"La han tomado con nosotros"
Los barrios limítrofes de Arrigorriaga y Bilbao han sido escenarios de varios atentados - Puelles era muy conocido en esta zona, de clase trabajadora
"¡Otra vez! ¡La han tomado con nosotros!". Rosa, vecina de Arrigorriaga, se enteró en un tren de Cercanías de que ETA acababa de asesinar a escasos metros de la estación a la que se dirigía, Ollargan, en Arrigorriaga. Su gesto y sus palabras, antes que indignación, transmitían resignación. La banda terrorista tiene esta área, en la que limitan los municipios de Bilbao y Arrigorriaga, entre sus macabras preferencias. El asesinato de Eduardo Puelles es el tercer atentado en la zona desde la ruptura de la tregua de la banda.
Es la segunda vez que ETA asesina junto a su casa a un policía nacional que residía en Ollargan. El homicidio de Manuel Fuentes Pedreira, en mayo de 1986, fue la primera vez. Y, aunque parezca un precedente lejano, Susana, de 32 años y también vecina de ese barrio, lo recuerda muy bien. "Fue en el Frontón, al lado del colegio", rememoraba ayer. "Le pegaron un tiro en la nuca. Y todos los niños lo vimos". Su hermano Sergio, 11 años más joven que ella, tuvo una experiencia similar 11 años después: "Yo iba al colegio Berriotxoa, al otro lado del río, y explotó una bomba cuando estábamos en clase. Temblaron los cristales. Nos asustamos muchísimo". Era el 17 de febrero de 1997 y ETA acababa de matar al también policía nacional Modesto Rico con una bomba lapa.
Tras la ruptura de la tregua, los atentados se reanudaron en esta zona de viviendas humildes que prolongan Bilbao hacia el sur, remontando el curso del Nervión. En octubre de 2007, la banda hirió de gravedad con una bomba lapa al escolta Gabriel Ginés en La Peña -barrio pegado a Ollargan, pero ya en Bilbao- y seis meses después una bomba reventaba la sede del PSE en ese mismo vecindario.
Puelles era una persona muy conocida en la zona. "Él y sus padres han vivido aquí desde siempre", relataba Jacinto el Rubio, dueño de una carnicería en la misma calle, junto al cordón policial que rodeaba a la escena del atentado. Este comerciante alto y fortachón recordaba con ojos enrojecidos al policía como "un hombre bueno y generoso" antes de ceder a la resignación: "¿Qué podemos hacer? Ésta es la desgracia que tenemos aquí". La mayoría hablaba de Puelles como una persona integrada en la vida social de Ollargan. Al menos los que querían hablar; un grupo que jugaba a palas como si tal cosa en el mismo frontón donde mataron a Pedreira prefería no hacerlo. "Era una persona muy agradable, me saludaba siempre. Pero era reservado: no se le solía ver por los bares. Tampoco sabía que era policía", contaba Sergio.
Fácil huida
Varios vecinos sostenían que la zona es un objetivo preferente para los terroristas porque "viven muchos policías y ertzainas" y tiene una fácil huida. Está lejos de los centros urbanos de Bilbao y Arrigorriaga y cerca de varias carreteras. Pero el alcalde de Arrigorriaga, Alberto Ruiz de Azúa (PNV), dudaba de esa preferencia. "Tienen una fijación, pero no con nuestro municipio, sino con cualquier zona de nuestro país. Aprovechan cualquier debilidad y cualquier descuido para cometer el atentado más fácil posible. Y éste era fácil: un sitio solitario, con pocas viviendas alrededor", declaró a EL PAÍS. Precisamente, los vecinos del barrio habían solicitado la instalación de cámaras en el aparcamiento donde dejó su coche Puelles porque, al parecer, se producían muchos robos.
El alcalde hacía estas declaraciones poco antes de dirigirse al pleno del Ayuntamiento de Arrigorriaga, donde las fuerzas políticas aprobaron por unanimidad una moción de "rotunda condena" del asesinato y en la que expresaron su "total desprecio" hacia ETA. Tras el pleno, la corporación se concentró de forma silenciosa junto a un centenar de personas, entre las que se encontraba la presidenta del Parlamento, vasco, Arantza Quiroga; el diputado general de Vizcaya, José Luis Bilbao, y el presidente del PP del País Vasco, Antonio Basagoiti.
Horas después, a las 20.00 una concentración convocada por el mismo consistorio reunió a centenares de vecinos frente al centro sociocultural Abusu-La Peña en Ollargan.
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