El satélite de Benidorm

Es todo un fenómeno turístico. Un pueblo de interior, de apenas 200 habitantes, recibe cada año la visita de más de dos millones de turistas, a la altura de la Alhambra o el Teide. El secreto es su proximidad con Benidorm, a tan sólo 20 kilómetros, y su encanto. El Castell de Guadalest es la excursión perfecta para los turistas hartos de estar tumbados al sol.

Ahora celebra sus 35 años como Conjunto Histórico Artístico y sigue ofreciendo al turista la foto idílica, el souvenir y los museos curiosos. Para llegar se atraviesa todo el valle, de 18 kilómetros, bañado por el río que nutre un espectacular pantano (este año, excepcionalmente lluvioso en la zona, se han organizado excursiones en barca).

La fotografía más famosa de El Castell de Guadalest es su portal y el campanario ubicado en la cima de una roca. Es uno de los pocos de Europa que está separado del cuerpo de la iglesia. Otros monumentos son los castillos de Sant Josep, de L'Alcoçaiba o la prisión aljibe, pero una de las curiosidades de El Castell son sus museos.

Al Museo Etnológico, en una casa típica del siglo XVIII construida sobre una roca, se accede por un túnel. En la planta baja, dedicada a la vida rural cotidiana, están la despensa, el corral y un dormitorio. La transformación de los productos básicos en la alimentación (olivo, vid y cereales) ocupa la parte superior de la casa, lo que antes era el pajar. La almazara, un lagar con los utensilios para la vendimia, un molino hidráulico a escala y varios utensilios agrícolas permiten reconstruir las labores agrícolas de antaño. La última parte de este museo está formada por una colección de armas antiguas, en la que destacan escopetas de mecha y pedernal del siglo XVI.

La Casa Orduña, edificio solariego propiedad de importantes terratenientes y caciques del siglo XIX, contiene el fondo documental de la familia Orduña. En ella se puede visitar un patio ajardinado con un aljibe, y a través de la casa se puede acceder a la iglesia, al castell de l'Alcoçaiba y al castell de Sant Josep. Los Orduña, de origen vasco, recalaron en el antiguo Reino de Valencia acompañando al infante Fortuna de Navarra en el siglo XVI. Durante el XIX, estos terratenientes ejercieron su poder por medios que les permitieron alcanzar cargos como presidente de la Diputación, gobernadores civiles, senadores y diputados.

Máscaras de hierro

Los amantes del coleccionismo pueden visitar el Museo de Belén y Casitas de Muñecas. Por su parte, el Museo Medieval y de Instrumentos de Tortura muestra más de 70 aparatos: los utilizados para interrogatorios (silla, potro, la cuna de Judas, el péndulo, la horquilla del hereje) y los que se usaban para matar a los reos (hacha, garrote vil o la guillotina), además de máscaras de hierro, mordazas, jaulas o cinturones de castidad.

El Museo de Vehículos Históricos, a siete kilómetros del pueblo, muestra una colección de 150 motocicletas y varios coches de 50 marcas diferentes, conservados en perfecto estado y fabricados entre 1915 y 1970. Otro de los museos preferidos es el Microgigante, con miniaturas que se ven a través de potentes lupas, como una plaza de toros construida en la cabeza de un alfiler y una pulga paseando en bicicleta por la arista de una semilla.

Para aquellos turistas con ganas de sorprenderse todavía más, que vayan al Museo de Microminiaturas para ver la estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja o La maja desnuda de Goya pintada en el ala de una mosca. Increíble, pero cierto.

Para completar la excursión, nada mejor que degustar la tradicional olleta de blat, un guiso de trigo, habichuelas, acelgas y carne que se puede comer en algunos de los numerosos restaurantes del pueblo; los más recomendables son Nou Salat (965 88 50 19; carretera Callosa-Alcoi, kilómetro 11) o el Mora (965 88 50 87; calle del Sol, 1). Un día perfecto para romper con el ritmo turístico de Benidorm.

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