en el que llegue a tal conclusión, pensé esta vez con cierta esperanza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.