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Crónica:Copa Confederaciones 2009
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un récord que retrata a España

La selección, que lleva 35 partidos sin perder, logra su 15ª victoria consecutiva, una marca que nadie había logrado

José Sámano

A falta de adversarios con hueso, a España le basta con cierta firmeza para batir récords y multiplicar su predicamento futbolístico. De momento, para eso le ha servido la primera fase de la Copa Confederaciones, en la que ayer, ante Suráfrica, encadenó su 15ª victoria, un registro que jamás había logrado selección alguna, y cerró su 35º encuentro sin perder, una marca que iguala la conseguida por Brasil entre diciembre de 1993 y enero de 1996. Dos datos que certifican el extraordinario tránsito de un equipo que ha alcanzado cotas impensables hace no muchos años, cuando su aspecto resultaba deprimente. Hoy no defrauda: gana con una asiduidad pasmosa y, lo que es más relevante, sin renunciar a un estilo que despierta todavía más admiración que sus estadísticas. Frente a Suráfrica, le sirvió un poco de rigor y el picante justo a la espera de que el torneo alcance su graduación a partir del miércoles, cuando dirimirá su semifinal.

SURÁFRICA 0 - ESPAÑA 2

Suráfrica: Khune; Gaxa, Mokoena, Booth, Masilela; Pienaar, Mhlongo, Sibaya (Mashego, m. 83), Modise; Dikgacoi; y Parker (Tshabalala, m. 93).

España: Reina; Puyol, Albiol, Piqué, Arbeloa; Cesc, Xavi, Busquets, Riera (Cazorla, m. 81); Torres (Llorente, m. 60) y Villa (Pablo Hernández, m. 60).

Goles: 0-1. M. 52. Riera envía el balón al área. Villa lo para con el pecho y marca con la zurda por bajo.

0-2. M. 72. Llorente, en el área pequeña, a la salida de un córner.

Árbitro: Pablo Pozo (Chile). Amonestó a Sibaya, Albiol, Modise, Dikgacoi y Piqué.

Estadio Free States: unos 48.000 espectadores. En el minuto 51, Khune rechazó un penalti lanzado por Villa.

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Ante un rival de pierna fuerte, mucha lija y poco punto de mira, España se desplegó de forma algo funcionarial. Gobernó la pelota sin la velocidad necesaria para agrietar a Suráfrica, cobijada siempre con nueve futbolistas por detrás de la pelota. España anestesió demasiado el juego, sin ese punto de excitación que suele poner la guinda al toque-toque. Desiertos los laterales, por donde no irrumpieron con peso Puyol y Arbeloa, el conjunto de Del Bosque se hizo un embudo, para festejo de los defensas locales, un tanto paquidérmicos para ser agitados en exceso. Es una tacha que ya se produjo ante Irak. Sin extremos puros en la nómina, Del Bosque es más partidario de utilizar volantes con vocación de interiores, que dejan aire para la incorporación de los laterales o para los movimientos a las orillas de Villa y Torres. La pócima no siempre resulta, sobre todo si los laterales no empujan, los medios de su costado no se asocian y los puntas no cogen vuelo. No supo explotar la veta de Riera, un futbolista con enorme gancho cuando pega a la pelota y capaz también para el regate. A falta de remo por fuera, la selección se hizo un nudo por el centro, donde, de espaldas al gol, Villa y Torres se quedaron a menudo a la intemperie.

La falta de pegada de los surafricanos tampoco contribuyó a que España metiera una marcha superior. Al igual que ante Nueva Zelanda e Irak, el equipo, obligado por el cartel, se vio obligado a jugar un partido de ida, sin vuelta. Suráfrica es un grupo tan abnegado como sus otros rivales de grupo, aunque con mayor forraje muscular. Atrincherados junto a su ágil guardameta, se sintieron en otro planeta cuando la distensión española les encarriló hacia Reina. En algunos tramos, más de lo que cabía esperar por la diferencia entre ambas selecciones.

Suráfrica sólo despegó tras recibir el azote de Villa, lo que podía dejar al anfitrión fuera del torneo en caso de victoria iraquí. El tanto español llegó con la misma partitura del primer tramo. Fue precedido por el asalto más eficaz de un volante español al área africana. Cesc llegó a la carrera y un defensa local le zancadilleó. Villa se estrelló ante Khune, el héroe local, cuya parada resultó atronadora en un estadio con las trompetas a todo volumen, una acústica ensordecedora. La respuesta del siete español fue instantánea y magnífica. Segundos después de fallar el penalti, el ariete del Valencia recibió de espaldas un pase templado y sutil de Riera. El asturiano acolchó la pelota con el pecho y, sin que ésta aterrizara, se giró en el aire y remató con la zurda al poste izquierdo de su anterior verdugo. Un gol estupendo que permitió a Del Bosque continuar con su terapia de grupo. Dio salida a Llorente y Pablo Hernández, los únicos, junto al tercer portero, Diego López, que aún no habían jugado. El vasco tuvo tiempo de sumar y, por primera vez en toda la tarde, de silenciar el Free State, lo que parecía una quimera, que recuperó el pulso tras conocer el patinazo de Irak, lo que sostiene al anfitrión en el campeonato. Ningún aspaviento más necesitó España, inmaculada hacia las semifinales sin haber tenido que exponer su mejor versión.

Despejados los teloneros del campeonato, en las dos próximas citas España necesitará a todos. En realidad, para el campeón de Europa el torneo comienza el próximo miércoles, ya sea contra la imperial Brasil, el actual campeón del mundo, Italia, o el de África, Egipto.

Villa remata ante Booth y consigue el primer gol de España.
Villa remata ante Booth y consigue el primer gol de España.REUTERS

Récord mundial

- España logró ayer su 15ª victoria consecutiva, lo que ningún equipo había conseguido. Supera a Australia (1996-1997), Brasil (1997) y Francia (2003-2004), que se quedaron en 14. Además, acumula 35 partidos sin perder, 32 victorias

y tres empates, con lo que iguala la plusmarca de Brasil.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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