_
_
_
_
Crónica:Copa Confederaciones 2009
Crónica
Texto informativo con interpretación

Poco consuelo para un campeón de Europa

España logra el tercer puesto tras un mal encuentro contra Suráfrica y dos goles afortunados en un delirante final con prórroga

José Sámano

Un disparatado tramo final tras un duelo ulceroso permitió a España aliviar su tránsito en un torneo al que llegó en plenitud y del que acabó recogiendo la calderilla. La selección cerró su primera Copa Confederaciones con una victoria un tanto azarosa con dos goles de ruleta, uno de Güiza que a punto estuvo de evitar la prórroga y otro de Xabi Alonso que, al menos, le evitó los penaltis. El equipo de Del Bosque no hizo méritos para más. Jugó un partido empachoso y con una sobrecarga de despropósitos. Fue evidente que a España el choque le resultó un suplicio, como una de esas faenas fuera de cartel y a destiempo.

El encuentro fue deprimente y el grupo español alargó su penitencia hasta la prórroga por su desapego al partido desde el calentamiento. En realidad, desde su desatino contra Estados Unidos. Con el chárter rumbo a las vacaciones a la espera en Johanesburgo, la selección se vio obligada a cumplir su condena a las tres de la tarde, en un estadio en medio de un secarral en la casi invisible Rustenburgo. Y con una multitud esquelética hasta un suspiro antes del inicio, cuando quién sabe si alguien quitó la llave para que Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, no se sintiera a la intemperie. Una disputa por el tercer puesto no es más que un peaje televisivo y a la organización. Pero a España no le cabía otro remedio que asumir el día laboral. Su federación, como la de su rival, se jugaba un bingo de 300.000 euros: el premio de la FIFA para el tercero era de 1,9 millones y de 1,6 para el cuarto.

SURÁFRICA 2 - ESPAÑA 3

Suráfrica: Khune; Gaxa, Booth, Mokoena, Masilela; Sibaya, Pienaar (Mphela, m. 64), Dikgacoi, Tshabalala (Mhlongo, m. 83), Modise (Van Heerden, m. 69); y Parker. No utilizados: Rowen Fernández, Baloyi; Mdledle, Moon, Khumalo, Mashego, Gould, Davids y Fanteni.

España: Iker Casillas; Arbeloa, Albiol, Piqué, Capdevila; Cazorla, Xabi Alonso, Busquets (F. Llorente, m. 81), Riera; Villa (Silva, m. 57) y Torres (Güiza, m. 57). No utilizados: Reina, Diego López; Marchena, Puyol, Sergio Ramos, Pablo, Xavi, Cesc y Mata.

Goles: 1-0. M. 73. Tshabalala centra y remata Mphela dentro del área chica. 1-1. M. 87. Güiza, tras centro de Cazorla. 1-2. M. 89. Güiza, de disparo ajustado a la escuadra. 2-2. M. 93. Mphela, de falta directa. 2-3. M. 107. Xabi Alonso, de falta directa.

Árbitro: Matthew Breeze (Australia). Amonestó a Busquets, Peinar, Piqué, Mphela, Albiol, Masilela y Llorente.

40.000 espectadores en el Royal Bafokeng.

La puesta en escena fue desoladora: un equipo poco aplicado y sin tacto con la pelota
Después, aunque de forma agónica, maquilló su indigesto partido con el bronce
Más información
"Era muy importante volver a ganar"
Vuelta a la tierra

Para maquillar el aire telonero, Del Bosque perpetuó al equipo que se estrelló en las semifinales, salvo Xavi, con alergia; Cesc, Puyol y Ramos. El técnico envidó con Alonso en el papel de Xavi y Busquets de escolta. La fórmula no funcionó, con ambos pivotes demasiado fijos en la misma baldosa. La puesta en escena fue desoladora. España fue un equipo distendido, largo, poco aplicado, sin tacto con la pelota. Sólo Villa, a la caza del pichichi, hizo cosquillas al anfitrión con un remate enroscado que desvió Khune con un ágil vuelo. Los de Del Bosque no daban una puntada al juego, con Alonso sorprendentemente errático, con Riera hecho un nudo, con Cazorla sin peso en el juego, con los laterales sin remo... Puro barbecho. Enfrente, Suráfrica, más contenida que ante Brasil, se abanicaba sin un rasguño. Encantada con el toque dislocado del encuentro, con la pelota sin rumbo, como si se deslizara por los baches de un paisaje lunar. Como réplica al tiro de Villa, Pienaar despertó a Casillas con un remate seco que desvió el capitán. El resto, tedioso por completo.

El encuentro necesitaba algún guiño chisposo. Poco después de que el calamitoso árbitro, el australiano Breeze, internacional desde que debutara en 2000 en un Fiyi-Vanuatua, fuera despistado por un asistente y anulara un gol legal a Busquets, que se hizo con el rechace del meta tras el segundo disparo de Villa. De inmediato, Güiza y Silva relevaron a los dos arietes titulares, Villa y Torres. Con el gaditano, España encontró más movilidad en el ataque y el canario subrayó que ha estado fuera de onda todo el torneo a causa de sus molestias físicas, lo que, junto a las bajas de Senna e Iniesta, tanto ha repercutido en el equipo, que ha perdido ángel.

Al menos, antes del delirante final, el conjunto español tejió el juego con mayor velocidad de pase, con Cazorla algo más centrado, Silva entre líneas y Güiza arrastrando a los centrales. Nada sobresaliente, pero España tuvo mayor empeño y su fútbol se volvió algo más geométrico. Suráfrica había reculado y no había noticias de Casillas. Hasta que llegó el momento Mphela, un chico del Mamelodi Sundowns, de la Liga surafricana, principal vivero de la selección del brasileño Joel Santana. Como muestra sintomática de su falta de tensión, toda la defensa colaboró a favor del tanto del surafricano, que recibió un centro lateral de Tshabalala ante la mirada complaciente de Arbeloa. Mphela, sin huellas de los centrales y con Capdevila despistado, vio cumplido el sueño de su vida. En una Copa Confederaciones, en su país y frente el campeón de Europa, pudo recibir la pelota en el área pequeña ante las pestañas de Casillas, echarla al suelo, mirar a la portería y marcar.

Con España al borde del precipicio y con Llorente como una estalactita en el área de Khune, el último recurso de Del Bosque, irrumpió Güiza a falta de tres minutos. Primero acunó el balón con el pecho en una asistencia de Cazorla y, tras amortiguarlo, lo dejó en la red con un tiro cruzado, inalcanzable para Khune. Suráfrica se sintió tan desamparada como ante Brasil, cuando fue derrotada también en el último instante. Esta vez, el embrujo pudo ser peor. Güiza echó los dados y, unos segundos después, lo que era un centro lateral terminó embocado en la red. La gran chiripa. Pero Mphela estaba tan iluminado como el delantero andaluz y de un zapatazo soberbio prolongó la jornada hasta la prórroga.

La selección visitante no pudo ni sacar del centro del campo. Un castigo merecido para España, que poco hizo por despegarse antes de Suráfrica. Más habría tardado aún si Alonso, en otra carambola, no hubiera evitado los penaltis. Antes, Casillas también había contribuido lo suyo con dos intervenciones muy eficaces en el primer tramo del tiempo extra, señal del desgobierno del cuadro español. Y también había dejado su sello el colegiado, que se hizo el longuis ante un manotazo de Mhlongo.

De forma agónica, pero España maquilló su indigesto partido con un puesto de bronce. Un mal menor. En Suráfrica no acentuó su etiqueta de campeón de Europa. En un año regresará con la misma graduación. Entonces, para disputar un Mundial. Cosa seria, nada de rivales confederados.

Güiza festeja uno de sus goles.
Güiza festeja uno de sus goles.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_