Irán debe celebrar nuevas elecciones
El único modo de evitar una explosión de violencia es anular los últimos comicios y celebrar otros nuevos, afirma en este artículo la premio Nobel de la Paz. El sentimiento de fraude es muy amplio y justificado
El lunes 15 de junio, más de un millón de personas se manifestó por las calles de Teherán en apoyo a Mir Hosein Musaví y Mehdi Karrubi, dos de los candidatos presidenciales derrotados en las elecciones iraníes. Los manifestantes protestaban por los resultados electorales hechos públicos por las autoridades. Su destino era la plaza Azadi (de la Libertad). Dicha plaza, en la época de la Revolución Islámica de hace 30 años, fue el punto de encuentro de los revolucionarios. Musaví se subió a lo alto de un minibús y, megáfono en mano, se dirigió a la gente congregada. Les dijo que siguieran con sus protestas, pero evitando comportamientos agresivos que dieran un pretexto a las fuerzas de seguridad para responder con violencia.
¿Cómo ha pasado Ahmadineyad de 14 millones de votos a 24 millones en cuatro años?
El ayatolá Jamenei felicitó al presidente cuando aún faltaban votos por contar
Terminó la manifestación pacífica, y mientras la gente se dispersaba poco a poco, desde el tejado de un edificio de los basiyís (una milicia de voluntarios) se abrió fuego contra los concentrados. Otro grupo disparaba desde otra posición. Según diversas informaciones, murieron siete personas y hasta 30 más resultaron heridas y fueron hospitalizadas.
Los basiyís funcionan bajo la dirección y supervisión de la Guardia Revolucionaria de la República Islámica. Esta milicia se creó tras la revolución y su único trabajo consiste en mantener y salvaguardar al Gobierno. Aunque se trate de voluntarios, disfrutan de muchos privilegios. No usan uniformes militares pero tienen derecho a portar armas y equipamiento policial de comunicaciones.
La insatisfacción popular con los resultados oficiales de unas elecciones iraníes no se limita tan sólo a los últimos comicios: ya hubo muchas objeciones hace cuatro años, cuando Ahmadineyad salió elegido presidente por primera vez. En aquella ocasión, Karrubi y Rafsanyaní, dos figuras veteranas y poderosas de la República Islámica, fueron sus oponentes electorales.
Hasta aquel momento, el puesto político más relevante ocupado por Ahmadineyad había sido la alcaldía de Teherán, pero le apoyaban los basiyís y el ayatolá Jamenei, el líder vitalicio de la República Islámica. Karrubi remitió muchas quejas al Consejo de Guardianes, organismo gubernamental encargado de vigilar y observar el proceso electoral, pero no obtuvo resultados positivos. El entonces presidente Jatamí anunció que hubo muchas infracciones. Más aún, Hachemí Rafsanyaní, que también puso en duda el resultado de forma explícita, afirmó que expresaría sus dudas al mismo Dios, puesto que nadie en Irán le hacía caso.
Los cuatro años de presidencia de Ahmadineyad han sido de gran insatisfacción popular. En este periodo la inflación ha llegado al 25%, con un aumento diario de los precios y una caída paulatina del poder de compra de la gente. Se han cerrado muchos periódicos, se ha encarcelado a un número cada vez mayor de activistas políticos y de los derechos humanos y se han clausurado las instalaciones del Centro de Defensores de los Derechos Humanos
[Nota del editor: Ebadi es presidenta de ese Centro].
En ese periodo, el ayatolá Jamenei, líder de la Revolución, siguió apoyando al presidente Ahmadineyad pese a la insatisfacción popular, incluso después de que el Parlamento declarara que fueron retirados 1.000 millones de dólares sin disponer de autoridad legal. Ahora, en el momento en que el ministro del Interior declaró vencedor de las elecciones a Ahmadineyad, el líder supremo le felicitó, pese a que todavía faltaban votos por contabilizar en todos los distritos. Además, otros candidatos tenían derecho a impugnar los resultados electorales y ninguno debía ser felicitado hasta que se hubieran dirimido todas las impugnaciones y se proclamaran los resultados definitivos. Esta felicitación temprana ha indignado al pueblo iraní.
Las objeciones que se hacen a las elecciones de la semana pasada son las siguientes:
1. En muchos colegios electorales no se permitió la presencia de interventores de Musaví y Karrubi.
2. Se ha denunciado la manipulación de muchas urnas.
3. Ahmadineyad obtuvo 14 millones de votos en las anteriores elecciones. En esta ocasión, sin embargo, se hizo el anuncio sin precedentes de que había obtenido 24 millones de sufragios. Karrubi anunció que había sacado menos votos que la suma de miembros de su equipo electoral y de su partido, llamado Etemad Melli. Cuando millones de personas salieron a las calles de Teherán y otras ciudades a protestar por los resultados electorales ya estaba claro que la cifra de 24 millones de votos para Ahmadineyad no podía ser correcta.
Los estudiantes también se oponen al resultado. El 15 de junio, de madrugada, cuando los estudiantes de la Universidad de Teherán estaban en sus dormitorios, milicianos basiyís atacaron las instalaciones y asesinaron a varios estudiantes. Todavía no se conocen las cifras exactas, pero al menos asesinaron a cinco estudiantes, dos de ellos mujeres. Hubo muchos heridos.
Basiyís y fuerzas de seguridad han atacado a estudiantes en otras ciudades como Isfahan, Shiraz y Tabriz. Se calcula que han asesinado a otros cuatro y que hay muchos más heridos. Según dicen los propios estudiantes, han detenido a 300 compañeros suyos en los últimos días.
Las protestas continuas han llevado a la detención de Ahmad Zeydabadi, secretario general del partido Advar Tahkim Vahdat, y además han sido detenidos un gran número de activistas políticos y sociales, como Saeed Hajjarian, Mostafa Tajzadeh, Abdolfattah Soltani y Reza Tajik. Las autoridades han desconectado la banda ancha de Internet y han ordenado a los periodistas extranjeros que se marchen de Irán cuanto antes. También han cortado la telefonía móvil y las cadenas de televisión, incluidas VOA y BBC. El Gobierno incluso ha intentado cortar las líneas de comunicación entre la población.
La situación ha hecho que varios parlamentarios expresaran sus protestas en una carta y el presidente del Parlamento, Ali Larijani, ha declarado al ministro del Interior responsable de la violencia y la tensión.
Musaví y Karrubi animan a sus seguidores a proseguir sus protestas pacíficamente. Les han dicho que protesten gritando Alá Akbar (Dios es grande) entre las nueve y las diez de la noche. Sus gritos resuenan por toda la ciudad cada noche y recuerdan las noches de la revolución.
La intensificación de las protestas ha desembocado en la decisión del líder supremo de ordenar una investigación de las quejas y en el anuncio del Consejo de Guardianes del recuento de algunas urnas. No parece que eso vaya a calmar las cosas.
La mejor solución para el establecimiento de la paz en Irán es:
1. Liberar sin condiciones a todos los detenidos por protestar contra el resultado electoral oficial.
2. Ordenar el cese de la violencia basiyí y policial contra los manifestantes.
3. Declarar la nulidad de las elecciones.
4. Ordenar la celebración de nuevos comicios bajo los auspicios de organizaciones internacionales.
5. Compensar económicamente a los heridos y a los familiares de los asesinados.
Quizás así vuelva la paz a la sociedad iraní. Si no, hay muchas posibilidades de que haya más violencia en Irán.
Traducción de Juan Carlos Blanco.
Global Veiwpoint Network; Tribune Media Services, Inc.
Shirin Ebadi es abogada y activista por los derechos humanos. Premio Nobel de la Paz 2003, fue la primera ciudadana iraní y la primera mujer musulmana en recibir este galardón. 2009
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