"Es la peor situación"

La noche cae sobre el club de Wimbledon mientras dos tenistas debaten en la penumbra hacia dónde debe caminar su deporte. Rafael Nadal ha anunciado hace dos horas que renuncia a jugar Wimbledon, que no ha podido con la tendinitis de inserción y el edema óseo que afecta a sus rodillas, pero eso no ha alterado su agenda. Hace frío y el campeón habla entre aspavientos con Novak Djokovic. Durante una hora preparan lo que ocurrió ayer: el Consejo de Jugadores, del que forman parte Roger Federer y ellos, se reunió a las tres de la tarde; necesitó más de tres horas de debate para elegir al representante de los tenistas en el consejo de la ATP, organismo rector del tenis masculino, y volvió a subrayar cómo Nadal es un campeón sometido a multitud de requerimientos. El viernes, tras hablar con Djokovic, telefoneó al abogado de la ATP y delegó en él su voto; luego, cenó en su casa una paella de marisco, cortesía del restaurante Cambio de Tercio, y ayer, tras marcharse a las 8.30 de Wimbledon, se pasó la tarde pegado al teléfono, voz autorizada en la reunión del Consejo.

"Es un momento delicado: poder jugar, pero no al ciento por ciento", dice el suizo

Antes de su renuncia, sin embargo, la caseta se puso en alerta. Es miércoles 17 y sobre la hierba se cruzan durante "diez segundos" dos hombres que deberían ser enemigos: Federer y Nadal. El español felicita al suizo por ganar Roland Garros y éste le pregunta cómo está su rodilla. "OK", es la respuesta. "Y ahí, más o menos, supe que no estaba bien porque siempre es honrado conmigo", contó ayer el hombre que arrebatará al español el número uno si gana Wimbledon. "Estoy decepcionado por él, triste", dijo Federer; "me habría gustado jugar contra él porque es mi principal rival. En Roland Garros lo intentó y no funcionó. Aquí estaba en una situación delicada, la peor que existe: poder jugar, pero no al ciento por ciento. Si estoy con una pierna rota, no hay duda: no puedo jugar. Como estaba Rafa...".

Federer comprendió mejor que nadie el debate que tenía lugar en la cabeza del español. Por los anchos pasillos de ladrillo del club de Wimbledon, sin embargo, también se paseaba ayer un ex tenista con las arrugas suficientes para comprender qué podía haber pasado: John Newcombe, que tampoco pudo defender su título en Wimbledon. "Estoy muy triste", dice Newk, "para Rafa, las piernas son importantísimas, el físico lo es todo. Espero que controle esta difícil situación. Quizá debe controlar su calendario: jugar durante seis semanas y descansar cuatro". ¿Se parece su caso al de Lleyton Hewitt, dominador del tenis limitado luego por los dolores? "Sí", responde, "los dos corren muchísimo. Cada punto es una batalla".

A Nadal le queda el Abierto de Estados Unidos, que arrancará el 31 de agosto. ¿Volverá a ser el mismo?, es la pregunta. La respuesta llega con forma de aviso, en Londres, pasadas las 19.15 del viernes, con la renuncia a Wimbledon aún en el aliento. Al final de 2008, también estaba tocado de las rodillas (no jugó el Torneo de Maestros ni la final de la Copa Davis): "Tuve tiempo para recuperarme, para hacer un buen entrenamiento en diciembre. Eso me dio lo que necesitaba para llegar bien preparado a Australia y... ganar el primer grande del año".

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