Neda
Creo que la información debe atenerse a ciertas normas. Creo que hay que respetar la intimidad, que hay que proteger a los niños, que hay que evitar la obscenidad, que hay que huir del sensacionalismo. Empiezo a creer que lo que yo creo apenas resiste un choque con la realidad. Pongamos como ejemplo CNN. La televisión estadounidense, igual que otras, emitió las imágenes de Neda, suponiendo que la chica se llamara así y suponiendo que efectivamente murió de un disparo en las calles de Teherán. Existen dos filmaciones de su agonía y muerte. CNN eligió la más larga y terrible (evito descripciones: quien quiera solazarse con ello, lo encontrará por todas partes), pero pixeló el rostro de Neda. Es lo que impone cualquier Libro de estilo. Mientras tanto, el vídeo podía encontrarse, íntegro y sin píxeles, en centenares de medios digitales.
Horas después de que CNN emitiera las imágenes, un grupo se congregó ante la sede neoyorquina de la ONU para protestar contra la represión de las autoridades iraníes. Unos manifestantes llevaban pancartas. Otros llevaban fotos, todas idénticas: mostraban un primer plano del rostro de Neda, con los ojos aún abiertos, quizá todavía agonizante.
CNN tuvo que informar de la protesta. ¿Qué hacer? Los manifestantes, estadounidenses de origen iraní, utilizaban como símbolo de lo que ocurría en Teherán aquella imagen que CNN ocultó a su audiencia. En esta situación, y dado que pixelar las fotos que mostraba el grupo habría resultado ridículo, CNN exhibió el rostro de Neda y pasó a otro asunto. Los medios no siempre pixelamos los rostros de los cadáveres. Creo que este periódico publicó imágenes faciales de los hijos de Sadam Husein ya muertos. En ese caso debió pesar el "valor informativo", un valor que en los buenos tiempos concedía o denegaba el propio periódico. El problema, ahora, consiste en que el "valor informativo" lo deciden otros. Lo decide, mientras nosotros hojeamos el Libro de estilo, nuestra antigua clientela.
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