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Tentaciones
Reportaje:LIBROS

De los dos rombos al 'edredoning'

Si alguien pensó alguna vez que escribir libros era una actividad inofensiva, he aquí riesgos de ser un periodista que quiere contar la historia sexual de este país desde las voces de sus protagonistas: ser poseído por el espíritu del alcalde Tierno Galván y pedirle permiso a la vedette Susana Estrada para tocarle una teta es uno. Que Lucía Etxebarría te pida matrimonio y también Boris Izaguirre, que ya está casado, es otro. Y ni que decir de que un reputado y televisivo escritor te ofrezca yacer con su simpática señora. "Me negué", cuenta el temerario periodista David Barba, "porque a ése le gusta mirar".

100 españoles y el sexo, técnicamente un libro más que de entrevistas, de discursos directos y muy directos, recoge confesiones de tal calibre —por lo duras y obscenas— que Barba no puede creer que hasta ahora nadie se haya querellado. Hasta Jimmy Giménez Arnau le ha dicho que se ha "pasado tres pueblos". Hace tres años, persiguiendo a Nacho Vidal en los backstages del porno para escribir las memorias de nuestra estrella más superdotada, el periodista reparó en que España vivía "un segundo destape". Quiso saber por qué el sexo estaba en boca de todos, desde la pornografía de saldo que emite Canal 25 hasta los sermones de los obispos clamando por la abstinencia. La respuesta la tenemos en este libro hecho con la complicidad, eso sí, de 100 personajes de la España de ayer, de hoy y de siempre, desde un político del Partido Popular de reminiscencias franquistas hasta un director de cine con impulsos sadomasoquistas, pasando por la sobrina de Rouco Varela, una comadrona de hospital, una activista del poliamor o una internauta llamada Lolita.

Convencer a algunas celebrities de que no era un paparazzo fue lo más difícil; en cambio, a Manuel Fraga y Alfredo Landa no tuvo que tirarles de la lengua: "Son hombres fáciles", concluye. Censores, sátiros, liberados, atados, desatados, musas, colocados, petardos, reprimidos, desarmarizados; todos están ahí, parloteando sobre esto que David llama país bipolar: "Hemos pasado de las misas de campaña en familia del padre Peyton al edredoning de Gran Hermano sin solución de continuidad. Por el camino hemos hecho un destape y una movida y, ¡voilà!, ya nos creemos liberados. Y no".

Si no estamos liberados, ¿esto qué es? Para Barba, sólo transitamos de la represión nacionalcatólica a la represión del hiperconsumo, en el que el cuerpo es el campo de batalla. "Valerio, en la tele sácame a tías buenas o a tíos feos; la gente normal no nos interesa", le dijo Berlusconi a Lazarov cuando inauguraba Telecinco. "Ese modelo ha triunfado. Berlusconi es el Jesús Gil del pornocapitalismo", ensaya oportunamente.

La nueva represión, según Barba, es más sutil, pero está ahí: "Los curas, los directores espirituales y las tías solteronas y aguantavelas han sido sustituidos por los creativos publicitarios que nos dicen que no podemos engordar, los programadores de televisión que nos dicen que tenemos que ser todos guapos o freaks, los diseñadores de moda, las corporaciones de cirugía estética, la televisión rosa...". En un mundo en el que "los hombres están enamorados de sus penes, y las mujeres, de sus vibradores", en plena e imperecedera guerra de los sexos, "nunca como hoy ha sido tan incómodo ser hombre o mujer", opina Barba. Por eso, aunque "vamos hacia un mundo transversal, integrativo, la clave siempre estará en 'dejarnos tocar el corazón', aunque no sea para siempre, aunque sea un polvo rápido con un desconocido/a".

Quizá eso nos salve del consumismo histérico y podamos cambiar "los orgasmillos" por "los orgasmos de ballena".

100 españoles y el sexo está editado en Plaza y Janés.

Ilustración de los dos rombos
Ilustración de los dos rombosSILVIA PRADA

15 PERSONAJES FUNDAMENTALES EN EL CONFESIONARIO:David Barba, periodista y profesor de Periodismo en la Autónoma de Barcelona, nos revela el contenido de algunas de las entrevistas del libro y sus impresiones personales sobre los entrevistados.

Alaska: El escote de Olvido Gara en La bola de cristal marcó la infancia de Barba: "Es deliciosamente kitsch. Con su marido, Mario Vaquerizo, forman una pareja completamente lesbiana y pospornográfica. La prefiero a Letizia Ortiz como futura heredera del trono". A Olvido, ahora con 46 años, su mamá le dio ejemplares de Playboy y la llevó a ver El último tango en París a la edad de 14. Sólo sabía que quería quitarse la virginidad cuanto antes y lo hizo con un rockero del Rastro madrileño. Ahora piensa que la España en la que creció estaba obsesionada con el sexo. "¿Hacéis muchas orgías?", les preguntó en los años ochenta la revista Interviú a ella y a su grupo Kaka de Luxe, integrado por varios menores de edad.

Alfredo Landa: Le llamaban el rey del calzoncillo y era considerado una especie de sex symbol alternativo, casi pornográfico: "Yo era la pura imagen del seductor", dice el actor navarro, de 76 años. Durante la entrevista, Barba y Landa se soplaron dos botellas de Rioja: "El pobre estaba rodeado de suecas, pero no se atrevía ni a darles bronceador en la espalda", cree el autor. Qué se puede esperar de alguien que se crió en tiempos horrendos, cuando todo era pecado: "Teníamos el bocado en la boca e íbamos frenados todo el tiempo", le confiesa Landa. Y aunque su mamá le preguntara siempre: "¿No serán verdad todas esas porquerías que cuentan de ti y las suecas?", el actor lo dice muy clarito: "No me comía un rosco".

Manuel Fraga: Antes de lanzarle un "ahora lárguese usted" al autor del libro, el político gallego, de 86 años, achacó la censura al "mucho carácter" de los españoles y la definió así: "No se podía hacer ni más, ni más rápido". Y como ésta era una entrevista sobre sexo, volvió a rechazar el preservativo: "Jamás me he puesto un condón. No recibí lo que hoy se llama educación sexual, pero fui educado en determinadas convicciones". La gran revelación es que Fraga todavía guarda el Meyba con el que se bañó en Palomares. Salió así de impúdico en portada de The New York Times. Para Barba, "sigue siendo el macho alfa del posfranquismo. Es cerril, pero al menos tiene sentido del humor y su lado pícaro".

Francisco Umbral: Quien un día escribiera sus memorias eróticas, encontraba sexy a Bibí Andersen aún poco antes de morir, a los 72 años: "Que me disculpen si reivindico a quien se llama hoy Bibiana Fernández. Tenía su morbo, antes y después de operarse", declaró aquí. "Confesó tomar Viagra [en su misma columna diaria en El mundo, entre otras tribunas] y amó a las mujeres más bellas de España", recuerda Barba; "con todo, sospecho que en realidad era monógamo. Entre lo castizo y lo posmoderno, Umbral podría haber sido perfectamente un personaje de Almodóvar: le gustaba provocar, pero sus transgresiones acababan donde empezaba el recuerdo de su señora, de nombre España, curiosamente".

Jesús Vázquez: "Me encanta pensar que salía con alumnas de colegios de monjas para no tener que meterles mano. Pero ellas se ponían tontas. Y él fingía jaquecas", comenta Barba sobre el presentador, de 43 años. El propio Vázquez revela en su entrevista esa faceta desconocida: "Para guardar las formas, me echaba novias. Sabía que las chicas de esos colegios llevaban el sexo con mucha estrechez, así que me buscaba novias ahí para liberarme de muchas situaciones complicadas. Bastaba darles unos besitos debajo de una farola y enviarlas a casa. Jamás he tenido una relación sexual completa con una mujer ni he sentido ganas de tenerla". En opinión del autor, Vázquez es "icónico a más no poder".

Boris Izaguirre: El escritor y presentador, de 43 años, dice que ante la vulva siempre ha sentido "una especie de posesión sacrílega que me tiraba hacia atrás". Su marido, Rubén, le hizo esperar casi dos meses para hacer el amor. Y cuando llegaron la tele y la fama, casi se desbarrancan: "He sido muy puta, pero no cuando estoy enamorado. No sé lo que me pasaría en la vida sin él, porque tengo una carrera basada en mi propio ego y, desde luego, no quiero que me ame una sola persona: ¡quiero que me amen dos millones de espectadores!". Respecto al venezolano, Barba es lapidario: "Freud tenía razón: los niños son perversos polimorfos. Y Boris es un niño eterno, por mucho que se desvirgara antes del primer grano de acné".

Jimmy Giménez Arnau: "Me tomo dos copas y soy capaz de llevarme a una jorobada a la cama", dice el escritor y tertuliano televisivo, de 65 años, en su entrevista. Sus declaraciones son sorprendentes y terroríficas, como cuando describe una coyunda colectiva en la Ibiza de los setenta: una cola de 20 tíos penetrando a la novia en luna de miel mientras el novio yacía borracho lejos de ella, y al día siguiente, la mujer creyendo que se ha casado con el tío más fornicador de la Tierra. La pregunta que nos hacemos todos se la hace Barba: "¿Qué hace un tipo inteligente en medio de una piara de gruñidores profesionales? Según Jimmy, descargar su mala leche por la tele le mantiene el corazón saludable".

Lorena Berdún: "Ha sido el rostro amable del higienismo sexual en España", proclama el periodista, "y es mucho más simpática que sus predecesoras, como Lady Foster. Me encantaría descender con ella a los infiernos de la sala Bagdad y ver qué cara pone en el número de la felación colectiva". Por su parte, la actriz y presentadora madrileña, de 35 años, reconoce que "impone un poco la idea de enfrentarse a una sexóloga en la cama. Quizá al principio genera cierto morbo, pero a la hora de la verdad da más miedo que otra cosa. Por otro lado, puede que a un gran cocinero, que se sabe todos los trucos, no le gusten las alcachofas. Y aparte, creo que una excelente sexológa puede ser una mala amante".

Lucía Etxebarria: "Mi educación sexual y sentimental fue horrorosa", confiesa la escritora, de 42 años, a Barba. "Una tarde, volviendo de la piscina, llegué a casa y no había nadie. Tuve que ponerme la toalla encima del biquini y subir una larga cuesta hasta donde estaban mis padres. Me recuerdo aterrada: 'Si alguien me quiere violar, me viola', pensaba todo el rato. Los hombres no entienden el temor que muchas mujeres tenemos a una agresión. Aquí era pasear por una rambla y escuchar guarradas". En opinión del autor, a la Premio Planeta 2004 "le gusta ir de chica dura, pero es puro personaje con el que tapa mucha timidez. Ahora bien: se toma dos copas y te monta un show que ni David Letterman".

Santiago Carrillo: Según confesó a Barba en su entrevista, al político asturiano, de 94 años, le obsesionaba la posibilidad de que alguna mata hari franquista pudiera seducir a los jovencitos militantes del PCE clandestino. Añade que a él mismo se le ofrecieron señoras bellísimas a las que tuvo que decir que no por seguridad nacional. "La represión sexual estaba en todas partes", apostilla el autor. El antiguo secretario general del partido comunista, quien no abunda demasiado en su vida sexual porque sus compañeras de cama "o bien han pasado a mejor vida o se han convertido en honorables abuelas", se explicó así: "Los jóvenes comunistas trataban de ligar desesperadamente, pero no permitíamos desmanes".

Bigas Luna: Cuando el director de cine catalán, de 64 años, era niño, pensaba que el pecho de todas las mujeres siempre estaba relleno de leche. Un día se lió con una muchacha alemana ("siempre he tenido vocación europea") y se llevó una gran decepción al descubrir que sus tetas no tenían leche dentro. "Nuestro fabricante de estrellas ama el tintorro, los burros, el jamón, y le excita que las actrices sean como barro en sus manos. Aunque asegura que no les exige derecho de pernada", revela el autor de 100 españoles y el sexo. "El día en que las universidades extranjeras dejen de sobrevalorar a Pedro Almodóvar, quizá se darán cuenta de que Jamón, jamón nos describe mucho mejor que Todo sobre mi madre".

Verónica Echegui: La actriz madrileña, de 26 años, dice que vale, que tiene sus caderas, su culo y su tal, pero que, además, posee "recursos más sutiles con los que a veces el resultado es más intenso". "Bella, inquieta, exploradora de sexualidades en la sombra, en el libro me confiesa su fantasía de penetrar al varón", narra Barba. "Aún tenéis mucho tabú con el sexo anal", le dijo la Juani de Bigas Luna al autor. "Es verdad. Nosotros somos poco colaboradores", continúa Barba; "lo que nos perdemos… Porque si Verónica Echegui te sacara un supletorio en medio de una cena romántica en su casa, ¿te negarías o presumirías al día siguiente en la oficina? Respóndete, oh varón, y tendrás una clara idea de tu estrechez o apertura".

Jorge Javier Vázquez: Cuenta Barba que el presentador de Badalona, de 38 años, tenía que hacer piruetas para ponerse los calzoncillos de manera que no se viera nada, porque en su colegio del Opus Dei los miramientos que amenazaban la "santa pureza" se castigaban. Asegura el autor que Vázquez le contó que la primera vez que tocó a un tío tenía 20 años, que creyó que le había contagiado el sida, que siete años después se atrevió por fin a hacerse la prueba y que esa paranoia trastocó toda su vida. "El día en que salió de su barrio para ir en busca de fortuna, su padre le dijo: 'Ten cuidado, Jorge, que en Madrid hay muchos maricones", relata Barba; "ironías del destino: el niño educado en un colegio del Opus acabó convirtiéndose en icono gay".

Jaime Peñafiel: Barba se pasa un poco con el periodista granadino, de 77 años, que más relaciones encontradas tiene con la monarquía: "Creo que quiso mucho a la Reina", asegura el autor, "pero, sorprendentemente, en la entrevista se me declaró republicano. Creo que está dolido con ella. Creo que mira al Rey por encima del hombro. Y, sobre todo, creo que odia a Letizia Ortiz". Pero Peñafiel en realidad no acepta odiarla: "Dicen que no tolero a Letizia. No es cierto. Sólo digo que una reina no debe tener pasado. Letizia lo tiene. No quiero bucear en su vida íntima, pero para representar el papel de reina consorte se necesita un currículo que ella no posee". Barba concluye: "Sospecho que una vez soñó con ocupar su lugar".

Nacho Vidal: Son ya célebres sus inicios en el Bagdad, cuando no logró trempar y empezaron a gritarle "impotente" y "maricón". Pocos años después, su miembro se convertiría en el más famoso del mundo. Y él, en prototipo de fornicador brutal. Barba, que escribió las memorias de Vidal en 2004, ha tenido tiempo para sacar sus conclusiones sobre lo que para él encarna en realidad el actor mataronés, de 35 años: "Una vez, Jodorowsky me dijo que un hombre que presume de haberse acostado con 2.000 mujeres no puede ser otra cosa que gay. Sin embargo, creo que Nacho es pansexual, a la manera en que utiliza el término el obispo auxiliar Martínez Camino. Vidal y el obispo son dos cabos de una misma cuerda".

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