El gafe
Por mi propia salud mental, más que por otra cosa, voy a tratar de no hacer referencia continua a mis últimas semanas, las transcurridas desde el accidente hasta el día de hoy. Pero habrá detalles que irán saliendo sin querer, un poco por casualidad o, como puede ser el caso actual, por un desafortunado protagonismo directo. Y no me lío más y voy al grano: me parece que me he convertido en lo que se conoce como un gafe. Y que nadie se ría, que no, no tiene ninguna gracia.
Ayer comencé a ver la etapa y en apenas unos minutos oigo que hacen referencia a una primera caída, al parecer sin grandes consecuencias. Entre los implicados, un amigo, Igor Antón. Vaya, pienso, hace unos días estaba aquí conmigo sentado a la sombra justo enfrente de mi casa, y hoy tiene el cruel honor de ser el primero en caer en el Tour. Animo Fuji, que no sea nada.
Me acuerdo entonces de Txente y de Zandio, ninguno de ellos dos participantes en este Tour, y comienza a rondar por mi cabeza la duda: ¿no seré yo el gafe? Porque Txente, que se acercó a visitarme varios días en Pamplona, se ha perdido el Tour por las secuelas de la caída que tuvo en el Tour de Flandes; pero ya es casualidad, porque si existiese un imaginario popular del Tour, Txente sería uno de los imprescindibles. Y Zandio, otro de mis visitantes pamplonicas, ha sido baja de última hora por una inoportuna tendinitis.
Será una simple coincidencia, trato de pensar mientras la carrera se lanza hacia el primer sprint. Busco a Flecha y a Freire, dos amigos, dos visitas más, y me viene a la cabeza Menchov, otro visitante, que no tuvo un gran día en la crono inicial. A ver si Óscar rompe la racha ganando hoy, pienso en vano. Cruzan entonces el último kilómetro, y cuando presto más atención al juego de codos y bandazos que a la propia cabeza del grupo, veo que un grupo de corredores se equivocan de trayectoria y se van rectos por el desvío de coches. Nueva caída. Uno de ellos es un Euskaltel que hace el afilador -¡tiene que ser Koldo!, pienso- y besa el suelo con violencia. Sí, compruebo más tarde, es Koldo Fernández de Larrea, mi amigo y vecino, con el que he estado tanto estos días previos a su debut en la carrera más grande. Ya es mala pata tener que comenzar así, espero que sólo haya sido el susto.
Cada vez albergo menos dudas, voy a ser yo el gafe. Así que aviso para que no venga luego nadie en un futuro a rendirme cuentas, que yo de todo esto no quiero saber nada. A todos los que me habéis mandado mensajes de ánimo y que, además de eso, se da la coincidencia de que tenéis licencia de ciclista profesional, os daré un consejo: evitad en la medida de lo posible el contacto conmigo; incluso sois libres de inventaros cualquier excusa peregrina con tal de anular esa visita pendiente en el caso de las ya medio concertadas.
Y a los que estáis por Francia os pido que tengáis mucho cuidado, por favor, que quiero mantener a mis amigos sanos y salvos, y lo único que puedo hacer por vosotros es avisaros. Óscar, Flecha, Juanma, Arri, Oroz, Rubén: atentos, mucha precaución. Suerte tenéis que a Koldo y a Fuji no me dio tiempo a avisarles. Tampoco a Cavendish, al que ganó, pero ese no fue uno de los que me visitaron. Seguramente no tendrá nada que ver una cosa con la otra, es cierto, pero yo de momento sigo pensando que soy yo el gafe. A ver si durante estos días me dais motivos para cambiar de idea... A ver.
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