Una misma llave para 22 familias
Una ucrania huye con 30.000 euros tras alquilar un chalé a una veintena de inquilinos - No era el primer timo que cometía la mujer en Madrid
Se hacía llamar Elena. Pero su nombre, en realidad, es Olena Vahurak, tiene 31 años y es la mujer de origen ucranio que, supuestamente, estafó a 22 familias inmigrantes, alquilándoles la misma casa. En busca y captura, Olena se ha fugado con más de 30.000 euros. El pasado 27 de junio, más de sesenta personas con vehículos cargados de muebles pretendían entrar en su nueva casa de la calle de Arrayanes, en el distrito de Latina. Allí se dieron cuenta del timo. Cada uno tenía una llave de 1.300 euros, pero no un lugar donde meterse.
A principios de junio, Olena colgó un anuncio en Internet. Ofrecía, por 650 euros al mes, un chalé adosado cerca del metro de Carpetana. Unos 110 metros cuadrados, tres habitaciones, patio, terraza y amplia cocina. Un chollo que registró más de 800 visitas. La pega: que la casa no era suya, sino de la vecina de al lado.
Olena Vahurak tiene otros dos antecedentes por timos similares
Olena anunció en Internet un chalé adosado cerca del metro de Carpetana
Diana, peruana de 26 años, con una hija de tres, llamó en cuanto vio el anuncio. "Me ofreció ver la vivienda al día siguiente y nos garantizó que nos lo dejaba aunque hubiese más gente interesada", recuerda. "Decía que quería familias con niños porque iban a ser más responsables a la hora de pagar".
La misma historia se repitió una semana después con Mariochi y su familia, que buscaban casa tras recibir un aviso de desahucio. Los nueve miembros de la familia sobrevivían con los 700 euros que aportaba la abuela. Nadie quería alquilarles una casa. Eran demasiados. A Olena, sin embargo, le pareció bien. "Mejor que seáis muchos, así no me alquiláis las habitaciones", les dijo. Enseguida les pidió 100 euros como reserva. Así, con 20 familias más.
La supuesta estafadora era encantadora. Nadie sospechó. Además, su seguridad en sí misma, su piel perfecta y labios carnosos engatusaron al ecuatoriano Roberto, con el que mantuvo una amistad los últimos siete meses. "La conocí en diciembre porque quería comprar un locutorio y un anuncio me llevó hasta ella", recuerda. El local le gustó, pero no le convenció tanto como para pagar los 12.500 euros que le requería Olena. "Me has caído bien, puedo rebajarte hasta los 6.000 euros", le dijo para persuadirle. "Ahí decidí echarme atrás. Me pareció sospechosa tanta rebaja". Pero Roberto no quiso dejar de verla: "Me había contado sus problemas y quería ayudarla".
Y sus problemas siempre giraban en torno al dinero. "Ella vivía en la casa de la estafa pero no tenía muebles, quería alquilarla decorada para sacarle más dinero, pero necesitaba una nómina y un número de cuenta para que la financiasen", detalla. Con las nóminas preparadas Ricardo volvió a echarse atrás. "Si no puedes, al menos préstame 500 euros", le rogó Olena. Y ahí se la coló.
Su historia se resume en varias citas en las que Roberto, además de conquistarla, esperaba recuperar su dinero. En su último encuentro, el 14 de junio, Roberto le brindó en bandeja de plata a una de sus víctimas. "Nos encontramos con Karen que venía de ver un piso y yo las presenté". Lo último que supo Roberto de la ucrania es que Karen le había denunciado como cómplice.
El motor de Olena es su hija María, de 13 años, que vive en Ucrania con su abuela. Su sueño, según Roberto, era traérsela. "Quiero a mi hija aquí...". "Siempre quería algo", cuenta Iryna, una compatriota que conoció a Olena hace cuatro años, cuando la sustituyó en la casa donde trabajaba como enfermera interna.
Una decena de carteles empapela la fachada de la casa de la calle de Arrayanes con consignas: "Policías, menos detener a sin papeles y más a estafadores" o "Clausurado por más de 30.000 euros y más de 21 familias en la calle". Cada uno ha perdido al menos 650 euros de la fianza. Algunos hasta 1.300, al incluir el primer mes de alquiler. Un dinero que, como Franklin, tuvieron que pedir por adelantado en su trabajo. "No sé qué voy a hacer. No tengo ni casa ni a quién pedirle el dinero para otra", se lamentaba este ecuatoriano el lunes. Franklin ya ha conseguido casa gracias a que su jefe y el de su mujer, Diana, accedieron a adelantarles otra vez el dinero. Karen, sin embargo, tiene un problema: "Hablé con mi mamá para marcharme a Almería. Estoy sin casa, sin dinero y sin trabajo. No me queda otra opción".
Cuando se descubrió el pastel y mientras a esta gente se les caía la casa encima, Olena llamaba a Iryna, que era también su masajista:
-Hola, necesito tu ayuda. Estoy mal. Necesito relajarme.
-La consulta no está abierta los fines de semana
-Bueno... ¿puedo ir a tu casa?
-Sí, te espero a las cuatro y media en la parada del metro.
-De acuerdo.
Olena nunca apareció.
Fuentes policiales han confirmado que Olena cuenta con antecedentes: dos delitos de estafa. Este nuevo timo puede costarle una pena de entre uno a seis años.
En una de sus consultas, Iryna probó una metodología de relajación diferente.
-Imagínate unas flores... ¿Qué flores ves?, le preguntó Iryna.
-Son dientes de león, son muy bonitas.
-¿Y qué haces con ellas?
-Las rompo.
"En ese momento pensé que algo dentro de ella estaba realmente mal", concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.