Bajo el síndrome Nadal
Los tenistas españoles afrontan el torneo acosados por los problemas físicos
Rafael Nadal pone luz al problema cuando explica por qué no puede defender su título en el torneo de Wimbledon, que arranca hoy. "He tocado fondo mentalmente", dice. Su ausencia deja a los restantes tenistas españoles combatiendo en público a sus fantasmas: de nuevo, la cabeza en primer plano más allá de los golpes. Está sobre la hierba Fernando Verdasco, la sensación del inicio del año y que en junio tuvo que decir "basta", irse a casa y dejar la raqueta dos días. Está también Juan Carlos Ferrero, en un laberinto, terriblemente decepcionado porque hace ocho días, medio lesionado, perdió en Queen's, contra Andy Murray, la primera semifinal sobre césped de su carrera. Y ahí están también Feliciano López, el mejor español sobre el verde, dudando y dudando; Tommy Robredo y David Ferrer, sin decir una palabra fuerte, y Carla Suárez, con una rodilla en cuarentena y un comentario amable como compañía, la clave de todo de nuevo en la cabeza: "Con una rodilla así", le dicen, "Audie Norris [ex baloncestista del Barça] ganó muchos partidos". Cuando la fatiga vence, cuando el deseo es demasiado fuerte, cuando el cuerpo no puede..., sólo queda la mente.
Verdasco acusa un año muy duro; Ferrero, su derrota en Queen's
"Este año ha sido mucho más duro para mí antes de los torneos de hierba", cuenta Verdasco, que entre Halle y Hertogenbosch sólo ganó un partido. "Llegué más cansado y me los tomé con calma, como una ocasión para entrenarme sobre hierba, coger ritmo y el timing de la bola", argumenta; "necesitaba llegar a Wimbledon descansado mentalmente. En la cabeza y el físico noto que llevo más partidos (36) que otros años. Mucho desgaste. Con los entrenamientos en Las Vegas y los viajes, he estado más fuera de casa".
El número ocho cuida los detalles. Quiere preguntar al árbitro del torneo si el dibujo de la suela de las zapatillas que ha elegido contra los resbalones está permitido. Y comprender a través de Darren Cahill que en Londres hay que bailar ballet, no música disco: "Pasitos, Fer", le dice el técnico.
Por la cabeza de Ferrero, ex número uno, hoy el 69, se pasean otras cosas. "Uno de sus grandes problemas es que cuando era el dos o el cuatro, estaba descontento", dice Antonio Martínez, su entrenador, agradecido al torneo por invitarle a jugar y satisfecho con su juego. "Las derrotas le pesan demasiado. Perdió las semifinales de Queen's con el agravante de no estar a tope físicamente y enfrentarse a un tenista fantástico. En el vestuario protestó por todo. Sólo cuando pasaron 40 horas empezó a reflexionar".
¿Y sobre qué reflexiona Feliciano antes de jugar hoy contra Beck? "Sobre que necesita coger confianza", dice Pato Clavet, su técnico; "si pasa dos rondas, puede ser muy peligroso. Se mueve muy bien en estas pistas. En Queen's le vi falto de adaptación, con dudas. Ahora, más sólido, pero con un cuadro duro". Soderling en la tercera ronda. Federer, que abre hoy a las 14.00 contra Yen-Hsun, en octavos.
Hace poco más de un mes, Carla Suárez se sentó con Conchita Martínez y escuchó estas palabras de la ex campeona de Wimbledon: "Lo importante es que te quites de la cabeza que en hierba no se puede jugar. Si vas así, estás perdida. Ve con la mente abierta". Y así llegó hasta que un resbalón le dejó la rodilla derecha envuelta en esparadrapo. "Tendrá que jugar con mucho dolor", según los médicos. "Bajo mínimos", añaden desde su equipo. Ayer bajaba unas escaleras cuando le hablaron de Norris. Carla es de Las Palmas y del Barça. Conoce la doctrina del perro atómico azulgrana. Cuando el cuerpo no puede, sólo queda la mente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.